Ayer escribía "plácidamente instalado en la semana 15". Al final hice el entreno que tocaba, no anticipé el fartlek de 8k. Y como tocaban 15k a ritmo de carrera, pues allí que me marqué un entreno garboso después del trabajo: hacía una noche estupenda para correr y allí que me fui por los cerros de Úbeda -la cabra tira al monte y, al final, se acaba confundiendo la supuesta y debida placidez de la penúltima semana con un rodaje progresivo con marchilla a un promedio de 4'22''x km. Confundir el culo con las témporas o las churras con las merinas: el ritmo de carrera con el tempo.
Pero es que las sensaciones van bien y eso es que, en general, la cosa va también bien: o mal, según se mire. Mal porque me asaltan las dudas: si puedo hacer un rodaje de 15 km a ese ritmo y con cierta comodidad, ¿a qué puedo aspirar en Donosti?. Mejor dicho, ¿a qué debo aspirar? Ese ritmo me pondría bastante por debajo de 3 horas 15'. Un buen caramelo después de tantas semanas de sacrificio. Pero claro, la imagen de un posible pinchazo en el estreno en la distancia me corta bastante el rollito. Y no es para menos; después de más de tres meses con esta religión a cuestas, cualquier prudencia es poca.
Bueno, pues eso: hoy me toca el último entreno serio de la preparación: una pirámide de fartlek de 8 kms. A partir de hoy, todo los entrenamientos no son fisiólogicamente asimilables de cara al día 29. A partir de dentro de un ratillo, quedan sólo kilómetros de relleno para estirar las piernas y para aplacar la incertidumbre. Seguiremos simulando esa supuesta placidez y, por qué no, aspirando a ella. Saludos.
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