El diario de un outsider residente en los arrabales del trimundo

sábado, 31 de diciembre de 2011

Feliz 2012: crónica de la XXX San Silvestre de Getafe y otras cuestiones

Cómo pasa el tiempo! Otra vez con las uvas compradas para celebrar la Nochevieja, otra vez en el rincón de pensar aireando neuronas. Sí: termina 2011. Un año deportivamente intenso, con un total de 368 horas de entrenamientos (sin contar pesas, abdos y estiramientos) y con los siguientes números:
swim: 271.000 metros
bike: 859 kms
run: 2255 kms
El año en que más metros he nadado en mi vida y, probablemente, el año en que menos he competido. Pocas carreras y muy elegidas: este, sin duda, ha sido el año de los entrenamientos y de mi debut en triatlón. Tres triatlones sprint con desiguales resultados pero con la sensación compartida de que esto, deportivamente, es lo que me gusta -no sé si puedo decir que este año me he convertido en triatleta, me he metido más de lleno en el triatlón o he seguido simplemente triatloneando. Para gustos y denominaciones y concepciones triatléticas, colores. En todo caso, es igual: lo importante es que he completado un ciclo y ahora comienza otro. De continuidad, de mejora o de empeoramiento, sólo lo podremos saber con el tiempo. Ha sido también, no se me puede olvidar mencionarlos, el año del CN Bahía de Almería, un colectivo acogedor en que me he empezado a integrar y con el que he comenzado a entrenar el arte de la natación en serio.
Con todos esos números (muy criticables en el sector bicileta, sin duda) y con esos tres sprints flamantes en el palmarés, podría haber afrontado el último sector del año de manera optimista y pletórica -por circunstancias de la vida extradeportiva y también de la deportiva, el mes de diciembre ha sido, sin embargo, un viaje a los infiernos. Los malos pasos del cerebro, la manía esta mía de darle más vueltas a la cabeza de lo necesario, han logrado que me sienta el último eslabón de la cadena no sólo del deporte mundial sino incluso del deporte de mi barrio. Y claro, así soy yo: o bien voy con la quinta metida y me siento el máquina más máquina de los máquinas, o bien meto marcha atrás y me siento lo peor de lo peor. Dando marcha atrás estábamos estos últimos tres días, con solitarias sesiones de natación en la piscina de Los Cantos y entrenos por el Parque Polvoranca, cuando encima de todo me resfrío. Así, esta mañana, y aquí empieza la crónica de la XXX San Silvestre de Getafe, me he despertado con una congestión interesante y con muy pocas ganas de correr carrera alguna. Afortunadamente, he entendido todo enseguida y, sin ser muy consciente de ello, he tirado para Getafe dispuesto a echar el resto...
La San Silvestre de Getafe es una clásica del calendario madrileño: no tan conocida como la Vallecana, se celebra por la mañana del día 31 y tiene algunas peculiaridades interesantes, por ejemplo que los ganadores reciben como premio su peso en langostinos... Una San Silvestre de barrio, pero muy consolidada a nivel de organización y clubes: una carrera donde se puede ver a gente muy potente y muy veterana -las típicas caras de esos runners que llevan décadas de épica popular. Una mañana muy fría, 1-2ºC, y salgo del metro para recoger el dorsal y para encontrarme con Vidal: Vidal es un amigo que hace carreras de montaña y ultrafondo, la caña. Nos hemos puesto al día y nos hemos contado las cosas que nos preocupan y nos gustan de lo que hacemos. Con la cháchara nos ha dado tiempo justito para calentar y, después, la cosa ha sucedido como siempre sucede: calentamiento, achuchones en la multitud de la salida y pistoletazo... Como tantas veces, he oído esa voz interior de tonto el último y me he dado cuenta de que había ido a Getafe a lo que había ido, a por un chute de endorfinas que me ayudara a terminar el año en clave de optimismo. Y el chute ha llegado: a pesar de mis estúpidas dudas, he hecho una carrera a mi mejor nivel. Se trataba de eso, de correr y reventar, y eso he hecho: primeros kilómetros zafándome del grueso de 1500 corredores (increíble que la gente que quiere llevar ritmos de 5' por kilómetro se ponga en las primeras líneas de la salida), consolidando ritmo y, una vez que la cosa estaba más o menos definida, haciendo grupo con unos cuantos que seguramente perseguirían el mismo chute de endorfinas que yo. Veo que el cuerpo aguanta, que me he olvidado del resfríado y que, aunque voy corriendo con malla larga y con un paquete de klínex en la manga, voy. Por lo menos hasta el km 7, momento en que me da un flatazo del quince -decido ignorarlo (qué poderosa es la mente cuando se propone ignorar cosas) y sigo con mi lema: corre y revienta al mismo tiempo. Al final entro cómodamente en los dos últimos kilómetros, reflexionando sobre la cantidad de gente que veo con monos de clubes de triatlón y sobre el nivel tan alto que están alcanzando las carreras populares en España: última cuesta, giro a la derecha (ironías de la vida) y entrada en meta en 39'18'' tiempo oficial, 39'07'' tiempo neto, puesto 127º de 1397 llegados, 28º de mi categoría, ritmo de 3'54'' por kilómetro y 21 segundos menos que mi mejor tiempo en esta San Sil. Siendo consciente de que no he conseguido ninguna proeza, la carrera me ha devuelto un poco el optimismo deportivo. Me ha demostrado también que todos los entrenamientos que hago me están sirviendo de algo. Poco más: aquí se queda esta crónica, aquí se queda 2011. 2011 ha muerto, viva 2012! Sólo me queda desearos un feliz año a quienes seguís este blog, a quienes me conocéis y a quienes compartís conmigo algunas de las chispas de la vida, deportiva o extradeportiva. Mucha fuerza!

lunes, 19 de diciembre de 2011

TRI-BIRTHDAY 2011: triatloneando en mi cumpleaños

 Ayer fue mi cumpleaños: cayeron una exageración de años -pero bueno, olvidémonos de las cifras porque, tal y como acabo de leer en el blog de Swimsmooth, no parece que la edad sea un factor tan limitador ("los tiempos de carrera muestran que no hay un empeoramiento relacionado con la edad, por lo menos no tan grande como se podría esperar"). Después de leer esto esta mañana, me he tranquilizado (juas juas) y aquí me tenéis, dispuesto a contar mi particular celebración de mi cumpleaños de ayer.
Desde el jueves o así tenía el barrunto de que me merecía una frikada de categoría y, ante la falta de infraestrucutra y de tiempo para correr la voz de un triatlón pirata, pensé en hacer un triatlón a mi manera a lo largo de todo el domingo 18. Se trataba de meter volumen de entrenos en una semana con tres días en blanco; también quería comprobar cómo van las cosas para hacer un olímpico y, lo más importante, quería celebrar. Y claro, como tengo claro que el deporte es algo así como una especie de puñetazo en la cara al paso del tiempo, mis entrenos de ayer se conviritieron en el TRI-BIRTHDAY 2011, una celebración no del triatlón sino de mí como deportista (juas juas, más risas en off).
La cosa empezó a las 10 de la mañana, en la piscina del Pabellón, con las cinco cañas de la noche anterior dándome todavía vueltas por las neuronas -allí que empecé, en una piscina casi vacía, mis 1500 metros: malísimas sensaciones, lento y torpe en el agua... El cloro intenta lavarme las culpas de las cervezas y la ilusión de que estoy celebrando intenta hacerme olvidar que la mañana del sábado me había metido 2200 metros de buen entrenamiento. En fin, que me voy a 40 minutos; me aclaro en la ducha y me instalo en T1 -me voy a casa a coger la bici, recupero con una mandarina, y a las 11.30 (menuda hora de salir en bici con las calles y carreteras llenas ya de tráfico dominguero) tiro para las Cuevas de los Úbeda: sensaciones normalitas, sin ningún problema pero sin ninguna chispa tampoco. Hay un viento raro, de ese que viene de todos lados y, al mismo tiempo de ninguno, que hace que la ida se haga un poco tediosa. Subo sin problemas, me doy la vuelta y logro tramos con más ímpetu... Al final, 53 kms en 2 horas 4 minutos. Me doy prisa porque a las 2 y cuarto he quedado para comer: comida de celebración que, tras la ducha, marca el comienzo de la T2. Una T2 larguísima, con más cerveza, ensaladas, lasagna, crêpe, chupitos de orujo, una buena siesta y una ingente dosis de pereza. Sin embargo, los compromisos son los compromisos y ahí que me marco mi carrera a pie: al final, sólo 8 kms (en vez de los 10 inicialmente previstos) a un ritmo normalito de 5' x km. Ganas de terminar y entrada en meta. Última ducha del día y a saborear la cena: qué hambre! No ha estado mal, contento de haber hecho una de mis burradas, nada contento con los tiempos de ninguna de las etapas. Pero, seamos justos: el día que haga mi primer olímpico espero no estar bajo los efectos de las cervezas ni de los orujos ni enfrentarme a un recorrido de bici de 400 metros de desnivel ni de 53 kms en vez de 40.
Por lo demás, con ganas de participar en un pirata en toda regla (el Medio IM Clandestino del fin de semana anterior me dio tanta envidia...). Así que, como habrá oportunidad de seguir dándole puñetazos en la cara a la edad y al paso del tiempo, no descarto nada para el futuro. Ahí nos quedamos.

