El diario de un outsider residente en los arrabales del trimundo

miércoles, 6 de julio de 2011

Verano en los paisajes de todos los veranos

Instalado ya en Collado, mi pueblo de vacaciones desde siempre, intento seguir con esto de triatlonear. Y digo intento porque, cuando uno sale de sus rutinas cotidianas, de sus itinerarios de siempre, las cosas se complican un poco. Y es que sí, estoy de vacaciones, pero también estoy con mis padres octogenarios. Y claro, tampoco es que esté cuidando de ellos en plan geriátrico, pero sí estoy al cuidado de muchas cosas como la intendencia y las compras. En fin: esto es un poco una recreación de eso de la realidad y el deseo, que convierte estos días en una curiosa mezlca de training camp y de residencia de la 3ª edad.
Pero que nadie se alarme, desde luego, parar de entrenar no he parado. Desde que llegué el sábado pasado he corrido cuatro días y he nadado dos. Lo de correr por el monte que aparece en la foto de arriba, el Cerro del Castillo, tiene su miga -me encanta porque creo que no hay nada como correr por una pista de tierra entre pinos. Me gusta también porque ese monte me ha visto crecer como corredor. Pero digo que tiene su miga porque correr por la sierra de Madrid tiene sus desniveles y sus cuestas. Sin planear mucha pretemporada, sólo con salir a correr por aquí, tiene uno resuelto mucho entreno de calidad: que si la altura (que tampoco es para tanto, unos 1100 metros, pero algo es algo), que si las cuestas, que si el calor. En resumen, buen entrenamiento para volver del verano en buenísima forma.
En cuanto a la piscina, he localizado la nueva piscina cubierta de Collado Villalba, centro acuático según pone en la fachada del edificio y centro municipal de natación según pone en el ticket. De acuerdo con esas denominaciones tan pijas, el precio es carísimo... Pero la verdad que ha sido una sorpresa estupenda porque me veía todo el verano nadando en una piscina descubierta sorteando niños de campamento tirándose a bomba.
Termino con la bici, la asignatura pendiente, de momento, de estos días de calentamiento: cómo echo de menos las carreteras tranquilas del verano pasado en Segovia. El tráfico en la sierra de Madrid es, por decir algo, intimidante todos los días y a todas horas. Tengo ya decidido y estudiado un buen itinerario base pero, como todavía no me he atrevido a sortear coches, mejor lo describo en otra entrada.
Una última reflexión antes de cerrar el chiringuito por hoy: vacaciones y continuar entrenando de manera normal. ¿Buen planteamiento? La cosa es que he pensado si debía darme una semana entera de descanso -de momento ni el cuerpo ni la mente me piden ese descanso. Así que les haré caso. Hay que escuchar al cuerpo y a la mente. ¿O no?

2 comentarios:

  1. Hola David! Qué estructurado lo tienes!
    Se puede oler a pino desde aquí leyendo tus párrafos...qué rico.
    Tu última frase sobre escuchar al cuerpo y la mente creo que más de uno lo habrá pensado.
    Romper rutinas sanea el cuerpo y la mente. Hacer lo contrario a lo que normalmente hacemos puede ser reconfortante. Un besito, cuídate y mímate.

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  2. Me alegro de haber trasmitido el olor a pino! Romper rutinas, no romperlas. Construirlas en otro entorno; reconstruirlas a pesar de las dificultades. Me intento cuidar y mimar, y el triatloneo, hoy por hoy, es fuente importante de automimos... Besos.

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