domingo, 11 de diciembre de 2011

Humildad... y paciencia

Paciencia y barajar, amigo Sancho. Pareciera que esta frase la hubiera escrito Cervantes pensando en futuros aprendices de triatleta. Y no lo digo sólo porque el triatlón tiene mucho de quijotesco, sino porque esta semana ha sido, cuando menos, rara: plagada de días de fiesta, un puente, un lunes que no era lunes y dos días que no lo eran y que sin embargo funcionaron como tales. Para colmo, he empezado mi plan de ajuste de entrenos y, aunque todo ha quedado en una especie de entrenus interruptus (las sorpresas del viento, la pereza de las mañanas de invierno, el estrés del trabajo acumulado y acumulándose, el cansancio, las cervezas y comidas de diciembre han tirado por tierra algunas de las sesiones planificadas), a pesar de todo eso, esta semana ha marcado una especie de punto de inflexión. Un par de días nadando (uno con los Bahía, uno por mi cuenta), tres días de carrera a pie (sí, sólo tres, ahí va uno de los cambios), y dos días de bicicleta (sí, por fin dos días: dos días que debían ser tres pero que no están mal después de muchos meses haciendo tan sólo intentos de un día a la semana con la Trek). ¿Por qué punto de inflexión? Porque de repente, por muchas cosas, uno se da cuenta de que le queda mucho muchísimo por delante como aprendiz de triatleta. He escuchado muchas voces esta semana, voces internas, voces externas, que me han recordado que el triatlón es duro, muy duro. He escuchado a mis piernas corredoras, que continúan adaptándose, como pueden, a aguantar carros y carretas, aletas y cadencias... He visto con mis propios ojos cómo está el patio y cómo estoy yo -y el resumen es que me he recetado seguir chino chano con mi plan de mejora, ya sabéis: mejorar en el agua, hacer kilómetros de bici, mantener con lo justo mi forma de carrera a pie... Y, también, punto de inflexión en mi manera de pensar, he añadido un objetivo o dos más al plan: ni estresarme ni compararme con nadie más. Que cada uno es cada uno y,  ya que las travesías del desierto se hacen mayormente en solitario, si uno se compara todo el rato con lo que hay por ahí y pierde la noción de uno mismo, se corre el riesgo de convertir el triatlón en una tortura psicológica. Y no, hasta ahí podíamos llegar, no estoy dispuesto a ser carne de psicología deportiva... En resumen: unas semanas pintan gloriosas y otras pintan un poco más grises; y así, en tonos grises, sucedió esta semana y así se la hemos contado. La semana que viene tocará ver todo desde la óptica optimista que me caracteriza para volver a apreciar los proyectos ilusionantes y divertidos que tengo en el camino. De momento, en esta noche de domingo, paciencia y barajar.

sábado, 3 de diciembre de 2011

Inspiración


Ya sea porque a veces necesitamos algo de inspiración para seguir motivados, ya sea porque hacer deporte o contemplarlo como espectadores nos inspira para ser mejores personas o para vivir mejor. Sea por lo que sea, el deporte es inspiración. En este fin de pretemporada, en que empiezo a delimitar objetivos concretos, no puedo evitar tener que recurrir a la inspiración que me motive y me ayude, por ejemplo, a hacer la pirámide de fartlek que me toca hoy. No puedo evitar, tampoco, recurrir a la inspiración para motivarme cuando los objetivos van teniendo un nombre y algunos apellidos -ahí van algunos: la San Silvestre de Getafe, a Carrera Popular de El Alquián, la Media Maratón de Almería, mi primer triatlón olímpico, y, por qué no, la Quebrantahuesos. Este último es un pedazo de objetivo, sí señor, un objetivo con nombre y apellidos que se me ha plantado en el camino así como quien no quiere la cosa, gracias a mi amiga Nines.
Para lidiar con los desánimos que, aunque algunos no se lo crean, tengo cada dos por tres, ahí arriba va un pedazo de video para motivarse e inspirarse. Tres quintales de belleza, tres quintales de inspiración, tres quintales de explicaciones: las caras que aparecen en el clip me han vuelto a explicar hoy el por qué de las cosas. El por qué empezó todo y el por qué continúa. Para cuando la necesitéis, ahí arriba tenéis, gracias al amigo Vidal, esta joya de la motivación.

domingo, 27 de noviembre de 2011

Reseteando: una buena semana de entrenamientos

Siguiendo con mis propósitos de enmienda y mis planes de mejora, esta semana he entrado en modo reset. No sé exactamente qué diablos quiero decir con eso, pero en mi fuero interno he notado ciertos cambios de actitud y de enfoque en los entrenamientos que me hacen sentirme contento con lo que he hecho esta semana -al final, han salido 4 días de carrera a pie (40 kms de nada), 3 días de agua (7100 metros) y un día de bici (53 kms). Dicho así, no hay nada ni sorprendente ni novedoso -sin embargo, si analizo algunas de las cosas que han pasado en el transcurso de esos metros y kilómetros, creo que estoy empezando a intoducir algunos cambios relacionados con mis propuestas de mejora de la entrada anterior. Aquí destaco alguna cosa:

-primero, en el agua, he entrenado dos días con los Bahía y un día por mi cuenta; lo más importante es que estoy notando alguna mejora en mi natación y, sobre todo, estoy disfrutando más cuando nado. Mentiría si dijera que no me lo paso bien en la piscina... Importante lo de disfrutar e importante también el notar que no estoy metiendo metros por meter, sino que, sea con el club o por mi cuenta, estoy intentando darle una lógica a mis entrenos acuáticos...
-segundo, por fin he vuelto a iniciar entrenamientos de calidad en carrera a pie; precisamente ayer tocó una pirámide de fartlek chulísima, de las de antes, de las que hacía rutinariamente en las temporadas pasadas para prepararme maratones o medias -la de ayer fueron 10 kms con 1', 2', 3', 4', 5', 4', 3', 2', 1'.  Los 10 kms salieron a 4'19'' el mil; los picos de fartlek a 3'35''-3'50''. Lo mejor de todo, las sensaciones tan buenas. Hacía tiempo que no corría a esos ritmos y da gusto constatar que el que tuvo retuvo...
-tercero, hoy he retomado la bici, después de una buena pausa: buen entrenamiento contra el viento de levante en la primera mitad subiendo hasta las Cuevas de los Úbeda. Lo mejor, la vuelta, con el viento a favor y esforzándome por subir la velocidad media desastrosa que había acumulado en la primera mitad. Buenas sensaciones, atención a la cadencia y disfrutando la bici como hacía meses que no lo hacía.
Me quedo aquí -sé que queda mucho por hacer para poder decir que estoy cumpliendo a rajatabla mi plan de mejora, pero algo es algo. Me despido con una reflexión: qué duro es ser aprendiz de triatleta cuando, además de eso, uno es tantísimas cosas más. En un primer trimestre de mucho trabajo en mis clases, las cosas no están siendo del todo fáciles y hay días que acumulo un cansancio tremendo. Pero bueno, nadie me dijo que esto fuera a ser fácil.

miércoles, 16 de noviembre de 2011

Planes de mejora

Después de haber trabajado unos años en formación del profesorado, el tema de realizar planes y proyectos de mejora no me es del todo ajeno. Por eso cuando leo algo relacionado con el coaching y con entrenadores personales y demás, me suena todo relativamente fácil y conocido. La base de realizar un plan de mejora, resumiendo, es realizar un buen diagnóstico, localizar lo que no funciona, y a partir de ahí, elegir objetivos pequeños y concretos para ir mejorando, para después elaborar un plan de acción en torno a esos objetivos. El plan de acción consiste en determinar cuándo, cómo, con qué recursos, con qué estrategias vamos a encaminarnos hacia la consecución de ese objetivo de mejora... Después, tras la puesta en marcha del plan, tendremos que evaluar lo conseguido y, posiblemente, realizar un nuevo diagnóstico y volver a montar otro plan de acción para seguir mejorando. Bueno, ¿a qué viene todo esto?
No es que hoy me haya  dado por la nostalgia; simplemente me he acordado de cuando ayudaba a algunos docentes a montar pequeños planes de acción en la enseñanza de idiomas, y todo porque ahora mismo creo que, para seguir creciendo como triatleta, es necesario que me centre en este tipo de estrategia...Sin duda, el diagnóstico lo tengo hecho desde hace tiempo (desde el comienzo de mi historia): mis puntos flacos son la bici y el agua; sin duda, lo que debo mejorar es eso. ¿Qué es lo que falla? Sin duda, que me propongo objetivos muy difusos y abstractos (algo así como decir mejorar mi natación), o demasiado ambiciosos (algo así como a partir de esta semana cogeré la bici más días que tiene la semana). Ayer, después del entrenamiento con el club en la piscina me lo comentaba el entrenador: debes plantearte objetivos pequeños y asumibles...
La verdad es que las últimas semanas me estoy notando flojo; y no flojo de forma, sino de motivación y de fuerza de voluntad (oh, mi admiradísima fuerza de voluntad). No consigo enganchar semanas potentes de muchas horas de entreno, no. No consigo acumular entrenos de esos inolvidables (como los de los últimos dos otoños en que me estaba preparando maratones y me chupaba las pirámides de fartlek y los ritmos de carrera y los progresivos como si fueran raciones de jamón de pata negra). Esta semana la he empezado medio regular -tras un fin de semana en Madrid con el ritual de mi rodaje largo por el Parque Polvoranca y con mucha desazón por la salud de mis padres, volví cansado y con la cabeza llena de pájaros... Tanto es así que caigo en la cuenta de algo importante gracias a un artículo de la revista Triatlón, en el que se habla detenidamente del final de la temporada y de la conveniencia de parar casi completamente una, dos o tres semanas. Y, eureka, también caigo en la cuenta de que llevo meses, muchos meses, sin descansar: metiendo siete, ocho o nueve sesiones de entrenos sin mucho ton y con poco són.
En fin, sirva todo esto para liberarme de la presión que he sentido hoy, que me lo he tomado como día de descanso. Sirva también esta entrada para, volviendo al tema primero, plantearme unos objetivos asumibles y a corto plazo. El plan de mejora completo lo dejo para mi cabeza, de momento ahí van tales objetivos:
-meter tres días de bici desde ya mismo, ya sea solo, acompañado o de las dos maneras
-seguir bajando brazadas en crol
-mejorar mi tiempo de 100m en crol (que ahora mismo está en 1'50'')
-indagar de manera seria técnica de otros estilos, empezando por braza, mediante videos de youtube u otros materiales
Ahí lo dejamos hoy. Mejoras en proyecto, sin duda.

martes, 8 de noviembre de 2011

Aprendizaje

Casi dos semanas sin escribir por aquí dan para mucho. Mucho de entrenar y mucho más de reflexionar; con lo reflexivo que yo soy, me tenía que haber metido a aspirante a premio Nobel y no a aprendiz de triatleta. El caso es que han pasado estos días, me he casi recuperado del todo de la emoción y del esfuerzo del sprint de Benidorm, he entrenado (no todo lo deseable, pero algo es algo), he reflexionado, he proyectado... Y, me he preguntado: ¿por dónde andas? ¿dónde te encuentras? Y me he sorprendido respondiéndome que me encuentro todavía casi al principio del recorrido. Y lo mejor de todo es que no me ha importando saber que tengo todo un largo proceso de aprendizaje por delante. Desde que empecé a hacer deporte más o menos en serio (en serio, entre comillas, se entiende), me di cuenta que para mí el deporte es una forma de reinventarme y de reflexión continua. De disfrute también, pero me sorprende sobremanera cómo, a través del deporte, puedo combinar autoconocimiento, reinvención, mejora, práctica de una vida más o menos sana, y disfrute.Así que en esas estamos, mientras meto semanas normalitas de entreno (la pasada por ejemplo, 8 horas para 2 días de natación, 1 de ciclismo y 4 de carrera a pie), contemplo lo que llevo de equipaje en mi mochila y veo que no es tanto: un historial curioso e interesante como runner medio pata negra y tres triatlones sprint. Ni más, ni menos. Sin duda, me queda mucho que aprender: mejorar en bici y ser capaz de hacer lo que oigo que hace la gente por ahí (velocidades medias que para mí, hoy por hoy, rozan lo mítico, por ejemplo), seguir mejorando y sintiéndome más cómodo en el agua. Todo eso mientras paso a mayores, a distancias más largas, sin saltarme ningún escalón y sin apresurar las cosas. Sin duda, lo próximo que toca, en primavera, es un Olímpico -lo demás vendrá de manera natural.
Un par de cosas más, así en tono medio introspectivo: lo primero, que es ahora cuando estoy empezando a practicar la faceta más social del triatlón; en los últimos meses he conocido a bastante gente, metida en esto, con la que he compartido algún entreno o que me ha servido de inspiración. No sé dónde leí que el triatlón es un deporte básicamente social (a pesar de ser una actividad tan competitiva y tan individual); es ahora cuando estoy empezando a experimentar esa vertiente, que no me disgusta nada por mi natural sociable y hablador...
La otra reflexión que quería compartir es cómo el estar inmerso en un proceso de aprendizaje de largo recorrido me está ayudando a ponerme en el lugar de algunos de mis alumnos. El ser el último de los entrenos del club de natación, por ejemplo, el ser consciente de todo lo que me falta para estar en el grueso del grupo, me ayuda a comprender qué sienten algunas de las personas que están o han estado en mis clases estos años -de alguna manera, estoy sintiendo una mayor empatía con esas personas a las que les cuesta aprender inglés y miran desorientadas en clase, sin entender del todo qué hay que hacer y lanzándose a la piscina de las actividades como buenamente pueden. Ahora, cuando veo alguna cara de angustia despistada en clase, me acuerdo de mí entrenando con el club. Me acuerdo de mí y los admiro aun más, porque me he dado cuenta de lo mucho que cuesta aprender en un entorno en el que todo el mundo sabe más. Cierro el capítulo introspectivo: un peligro para la cabeza esto de haberme empeñado en ser aprendiz de triatleta reflexivo.

miércoles, 26 de octubre de 2011

Triatlon de Benidorm TRIWHITE 2011: la crónica de mi tercer tri

Amanece que no es poco
Así amanecía el domingo pasado desde el piso 23 del Hotel Bali en Benidorm, el cutrehotel de 4 estrellas que era el centro de operaciones del Triwhite 2011. Era la mañana de mi tercer sprint, y las nubes que aparecen por todo el cielo (que luego descargarían en tremenda tormenta, justo a la hora de comienzo del triatlón) eran una metáfora de mi estado mental. Me llevé todo el sábado a cuestas con las preguntas de siempre -ya sabéis, ¿seré capaz? ¿qué hago yo aquí? ¿todo esto para qué? Curiosamente, en el desayuno, en una mesa próxima, otro participante resumía mis inquietudes con las mismas preguntas y con una reflexión que parecía alojada en algún rincón de mi cerebro: me he pasado toda la noche pensando, ojalá fuera una media-maratón o una carrera de montaña, pero esto... esto, hasta que no me meta en el agua, no se me pasa el agobio. La verdad que el tema era para agobiarse: bandera roja el día anterior en el mar (toda la noche me acompañó entre sueños el rugido de las olas rompiendo en la playa) y, para colmo, en la charla técnica (que, la organización, de manera muy fina llamó briefing, pero mal escrito) surgió una preocupación más. La previsión era de lluvia y el recorrido de bici tenía unos cuantos tramos peligrosos: pendientes del 14%, giros a mansalva y un giro de 180º que, desde el momento en que lo explicaron, pasó a ser el motivo principal de mis preocupaciones. Que si os podéis ir, que si está en una cuesta abajo muy peligrosa, que si para allá para acá...
En fin, preocupaciones y desayunos aparte, me planto ya en boxes. La bici ya la tenía ahí, bien mojada porque había llovido por la noche; un ejemplo más de las arbitrariedades y de la mala información de estos TRIWHITE:  el sábado por la tarde, en la recogida de dorsales (que tenía lugar en un polideportivo a más de 5 kilómetros del hotel) nos dicen que hay que meter la bici en boxes en la tarde del sábado. Rocambolesco. Hay una buena cola en el polideportivo, una feria de material con poca animación y mucha desinformación. Camisetas que no son de la talla que uno ha pedido en la inscripción, chips que todavía no han llegado. En fin, un follón del quince y medio.
Pero, volviendo a la mañana del domingo, ya en boxes me noto super nervioso; las boyas que han colocado son amarillas, del mismo amarillo de las de balización de la playa y el recorrido tan sólo se intuye. Otro lío más -preguntas, conversaciones, me pongo el neopreno y a probar el agua. De repente me empiezo a serenar, veo que el oleaje que hay, por muy escandaloso que sea, está concentrado en los primeros 50 metros de la orilla. El resto del mar parece tranquilo... Si alguna vez dudé a lo largo del sábado o al despertarme el domingo, si pensé en no hacer este triatlón, en este momento veo claro que, al menos el agua, la voy a hacer... Lo siguiente, aparte de la tormenta previa a la salida (que debió pillar a los del olímpico en pleno recorrido de bici) es bastante previsible: cámara de salida, bocinazo y a nadar...

Delfines y gaviotas capeando el temporal
El agua va, paradójicamente, sobre ruedas: siempre en grupo, me noto bien. Primera boya, segunda boya y para la playa. No llevo cronómetro y el lector de los de Conchip se ha roto con la tormenta (un sprint de 37 euros, sin parciales de agua y bici, otra chapuza más de los TRIWHITE), pero debo salir en 16 minutos o así. Me voy para la T1, transición larguísima por la longitud de los boxes, más largos que un día sin pan. Me pongo casco, calcetines y zapas y tiro para la línea de salida. Todo el mundo va acojonao, el público no deja de lanzar mensajes de cautela: la curva, cuidado, está muy mojado, que os resbaláis, el paso de cebra ese, que resbala mucho, que del olímpico se han caído 20... Empezar la bici así no es nada agradable, encaro la pendiente del 15% y veo cantidad de gente parada, o no van o se les ha salido la cadena. Como a mí y a mi compact las subidas no nos importan nada, me instalo en la comodidad... Llego al circuito principal, una línea de repechos, cuestas, bajadas y toboganes, puntuada por rotondas y urbanismo mediterráneo de la época de los pelotazos Zaplana. Terra Mítica está ahí mismo, hoteles de temática asiática, fuentes y cochazos en los carriles que no están cortados... Así va todo, paso el super giro peligroso de los 180º, tampoco es para tanto, me digo a mí mismo. No voy mal en la bici, teniendo en cuenta que el circuito es horroroso, con cambios constantes de 40 y tantos o 50 kms por hora a 16-17; en fin, difícil coger ritmo de carrera. Llego al temido giro de 180º por segunda vez: incidente del día -he metido el plato pequeño mal y con prisas y se sale la cadena. Me quedo pedaleando y clavado como un clavo -no sé lo que pasa... Lo bueno es que ya caigo en la cuenta y, gracilmente, me desengancho y me quedo al borde de la mediana como esperando a San Perico Delgado a que venga a meter la cadena. Caigo en la cuenta de que tengo que arreglarla yo. Juas. Otra vez, gracilmente, le doy la vuelta a la bici y, voilá, ahí que se soluciona el problema. Subo la última cuesta con ganas y alegría: la alegría de solucionar problemas técnicos en medio de mi tercer sprint.... El resto es poco reseñable, bajada a Benidorm, a 50 km/h y con precauciones, y para boxes.

Sano y salvo, y con un cierto look pro, juas juas
Boxes, estamos en T2; otra vez el pasillazo ese de 500 metros; dejo la bici, me quito casco, me quito zapas, me pongo zapas y, como en los otros dos triatlones previos, a correr... Tonto el  último -mis sensaciones en la carrera a pie son reconfortantes y rebosan adrenalina.

El buff en la mano. No sin mi buff
Como en el triatlon de Medina de Rioseco, me dedico a adelantar a todo bicho viviente que veo por delante. El recorrido son dos vueltas a un circuito por el Paseo Marítimo de la Playa de Poniente -buenas sensaciones, voy bien, y consigo hacer los 5 kms en 20'21'', a 4'04'' de promedio (el lector de chips se ha secado ya y la carrera a pie es el único parcial de que dispongo). Esto está chupado, enfilo segunda vuelta, y entro en meta. El tiempo final, 1h30'26'' me deja contento; entro el 16 de mi categoría, el 118 de 270 llegados y a 20 minutos del ganador. Un triatlón que me enseña y confirma varias cosas de índole práctica: por ejemplo, que los tiempos de diferentes triatlones no son comparables, que cada triatlón es un mundo; también que los problemas técnicos ocurren y hay que estar preparado para ellos, y, sobre todo, que me gusta mucho hacer triatlones. Eso es lo que pensaba cuando desde las alturas de Terra Mítica iba en bici contemplando el Mediterráneo y disfrutando del sol que acababa de salir y, más todavía, de la competición. Si había alguna duda, mi tercer sprint me las ha aclarado: me gusta el triatlón.Después de este mi tercer tri, este en el que no se me rompió el dorsal pero en el que sí se me salió la cadena, este que cierra mi primera temporada, puedo decir, más que hoy empieza todo, ahora continúa todo.Mucho por vivir. Muchos triatlones que disfrutar.

viernes, 21 de octubre de 2011

Variaciones sobre las dudas de siempre: rumbo a Benidorm

Lo peor (y, al mismo tiempo, lo mejor) de ser un deportista popular es que nos exigimos demasiado. Tanto nos llegamos a exigir que, a veces, nos hacemos depositarios de unas expectativas y unos proyectos desorbitados -tanto nos llegamos a exigir que llevamos vidas espartanas, con planes de entrenamiento inverosímiles que a duras penas cuadran con el resto de nuestras vidas. Ser un deportista popular es, sin duda, algo épico -con complicaciones y comeduras de tarro pero, también, con algunas satisfacciones y muchas ventajas.
Todo esto lo reflexiono al borde de mis dudas de siempre -mañana me voy a Benidorm a hacer mi tercer triatlón. A bordo de una semana totalmente perezosa (la trapera excusa del tapering), con dos sesiones de natación y un desesperado intento, hoy, de demostrarme, a cuenta de la carrera a pie, que estoy vivo y que puedo, puedo y vuelvo a poder; a bordo de esta semana tan perezosa, insisto, tengo los aparejos del triatlón preparados y las maletas hechas entre mares de dudas: ¿levante o calma? ¿oleaje moderado o mar tranquila? ¿para qué demonios me embarco en estas aventuras? ¿neopreno o a pelo? ¿buen tiempo como en mi primer triatlón o mal tiempo como en mi segundo? La solución en dos días...

viernes, 14 de octubre de 2011

Hiperventilando: inscrito en el Triwhite de Benidorm

Llevo tiempo sin entrar por aquí. Tanto, tanto que me dio tiempo de terminar septiembre (hechos 29000 metros de agua, 54 kms de trekking y 159 kms de carrera a pie; la bici sólo tocarla para moverme por ciudad...); me dio tiempo a continuar intentando seguir los entrenos del Club Bahía de Almería (con menos constancia de la deseable, eso sí). Las cosas, en octubre, siguen el mismo ritmo -me encuentro un poco lento en carrera a pie (llevo meses sin hacer series ni fartlek); he cogido la bici un día; estoy nadando al menos un día en la semana en el mar y dos o tres en piscina... En fin, todo un poco rutinario. Igual que, cuando se me va la olla en la piscina y empiezo a nadar fatal, me da por hiperventilar, del mismo modo hiperventilo dándole a la cabeza: que si qué hacer, qué no hacer, podré, no podré... La hiperventilación mental es sinónimo de exigirme demasiado (esto de nacer tan exigente y perfeccionista es un problemón) y de no centrarme en lo positivo de todo. Lo positivo de todo, por ejemplo, es que, lento pero seguro, nado un poquito mejor que antes del verano. Lo positivo de todo es que disfruto y tengo ilusión. Como antídoto contra la hiperventilación mental y los agobios, otra vez más, he decidido coger el toro por los cuernos y combatir los agobios mentales con la acción. Acabo de inscribirme en el tri sprint de Benidorm, que tendrá lugar el domingo 23 de octubre. Será mi tercer sprint, el cierre de la temporada (mi primera temporada) y el paso definitivo de página para, en la siguiente, realizar distancias mayores. Sin duda, el mejor remedio para hiperventilar es relajarse y nadar positivamente... Eso intentaré en las aguas que salen en la foto de arriba.

miércoles, 28 de septiembre de 2011

Sacrificio: seguir despegando como triatleta

Phelps, en pleno sacrificio

sacrificio 
(Del lat. sacrificĭum).5. m. Peligro o trabajo graves a que se somete una persona.
7. m. Acto de abnegación inspirado por la vehemencia del amor.
 (fuente: Diccionario de la RAE)


¿Qué no hará un aprendiz de triatleta por continuar su despegue, por mejorar, por aprender, por amor al triatlón y a sus objetivos futuros? Esto es lo que pensaba ayer cuando estaba inmerso en unas series de 50m en la piscina. 15x50m con recuperaciones de 20 segundos.Conseguí llegar a 10 o 11: perdí la cuenta. La cosa es que, desde hace un par de semanas, estoy entrenando con el Club de Natación Bahía de Almería, un club máster con mucha solera en mi ciudad. Los entrenamientos con esta gente, a los que voy dos o tres veces en semana, me han supuesto un cambio de perspectiva total: además de volver a ponerme en mi lugar (ser el último de la fila, el peor, el más lento) y de hacerme aun más consciente de mis carencias técnicas (estilo poco fluido, poco rolido, poco agarre), las sesiones que he compartido con ellos han conseguido lo que yo, por mi cuenta, no conseguía. Y es que, por fin, consigo cansarme en la piscina: series, sets largos y exigentes, nadar a estilos que ni había intentado. Así fue mi estreno hace ya dos casi dos semanas: nada a braza, nada a mariposa, nada a espalda. La cara de póker todavía me dura. Probablemente, si continuo con ellos, el esfuerzo y el sacrificio me harán progresar -es lo que pensaba dándole vueltas a las palabras del entrenador ayer: tienes que tener mucha paciencia. Es lo que pensaba cuando pedaleaba de vuelta a casa, después de 2700 metros (mi sesión más larga de entrenamiento en el agua hasta el momento). Es lo que pienso ahora, aquí en una mañana tranquila de descanso y de tareas cibernéticas: el camino es largo -ser triatleta y tener deficiencias (nadar mal, por ejemplo) no están reñidos. Al contrario, ser triatleta es, en gran parte, recorrer ese camino y enfocarlo para, a través del sacrificio, solventarlas en la medida de lo posible. Suena místico, suena cursi, suena estúpido: pero así es. Se puede disfrutar con el sacrificio si te gusta algo -y lo bueno del triatlón, si te gusta, es que el margen para la mejora es siempre tan amplio que uno no puede nunca dejar de sacrificarse, de decir ahora empieza todo. Y sobre todo, de contemplar los pequeños sacrificios de cada día o de cada semana como parte imprescindible del todo -así me ventilé yo las series de ayer, tomando aire de mis proyectos de futuro y diciendo esto lo estoy haciendo para poder hacer mil cosas que quiero hacer.

martes, 20 de septiembre de 2011

Atracón Sierra Nevada 2011: fracaso es no haberlo intentado

El Mulhacén, majestuoso, un faro para mi futuro en el triatlón
La montaña pone a cada uno en su sitio. Además de haberme puesto varias veces en mi sitio, las montañas llevan unos cuantos años enseñándome cosas sobre mí, sobre mi estado de forma, sobre las cosas a las que puedo aspirar, sobre lo que es posible y sobre lo que es imposible. También sobre los demás. Llevaba tiempo pensando en hacer las dos cumbres más emblemáticas de Sierra Nevada, el Mulhacén y la Alcazaba, en el mismo día; además, hacerlas desde Trevélez, sin paños calientes y sin atajos de distancias ni desniveles. Tantas ganas tenía que este verano se me ocurrió montar un evento Facebook, juas juas, al que invité a gran parte de mis amistades y conocidos relacionados con el deporte y con otros derroteros de la vida. Al final, tan sólo nos apuntamos cuatro aguerridos aspirantes montañeros a lidiar con semejante reto: Trevélez-Siete Lagunas-Mulhacén-Siete Lagunas-Alcazaba-Siete Lagunas-Trevélez. 2400 metros de desnivel positivo y otros tantos de desnivel negativo para el cuerpo. El caso es que el sábado pasado, a las 7.40 de la mañana, Lola, Jose, Simón y yo nos pusimos en marcha para lidiar con este pedazo de frikada. El resultado fue un éxito parcial -tan sólo hicimos una de las dos cumbres previstas, el Mulhacén; la Alcazaba, debido al viento exagerado y al cansancio acumulado, se quedó para mejor ocasión. Al final, unos 2300 de desnivel, 29,6 kms y unas 11 horas de marcha exigente. Desde aquí, felicitar y dar las gracias al resto del equipo y recordarles que, sin duda, fracaso es no haberlo intentado.
Como decía al principio de la entrada, la montaña es muy sabia y me ha enseñado muchas cosas en los últimos años: quizás la moraleja que puedo extraer de este reto cumplido tan sólo a medias es que no caben las prisas para las grandes empresas. Cada cosa tiene que pasar, necesariamente, por las etapas de rigor y por los escalones establecidos -no tiene sentido forzar la máquina si no es para disfrutar, no tiene sentido apresurar las cosas sólo por apresurarlas. En el camino, en las etapas, en disfrutar el recorrido está la clave. Aplicado al mundo del triatlón y de mis proyectos dentro del mismo, la moraleja no deja lugar a dudas: no se puede simplificar las cosas. Si el Mulhacén y la Alcazaba no se dejan conquistar en el mismo día, me están mandando una señal de que debo ir consolidando etapas antes de dedicirme a aventuras verdaderamente grandes y exigentes. Suena todo muy misterioso, pero yo me entiendo. Con ese eco montañero de exigencia y de disfrute dosificado nos quedamos hoy.

martes, 13 de septiembre de 2011

Multideporte, luces y sombras: necesito una rutina ya

La natación, ¿la reina del multideporte?
Practicar multideporte es una gran fuente de satisfacción, salud y entretenimiento. Correr, montar en bici, nadar, hacer trekking o lo que se tercie, todo junto, tonifica, da esplendor al cuerpo, mantiene en forma el corazón, ahuyenta resfriados, potencia las defensas, mejora el humor, mantiene a raya el estrés. Sí, la práctica de varios deportes es aun mejor que la de uno solo -no hay duda. Sin embargo, cuando esta práctica multideportiva está ligada no sólo al disfrute sino también a los objetivos de un aprendiz de triatleta (nadar mejor, mejorar en las tres disciplinas, pasar a distancias y pruebas más largas y exigentes), hay que valorar también los problemas y sombras que trae consigo. En otras entradas he hablado de la dificultad que a veces tengo para organizar entrenamientos: meter alrededor de 10 sesiones semanales de entrenos tiene su intríngulis y su misterio, sobre todo cuando hay más cosas aparte del multideporte -trabajo, obligaciones domésticas y familiares, vida social... Hasta aquí no creo haber dicho nada nuevo: supongo que todo el mundo pasa por estas dificultades de organización y de encaje de bolillos que tienen que ver con la práctica del triatlón y del multideporte orientado a objetivos. Me apetecía, de todos modos, reflexionar y redactar un listado de errores organizativos o psicológicos por los que, ahora mismo, estoy pasando:

1. No disponer de suficiente tiempo para realizar las sesiones deseables
2. No disponer de suficientes fuerzas para realizar las sesiones que pensábamos que eran las deseables
3. Querer ser un máquina en todas las disciplinas
4. Querer dedicarle el mismo tiempo, con la misma exigencia, a todas las disciplinas
5. Realizar demasiadas sesiones basura sin un objetivo concreto
6. Plantearse objetivos demasiado exigentes, tanto en la planificación de entrenos como en competiciones
7. Plantearse objetivos demasiado poco exigentes, tanto en entrenos como en competiciones
8. No realizar la suficiente técnica en cada una de las disciplinas y acabar corriendo por correr, nadando por nadar, montando en bici por montar en bici
9. Tener remordimientos por no poder hacer todo lo previsto y/o lo deseable
10. No ser capaz de asumir sin remordimientos que una sesión de una disciplina extra (trekking, por ejemplo) puede sustituir sin problema a una de las sesiones previstas
11. No tener la flexibilidad suficiente para tolerar los imprevistos de lo cotidiano
12. No escuchar al cuerpo -no descansar lo suficiente

En esta primera mitad del mes de septiembre en que, como docente, me encuentro entre dos aguas, me está siendo dificil entrenar con cabeza: sigo corriendo de manera más o menos normal, sigo nadando de manera más o menos normal (con alguna novedad que ya contaré detenidamente en otra entrada), sigo sin coger la bici nada más que para ir al trabajo... Sigo con una cierta normalidad, pero me falta chispa: es como si arrastrara el cansancio acumulado de meses sin un verdadero descanso y sin parar de entrenar. Es también, diría que esto es lo más importante, el hecho de que cometo todos los errores que he detallado arriba y, encima, no tengo una rutina sensata establecida que pueda seguir todas las semanas. A falta de empezar las clases y el trabajo en horario normal, me encuentro en una especie de limbo postvacacional que no quiere oír hablar de rutinas... Las cosas volverán ya mismo a su cauce normal: este jueves comienzo las clases y la semana que viene será ya una semana normal. Para el lunes que viene debo tener una rutina clara: rutina de entrenamientos con cabeza y, cómo no, un objetivo concreto y asumible (sin ese objetivo, dudo que la rutina tenga mucho sentido). Entonces espero que este aprendiz de triatleta recupere la chispa del multideporte.

viernes, 2 de septiembre de 2011

Hoy empieza todo: adiós vacaciones / bienvenido nuevo ciclo

Quedaron atrás las nubes de las vacaciones -ahora toca centrarse en el nuevo ciclo
 Se acabaron las vacaciones. Empezando a trabajar y retomando el nivel del mar, entramos en septiembre. Mes complicado donde los haya: vuelta al trabajo, ajustes, nostalgia, días más cortos. Un curso nuevo. Un ciclo nuevo. En cuanto a lo que al triatlón se refiere, julio y agosto han terminado como sigue: 60 horas 05' de entrenamiento para 64 sesiones.

Swim: 55750 metros (+750 m del triatlón sprint)
Bike: 29 kms (+20 kms)
Run: 418 kms (+5 kms)

Sin comentarios: salta a la vista que más que al triatlón, me he dedicado al aquatlón. Por lo demás, ha sido el verano de mi segundo tri. Y el verano en que me he vuelto a dar cuenta de lo difícil que, a veces, llega a ser ajustar entrenos e intenciones ideales a la realidad y a las exigencias de la vida. Lo más positivo que saco de estos dos meses son dos cosas: por un lado,  el esfuerzo que le he dedicado al agua, esfuerzo que en las últimas sesiones de agosto me ha dado algún fruto (más fondo y mis primeros 2150 metros seguidos sin parar; sesiones consistentemente por encima de los 2000 metros cuatro veces por semana; mayor autoconciencia de la técnica y buenas sensaciones con cierta frecuencia). Por otra parte, mi confirmación como triatleta me ha vuelto a mostrar que esto me gusta y que quiero seguir, en serio, con el tema. De ahí lo del nuevo ciclo: como he dicho tantas veces, ahora empieza lo bueno. Y es ahora, a comienzos de septiembre, cuando de verdad empieza (o vuelve a empezar) todo.

martes, 23 de agosto de 2011

Días de semidescanso y cuatro asignaturas pendientes

Los paisajes de siempre, el escenario de muchos kilómetros este verano
Todavía no ha terminado el verano y ya sé que los resultados deportivos no van a ser tan completos como los del año pasado. Aunque hay quien dice que menos es más y cuestiones por el estilo, a mí me gusta hacer horas y kilómetros y metros. Y sí, puede ser que menos sea más, puede ser que andemos todos un poco demasiado obsesionados con los números; puede ser que exista el factor calidad frente al cantidad. Sí: todo eso está muy bien, pero el año pasado acabé agosto tan contento de mis kilómetros en bici, de mis metros en la piscina de La Granja o de mis kilómetros por el campo segoviano... Y, al final, en esto del deporte, en esto de entrenar, en esto de correr o de hacer triatlón, creo que se trata de acabar contento, combinando calidad con cantidad, mucha cantidad. Ni más ni menos. Y sí, este año estoy haciendo metros en la piscina, he hecho mi segundo triatlón, estoy corriendo y he disfrutado corriendo por mis sitios maravillosos de siempre y por mi ciudad favorita de siempre, pero me falta algo: sin duda, estaría mucho más satisfecho si estuviera cogiendo la bici, pero, como ya he repetido varias veces este verano en este blog, no me lo pide el cuerpo -y, eso lo tengo bien aprendido, la bici de carretera te la tiene que pedir el cuerpo. Si no, malo... Bueno, pues indudablemente, esa es la primera asignatura pendiente de cara al curso que viene (es curioso cómo los profes concebimos el tiempo y los años de otra manera: para mí el año empieza con el curso, en septiembre, y ahora es un momento estupendo para hacer planes, proyectos y resoluciones). Decía: primera asignatura pendiente, la bici. Nada que añadir. Segunda asignatura pendiente: entrenar de manera más sistemática y orientada al triatlón (y no a tres disciplinas independientes): creo que tengo que integrar mis semanas de entrenamiento de otra manera; no puedo seguir corriendo tanto como corría cuando sólo corría... No puedo sentirme frustrado por no hacer metros y kilómetros sin más. Integrar de manera inteligente, prioridad número dos para septiembre. Tercera asignatura pendiente, el agua: creo que lo tengo ya decidido y en septiembre me uniré a un club de natación. Entrenos compartidos y mejora de la técnica, opiniones expertas y mejora de tiempos... Eso espero.
Por lo demás, después del triatlón del día 13, la semana pasada fue una semana de semidescanso: a half-arsed week. Ni descanso del todo, ni mis números habituales: 5 horas 56', para 6 sesiones -tres de natación (6550 metros) y tres de carrera (40 kms). Destaco una sesión por la Cañada Soriana Occidental por el campo de Segovia -cómo me gusta entrenar en la provincia de Segovia: buenos desniveles y toboganes constantes. Tampoco estuvo mal la sesión del domingo: más de 14 kms entre relámpagos y truenos, con una buena sucesión de cuestas... Reflexionando sobre todo esto, quizás debiera incluir una cuarta asignatura pendiente: la de aprender a descansar sin mala conciencia y a ser menos exigente conmigo mismo (¿y también con los demás?)...
Termino esta entrada con los resultados y clasificaciones oficiales de mi segundo triatlón: al final, unos segundos menos que los que había anunciado por mi crono y cosas interesantes en los tres parciales: la clave es que perdí tiempo respecto a mi debut en las tres disciplinas -9' en la natación, 3'30'' en la bici y 2' en la carrera a pie. Peor preparación, agosto frente a junio, días previos en Londres sin nadar nada y disfrutando de la real ale, conducir 200 y pico de kilómetros antes del triatlón, malísimas transiciones... Son posibles explicaciones. Bueno, ahí van los resultados:
Tiempo oficial: 1h 25'39'', puesto 138 de 152 en categoría masculina; puesto 147 de 171 llegados; puesto 36 de 38 en mi categoría V1
Agua: 23'54'', puesto 155 de 155 (categoría masculina)
Bici: 40'51'', puesto 140 (masc)
Pie: 20'54'' (promedio 4'11''), puesto 58 (masc)
Lo bueno de unos resultados tan desastre es que nos permiten tener mucho margen para la mejora. Y de eso se trataba, ¿no?. Juas.

lunes, 15 de agosto de 2011

XXI Triatlón del Canal de Castilla: la crónica de mi segundo tri

Medina de Rioseco. Volver a sentir. Sí: ese es el lema turístico de este pueblo de Tierra de Campos, en la provincia de Valladolid. Es también lo que se lee en la camiseta que nos dieron a los 180 triatletas (incluidos algunos, muy pocos, de mi categoría aprendices) que participamos en este clásico de los triatlones de Castilla. Todo empezó a la una y media del medio día cuando, acompañado de Simón, mi utillero y fotógrafo de lujo, me monté en el coche para hacer los 200 y pico kilómetros para llegar hasta boxes. Calor de mitad de agosto y pocas ganas. Pero bueno, es lo que tocaba, que para eso se me había antojado hacer mi segundo sprint a mitad del verano en plena llanura castellana. Y la verdad que el lema turístico tuvo su sentido: por un lado, volví a sentir lo que es hacer un triatlón, el gran ambientazo precarrera, el espectáculo en el que uno se ve inmerso, la excitación frenética de boxes y transiciones, de la que, como ahora se verá, poco pude participar; por el otro, volví a sentir lo mucho que me falta por aprender y mejorar en el agua y en la bici. En fin, continuamos: llegamos a Medina sin novedad, hidratación, dorsal, vestimenta, boxes, sorpresa grande. ¿Qué pasa? Que no se puede usar neopreno: uff, había leído en todas las crónicas de años anteriores que el agua del Canal de Castilla en esta época está fría como el hielo (o casi); este año el agua está fría, pero no lo suficiente... Dudas: ¿cómo me saldrá la natación sin neopreno? Decido probar el agua, llevo unos diez días sin nadar y quiero ver sensaciones: no son malas del todo, parece que no se me ha olvidado porque, al menos, no me hundo. Para quien no conozca el sitio, el agua se hace en la dársena del Canal de Castilla, una especie de puerto-presa gigante muy bonita, con el agua parda y totalmente opaca y con grandes cambios de temperatura -el recorrido es una vuelta y media a un circuito entre dos boyas. Lo de meter la cabeza y no ver absolutamente nada es una sensación nueva: volver a sentir. 
La tensa y fresca espera
 Así las cosas, se hacen las seis de la tarde y el triatlón debe empezar: la salida se hace desde dentro del agua. El juez nos tiene 5 minutos tiritando dentro del agua y, por fin, suena la bocina. Algunos palos, pocos porque me pongo en la parte de atrás; primeros minutos con cierta angustia y la pregunta del millón: ¿qué coño hago yo aquí metido dando manotazos en este chocolate aguado? Decido tranquilizarme, regular la respiración y acordarme de mi objetivo para este tri: terminarlo para poder continuar con esto, sin más. Así, me tranquilizo y veo que no voy mal. Primera boya. Para entonces ya voy, claramente, fuera del grueso de participantes. El segundo largo hasta alcanzar la primera boya por segunda vez se me hace eterno: voy demasiado pegado a la orilla del canal, por la parte de fuera, por lo que tengo que tirar hacia dentro. A ratos presiento que voy con gente, toco alguna pierna o me dan algún golpe, pero el agua turbia me despista. Tiramos para la segunda boya, último largo y sigo teniendo una gran confusión de sensaciones. Volver a sentir. No sé si voy solo o acompañado. No sé si voy bien o mal. Todo se complica porque la lancha de los bomberos provoca un oleaje tremendo: no sé si estoy en el Canal de Castilla o en alta mar. La cosa es que llegamos y hay que tirar hacia la escalerilla de salida... Creo intuir más gente que sale a la vez; unas manos de la organización que me ayudan a salir, y es entonces cuando empiezo a preguntarme cosas -¿tan mal estoy que me ayudan a salir?
Saliendo el último o penúltimo del Canal de Castilla
Es entonces cuando noto que llevo un mareo del quince y medio encima, y cuando le echo una ojeada al cronómetro: 25 minutos. Sí: como suena. 25 minutazos. T1: llego a boxes -soledad de boxes donde sólo hay dos bicis colgadas, la de alguien que ha abandonado y la mía -mis compis de reparto en Los últimos de Filipinas se han esfumado y no hay ni rastro de ellos.
La soledad de boxes
 Sigo preguntándome cosas, y es que sigo aturdido y confuso: ¿pero tú te ves montándote en la bici, enganchándote y tirando del cuerpo 20 kms? La soledad era, es, esto. Soy el último y eso no anima nada. Tiro de amor propio y de objetivo: se trata de terminar tu segundo tri, vamos... Así las cosas, saco la bici por donde intuyo que debo sacarla, me intento montar, gente de la organización que dice "en la línea, en la línea". Me dan ganas de decir "¿dónde cóño está la línea?", pero no tengo fuerzas ni para eso. (Un aparte: mal la organización en cuanto a señalización, mal tirando a muy mal).
Sacando fuerzas de flaqueza bajo la atenta mirada del hombre de la gorra
 Por fin en la bici, compruebo que no me caigo; enganchado ya, empiezo a intentar darle duro, pero al poco de la salida empieza una zona de baches y mal firme que me hacen volver a preguntarme cosas... Afortunadamente, el firme se arregla enseguida: una carretera estrecha, castellana en toda su escueta definición, bellísima y llana, pero punteada de toboganes. Me voy reponiendo; voy dando caña e intentando coger a los últimos de la bici. Me cruzo con los primeros y con el grueso de participantes, que ya vienen de vuelta. Horror. Esto pinta muy regular. Sigo dándole fuerte, suponiendo que a alguien tendré que alcanzar. Llegamos al kilómetro 10 y me encuentro un giro en 180 grados -carretera cortada con una cinta, maniobra y enfilamos la segunda mitad. Por fin adelanto a alguien: un triatleta que me saca por lo menos veinte categorías y casi veinte años -la cosa sigue pintando regular. Sigo, ahora con el viento en contra, pero intentado no bajar de la media de 33 kms/hora. Adelanto a alguien más: una aguerrida triatleta castellana con bici de montaña con ruedas de tacos gordos. Dios, vaya logro acabo de acometer! Esto sigue pintando regular...
El caso es que, cuando me doy cuenta, estoy de vuelta en Medina de Rioseco; ya no soy el último: voy el antepenúltimo. T2: entro en boxes y decido echar el resto porque, no nos engañemos, yo soy un runner de categoría; me calzo las Mizuno y mi buff y salgo a comerme el mundo.
Yo, mi buff y mi rabia: piernas para qué os quiero
El mundo en este caso son los caminos de sirga del canal: caminos de tierra entre árboles, deliciosos por el piso, por las sombras y por las vistas. Pero, tampoco nos engañemos, yo no estoy para goces estéticos: lleno de rabia me propongo adelantar a todo bicho viviente que vea por delante. Lo que queda en carrera a estas alturas son, evidentemente, los corredores más flojos, así que la tarea no es difícil del todo. Entre pitos y flautas, entre kilómetro y kilómetro, creo que adelanto a quince o veinte triatletas, quizás menos, quizás más. El caso es que entro en meta en 1 hora 25'45''. Todavía sin tiempos oficiales ni clasificaciones, pero, sin duda, todo un tiempazo: sí señor, para clasificarme para Londres 2012...
El aprendiz de triatleta con cara de satisfacción después de haber terminado su segundo sprint en 14 minutos más que en su debut
 Y ¿qué saco en claro de todo esto? Pues en primer lugar, que se trataba de completar mi segundo sprint: hasta ahí, objetivo cumplido. He vuelto a confirmar, he vuelto a sentir, que esto me gusta y que quiero seguir con la aventura del triatlón, a pesar de todo lo que me hace falta seguir mejorando y aprendiendo. En segundo lugar, he comprobado lo que Ironmangadir me comentó en Movescount: cada triatlón es un mundo. Efectivamente, no se puede comparar mi primer sprint de junio y este: ni recorridos, ni nivel de participantes, ni ninguna circunstancia. Ni, por supuesto, tiempos: este lo termino en 14 minutos más que en mi debut. Y, con eso, enlazo con mi tercera reflexión: ¿qué puede justificar que haya hecho 10 minutos más en los 750 metros del agua? No creo que el uso de neopreno pueda suponer una ventaja de 10 minutos; ¿los 10 días sin nadar? ¿el recorrido del Tri de Almería era sensiblemente más corto que este? ¿mi recorrido demasiado alejado de las boyas y demasiado por el contorno del canal? Ni idea; en cualquier caso, aquí sólo cabe una cosa: seguir mejorando y buscar el siguiente... Volver a sentir.

sábado, 13 de agosto de 2011

Stand-by -corriendo por Londres y el previo de mi segundo tri

Lo he dicho unas cuantas veces ya en este blog, pero ya sabéis cuánto me gusta repetirme: para mí, conocer una ciudad, sentirte parte de ella, integrarte en su trama urbana y participar de su vitalidad, pasa por conocerla corriendo. En los últimos años, he corrido por un montón de sitios a los que he viajado: desde Tetuán hasta Nueva York, desde Helsinki a Utrecht, desde Barcelona a Estocolmo pasando por Oslo o Vilnius cuajadito de nieve... Y, por supuesto, estos días en Londres, he vuelto a correr por esta ciudad que conozco bien: recorrerla corriendo cada mañana me ayuda a conocerla más, a reconocerla y a observar cómo se ha reinventado y recreado en los últimos años. Triathletes of the world, unite and take over... Ese podría ser el lema del Londres de 2011. Y es que el triatlón se ha convertido en el plato fuerte de la ciudad: cientos, miles de corredores y de ciclistas inundan a diario la ciudad -y en un porcentaje alto, es fácil adivinar que esa gente que va en sus bicis de carretera o a bordo de sus zapatillas al trabajo o a sus casas o a sus gimnasios, practican triatlón. No puede ser de otra manera en una ciudad que en dos fines de semana consecutivos celebró el London Triathlon y las Dextro Energy Series de la ITU; en un país donde hay tres revistas mensuales de triatlón y un sinfín de tiendas de material. Un país donde montan un escaparate conmemorativo en Foyle's, una de las mayores librerías de Londres...
En cualquier caso, Londres quedó atrás con 80 kms en seis sesiones de buen running, a buenos ritmos y disfrutando mucho del Thames Path. Londres quedó atras y lo que toca ahora, esta misma tarde, es mi segundo tri. Cerraré aquí, comida, montaje de la bici en el coche y toca tirar para Medina de Rioseco -aunque llevo diez días sin nadar, espero terminar sin problemas y disfrutarlo tanto como el primero. Unas notas de reflexión en forma de preguntas que pueden valer para cualquiera al borde de cualquier evento deportivo -sacadas de un artículo de la revista 220 Triathlon: ¿por qué haces esta carrera? ¿confías en tu preparación y nivel de forma física para esta carrera? ¿cuál es tu primer objetivo para esta carrera? Respondo con urgencia: hago el Triatlón del Cana de Castilla porque me parece un sprint atractivo (me intriga cómo es nadar en la dársena de un canal) y porque está cerca de donde estoy ahora mismo, también porque quería hacer otro sprint lo antes posible; segunda pregunta: tengo mis dudas porque llevo sin hacer nada serio con la bici mucho tiempo y porque llevo 10 días sin nadar; pero bueno, para terminar un sprint, creo yo que estoy... Tercera pregunta: mi objetivo es terminarlo, consolidar el escalón de los sprint y seguir con esto. Bueno, saldremos de dudas esta tarde.

lunes, 1 de agosto de 2011

Julio clausurado

Tenía ganas de entrar en agosto -supongo que, sobre todo, por clausurar un julio que ha sido duro y exigente, familiar y emocionalmente. Emocionalmente hecho papilla, superando entrenos diarios en paciencia y en cuestiones de la vida real, al fin terminé el dichoso mes de julio. En cuanto a la vida paralela, la ideal, la de mis entrenos triatléticos, la de mis sueños, la cosa terminó con un aprobado bajito: 38 sesiones para un total de 34 horas de entrenamientos que dieron de sí lo siguiente...
Swim: 35600 metros
Bike: 28,7 kms
Run: 215,7 kms
Medio satisfecho de la carrera a pie y del agua; super insatisfecho con la bici, tal y comenté en la entrada anterior, no ha habido claridad mental para compartir asfalto con los coches del verano madrileño. Se quedan en la mochila una buena carrera a mitad del mes (creo que nunca había terminado tan arriba en la clasificación en ningún sarao de estos) y muchísimos metros de piscina, los mismos que me hacen pensar que algo debe seguir fallando. Y es que, el razonamiento es el siguiente: si después de tanto esfuerzo acuático ayer me sale un 1000 en 22'50'' y tengo que echar una instancia para que un 100 me salga en 1'50'', algo debo hacer mal.
Bueno, por los poderes que me otorgan Blogger y esta entrada, echo el mes de julio en el olvido y entro en agosto: hoy un rodaje compartido, por fin, 12 kms corriendo a unas horas intempestivas y con un calor propio del día 1 de agosto. Había que empezar agosto con energía. Por cierto, objetivos para este mes: salvar los muebles de este verano; disfrutar y correr por Londres a partir de pasado mañana; mi segundo sprint, el XXI Triatlón del Canal de Castilla, en el que ya estoy inscrito; hacer un poco más de bici en la segunda quincena del mes... Otros objetivos a más largo plazo se quedan para otras entradas. Buen agosto a todos!

martes, 26 de julio de 2011

Actualizando: entrenar sin ton ni son y disfrutar porque sí

Julio está siendo un mes raro en muchos aspectos. Cuidar de dos padres octogenarios y reflexionar a diario sobre la naturaleza de la vida, sobre lo que somos al hacernos mayores y sobre el paso del tiempo están condicionando sobremanera mis semivacaciones. Y claro, al final, acabo preguntándome si realmente triatlonear y tener una vida paralela de ratos de entrenamiento, de ilusiones y de planes triatléticos tiene realmente sentido. Pero claro, al final, como siempre, acabo concluyendo que sí: menos mal que se inventó el deporte -menos mal que cada uno tiene sus vías de escape. Si no, nada sería posible. Nada sería soportable.
Por eso, este mes estoy metiendo horas de entrenamiento un tanto sin ton ni son. He vuelto a descubrir y a utilizar el entrenamiento como eso, como una vía de escape y de higiene mental -por todo esto, los entrenamientos que hago no tienen demasiado sentido. No es que sea yo muy dado a la planificación en los entrenamientos: sí, me sé cierta teoría; sí, he intentando ceñirme a planes y a ciclos de 3 semanas carga-1 semana carga cuando me he preparado maratones o medias maratones. Sí, soy consciente de que la planificación es la base para el progreso en este negocio. Sí. Pero desde luego, desde que triatloneo más en serio me es difícil planificar: intento seguir metiendo muchas horas de carrera a pie e intento progresar en el agua a través de muchas horas de piscina. Así, sin ton ni son. Y, además, como están las cosas este mes de julio, la bicicleta casi ni tocarla (no tengo la cabeza con la claridad necesaria para la carretera), y la carrera a pie y el agua en esa misma línea, sin ton ni son, en plan meter horas por meter y, más que nada, por conservar la salud mental. Así las cosas, la semana pasada me salieron 8 horas 56 minutos de entrenos en diez sesiones:
Run: 5 sesiones para 51 kms
Swim: 4 sesiones para 8800 metros
Bike: 1 sesion para 29 kms
Y no digo que no haya una lógica detrás de todos esos metros y kilómetros, probablemente la hay (la sesión de casi 15 kms de cuestas y toboganes del domingo pasado tiene que tener una lógica y algún efecto positivo, si no, apaga y vámonos); pero no puedo engañar a nadie: ni ciclos, ni semanas de carga ni de descarga, ni planificación. Simplemente, horas que me han sacado de la tristeza que me produce contemplar los estragos del paso del tiempo, horas que me han hecho disfrutar porque sí.

jueves, 21 de julio de 2011

Siempre hay una primera vez... (Progresos en el agua, 2ª parte)

El otro dia terminaba la última entrada reflexionando, más o menos, sobre las continuas oportunidades que nos brinda el deporte de hacer cosas, de alcanzar nuevas sensaciones, nuevos límites, por primera vez. Estas semanas de semivacaciones (qué diablo querré decir con esa palabreja) en la sierra de Madrid me están dando oportunidades nuevas para experimentar: por ejemplo, ayer, por primera vez en este verano y en mi vida, recorrí con mi Trek los paisajes de los veranos de siempre. Bajo la atenta mirada de La Maliciosa y de Siete Picos (cómo iba a ser de otra manera), comprobé que una salida rutinaria por las carreteras de la comarca, 28 kms de nada, dan para hacer muchas piernas: lo digo por los 432 metros de desnivel positivo que salieron.
Pero bueno, no quería hablar yo hoy de la bici, sino del agua. La semana pasada nadé, por primera vez 8400 metros en cuatro sesiones. Esta semana voy por el mismo camino y hoy, por primera vez, he hecho un entreno de 2300 metros en la piscina. La verdad que, por un lado, sigo insatisfecho con mi manera de nadar, con mis tiempos. Por otro, hago balance y creo que en dos años he cogido mucho fondo, he bajado 5 minutos en 1000 metros, he mejorado algo la técnica y, sobre todo, soy más consciente de mi forma de nadar. Como, en definitiva, una imagen vale más que mil palabras, y como este blog también es una especie de portfolio de mi evolución y aprendizaje como triatleta, terminamos la entrada con un vídeo que el socorrista de mi piscina de este verano me grabó el martes pasado.
Ana, mi amiga y monitora de confianza, ya me ha hecho un análisis pormenorizado de la situación: digamos que tengo que estirar más la brazada, que tengo que coger más agua en la parte acuática de la brazada y no llevar los brazos tan por fuera, tengo que recobrar el brazo más estirado y luego doblarlo... En fin, muchas cosas; lo importante es que, a la espera de más análisis profesionales y más consejos, estoy manos a la obra y dispuesto a seguir mejorando. Otra cosa importante, estoy seguro de que habrá un día en que, por primera vez, diga: joder, qué bien nado por fin.

lunes, 18 de julio de 2011

II Noche de Miaccum: crónica de una noche mágica

¿Alguna vez habéis corrido una carrera con dos camisetas? Pues yo sí: por primera vez en mi vida, corrí la II Noche de Miaccum, carrera popular nocturna, con dos camisetas. Un claro síntoma de que iba a ser, estaba ya siendo, una noche especial y con cierta magia. Quizás la magia reside en los ojos con los que uno se empeña en ver las cosas, quizás el espíritu de las ruinas romanas tuvo algo que ver, quizás fue la luna llena que no nos alumbró nada porque se empeño en salir por encima del Cerro del Telégrafo justo al terminar la carrera, o quizás fue mi status de cuidador geriátrico que se vino arriba por participar en un evento deportivo con tanta gente popular de los pata negra... Y bueno, lo de las dos camisetas tiene su explicación: como no llevaba mochila ni nada y dieron las camisetas técnicas (muy chulas, por cierto) en la recogida de dorsales, no tuve otra alternativa que ponérmela debajo de la que ya llevaba.
Y, claro, la magia de la noche no se limitó a llevar dos camisetas (qué magia tan pobre, os oigo pensar al leer esto). La magia de la noche tuvo muchos ingredientes -por ejemplo, el conocer a Recuerdo Arroyo y a su pareja Jeff, que se pararon en su coche para preguntarme cómo se iba hacia la salida cuando yo iba andando hacia allá y, ya puestos, me llevaron. Resulta que Recuerdo es un pedazo de corredora que ha ganado varias veces la San Silvestre Vallecana y que es conocidísima, por sociable, por encantadora y por buena corredora, en todo el circuito de carreras populares de la Meseta... Ahí que estuvimos charlando y calentando juntos un rato, que me bastó para poder ver la pasión con la que se toma esto del correr. También, gracias a Recuerdo y a Jeff, conocí a otro popular, Paco: un tío de 62 años que sigue corriendo a diario y que ha debido correr tropecientos Mapomas y yo qué sé más. Conocer a esta gente antes de una carrera es pura magia deportiva. La verdad que se veía el buen ambiente antes de la salida -que si un escenario con baile, que si un concurso de disfraces de temática romana (no nos olvidemos que Miaccum es un yacimiento romano recientemente puesto en valor en Collado Mediano), que si un chiringuito, que si puestos de artesanía -de todo un poco... También unos 400 runners que nos dedicábamos a describirnos mutuamente  los tramos complicados de la carrera y a mostrárnoslos en la medida de lo posible: un trozo de calzada romana con unas zanjas-trialeras-gradas naturales muy puñeteras, prados bacheados, en fin, cosas básicas que había que saber antes de la salida.
Yo, como me suele pasar siempre, acudí a la carerra con muy pocas ganas de correr. Juas juas juas: las paradojas del aprendiz de triatleta. Lo de siempre -pocos ánimos, que de repente se multiplican al oir el pistoletazo de salida... Y ahí continuó la magia de la noche -pistoletazo de salida y ahí que voy, tonto el último, como un galgo y con ganas de correr de verdad. La carrera, la verdad, es complicada: el desnivel es escaso (ciento y pico metros) pero el terreno es mágicamente complicado, máxime cuando es una carrera nocturna y a partir del primer cuarto de hora se ve poco, por no decir nada  (no se ve gota, se diría en Amería) -en fin, una carrera ideal para soltar adrenalina y para ir con el corazón en un puño (por no decirlo de manera más cruda) pensando en un posible hostiazo o traspiés o resbalón o tropezón en una trialera, en una piedra, en un boquete... Quizás la organización se podría plantear recomendar zapas de trail para la próxima e insistir un poco más en el tema de los frontales: no vale cualquier frontal para un recorrido nocturno como este; el que yo llevaba, por ejemplo, era, más que nada, testimonial, y el hecho de que no me cayera ni tuviera ningún percance, más que algún tropezón sin importancia, lo atribuyo a la magia de los dioses que todavía deben habitar en los restos de la posada romana de Miaccum. Un percance en esta carrera nocturna y se acabó la temporada, eso es lo que iba pensando en voz alta otro integrante del equipo mágico, Carlos, un corredor con el que coincidí en la salida y con el que corrí casi toda la carrera. Tanto es así que entramos en la meta de la mano y juntos en honor del compañerismo deportivo, según lo llamó él. La verdad que ha sido en esta carrera, cosas de la magia, donde más he podido comprobar que las situaciones límite que nos propone a veces el deporte favorecen este tipo de vínculos estrechos que, una vez que la carrera termina, se desactivan tan naturalmente como el deporte los creó. Estas relaciones tan estrechas que duran unos minutos me recuerdan a la cercanía emocional que se establece en las cumbres de las montañas -llegas a un 3000 y hablas y te abrazas con los que hay ahí como si los conocieras de toda la vida. Llegas a meta en Miaccum, sano y salvo y sin romperte la crisma, y te da por entrar de la mano en plan compañerismo... Bueno, interrumpo las reflexiones y me dirijo hacia la meta; precisamente llegando a meta el panorama era bellísimo: la noche, las luces, la luna que acababa de salir... Y, sobre todo, la meta: bendita meta. Al final: 44'19'' para casi 10 kilómetros y medio. 4'15'' de promedio y puesto 18 de la general (de un total de 368 llegados a meta) y de la categoría emperadores. En fin, pa' habernos matao. Nada mal el resultado, buena carrera, que, por las fechas,  me vendrá bien como entrenamiento para el sprint de Medina de Rioseco, si finalmente me inscribo. No quiero cerrar la crónica sin hablar del mágico montadito de chorizo a la brasa que te daban al entrar en meta: montadito que muchos participantes despreciaban (qué talibanes de la dieta nos volvemos a veces los deportistas...). Yo opté por dar buena cuenta de él. Como le dije a Recuerdo, si no me ha matao una de esas zanjas, que me mate el montadito de chorizo. 
Por lo demás, la semana pasada terminó con 7 horas 43 minutos de actividad física (excluyendo pesas y abdos): 5 sesiones de carrera a pie para 51,6 kms y 4 sesiones de piscina para 8.400 metros. En mi vida había nadado tantos metros en una semana. Tampoco nunca había quedado en el puesto 18 de una carrera. Lo que aprende uno con el deporte: siempre hay primeras veces para todo; parece mentira lo que damos de sí. En fin, reitero: pa'habernos matao.

lunes, 11 de julio de 2011

Y esta semana... carrera: II Noche de Miaccum

Entrando ya en la segunda semana en la sierra de Madrid, convendría hacer balance de la primera, que terminó con 8 horas 10' de entrenamientos: cuatro sesiones de piscina para 7600 metros y cinco sesiones de carrera a pie para 55,6 kms -todo ello sin contar las sesiones diarias de estiramientos, abdominales y pesas que no meto en Movescount. Por cierto, cada vez me gusta más Movescount de Suunto para almacenar entrenos: la nueva herramienta de resumen que han puesto es genial y te permite comparar semanas por intensidades, horas, actividades y todo lo que a uno se le ocurra. Pero bueno, ya estoy yéndome por las ramas -se trataba de hacer balance y a eso voy: contento de estar haciendo cuestas y de estar corriendo a ritmos relativamente buenos con muchísima facilidad. Hace unos años, los primeros días que entrenaba por aquí, recién llegado de Almería, me costaba unos cuantos días de rodajes a pulsaciones exageradas: este año, cosas de la edad o del entreno acumulado, estoy con las pulsaciones super controladas y, lo que es mejor, disfrutando tela marinera del terreno. Dentro del terreno incluyo tanto los caminos de tierra, como el paisaje, como la altura, como los pinos y el resto de vegetación, que, este año tras un invierno de muchas lluvias, está pletórica. Bueno, buen balance para la carrera -además hacía varias semanas que, entre unas cosas y otras, no llegaba a ese kilometraje. Kilometraje que, por otro lado, antes de triatlonear, era el normal en todas mis semanas: in illo tempore en que uno era feliz haciendo tan sólo cuatro sesiones de carrera a pie, sin más... Qué sencillo era todo, parece mentira.
Siguiendo con el balance, entramos en el capítulo agua: balance agridulce esta vez. Afortunado por haber encontrado una buena piscina cubierta a tan sólo 7 kms de aquí; un poco contrariado porque no acabo de despegar. Sí, he bajado mi tiempo en 1000m en 46'' en tres meses; he mejorado un poco la técnica, pero... Pero algo debe pasar cuando no consigo dar el salto definitivo, bajar de los 1'50'' y tantos en 100m, de los 22' y pico en 1000m. Supongo que tengo que tener paciencia y tengo que seguir metiendo metros -y, la verdad, metros meto. La semana pasada, 7600. Hoy, sin ir más lejos, 2100 metros -creo que la sesión de más distancia que he hecho nunca en el agua: muy cómodo, con mucho fondo, pero muy lento...
Seguimos haciendo balance: bicicleta, suspenso. Como siga así, me queda la asignatura completa para septiembre. No encuentro el momento culotte, esa sensación de querer vestirte y ponerte las Sidi y tirar p'alante: carretera y manta... No lo encuentro porque me intimida sobremanera el tráfico de la zona: supongo que es cuestión de romper el hielo y empezar a aprovecharme de lo que hay por aquí -cuestas interesantes, puertos con renombre, vistas preciosas... Todo ello, aderezado con muchos coches...
Por lo demás, supongo que ya es hora de que hable del título de la entrada: el sábado toca carrera nocturna por las dehesas de Collado. Se trata de promocionar el yacimiento romano que descubrieron hace unos pocos años y que han puesto en valor. Miaccum era la población romana que existió en la dehesa y, alrededor de la posada y termas que han excavado, haremos la carrera. Frontal necesario para disfrutar de unos caminos agradables pero con un terreno muy apropiado para romperse la crisma. Como uno de los objetivos de la carrera (aparte de hacer negocio, como la mayor parte de eventos deportivos organizados en los últimos años) es la promoción y celebración del yacimiento, los disfraces en plan romano son bienvenidos... Aquí el aprendiz de triatleta pasa de disfraces y hará la carrera en plan indumentaria runner de siempre. Ahí nos quedamos hoy.

miércoles, 6 de julio de 2011

Verano en los paisajes de todos los veranos

Instalado ya en Collado, mi pueblo de vacaciones desde siempre, intento seguir con esto de triatlonear. Y digo intento porque, cuando uno sale de sus rutinas cotidianas, de sus itinerarios de siempre, las cosas se complican un poco. Y es que sí, estoy de vacaciones, pero también estoy con mis padres octogenarios. Y claro, tampoco es que esté cuidando de ellos en plan geriátrico, pero sí estoy al cuidado de muchas cosas como la intendencia y las compras. En fin: esto es un poco una recreación de eso de la realidad y el deseo, que convierte estos días en una curiosa mezlca de training camp y de residencia de la 3ª edad.
Pero que nadie se alarme, desde luego, parar de entrenar no he parado. Desde que llegué el sábado pasado he corrido cuatro días y he nadado dos. Lo de correr por el monte que aparece en la foto de arriba, el Cerro del Castillo, tiene su miga -me encanta porque creo que no hay nada como correr por una pista de tierra entre pinos. Me gusta también porque ese monte me ha visto crecer como corredor. Pero digo que tiene su miga porque correr por la sierra de Madrid tiene sus desniveles y sus cuestas. Sin planear mucha pretemporada, sólo con salir a correr por aquí, tiene uno resuelto mucho entreno de calidad: que si la altura (que tampoco es para tanto, unos 1100 metros, pero algo es algo), que si las cuestas, que si el calor. En resumen, buen entrenamiento para volver del verano en buenísima forma.
En cuanto a la piscina, he localizado la nueva piscina cubierta de Collado Villalba, centro acuático según pone en la fachada del edificio y centro municipal de natación según pone en el ticket. De acuerdo con esas denominaciones tan pijas, el precio es carísimo... Pero la verdad que ha sido una sorpresa estupenda porque me veía todo el verano nadando en una piscina descubierta sorteando niños de campamento tirándose a bomba.
Termino con la bici, la asignatura pendiente, de momento, de estos días de calentamiento: cómo echo de menos las carreteras tranquilas del verano pasado en Segovia. El tráfico en la sierra de Madrid es, por decir algo, intimidante todos los días y a todas horas. Tengo ya decidido y estudiado un buen itinerario base pero, como todavía no me he atrevido a sortear coches, mejor lo describo en otra entrada.
Una última reflexión antes de cerrar el chiringuito por hoy: vacaciones y continuar entrenando de manera normal. ¿Buen planteamiento? La cosa es que he pensado si debía darme una semana entera de descanso -de momento ni el cuerpo ni la mente me piden ese descanso. Así que les haré caso. Hay que escuchar al cuerpo y a la mente. ¿O no?