Adiós vacaciones. Balance. Telón y a seguir |
Me encanta volver del verano y hacer números. Me encanta volver del verano y ver que he conocido nuevos sitios, nuevas carreteras, nuevas piscinas y corcheras, nuevas caras, nuevos horizontes que me han ayudado a romper mis zonas de comodidad deportiva... Me encanta volver del verano y darme cuenta de que ni la pereza ni las circunstancias ni los rigores del calor ni nada de nada han conseguido doblegar mi disciplina y mi gusto por la actividad física. Por eso, este año tengo razones para estar contento -he entrenado como nunca, gracias, en parte, a mi nuevo mister y, también, a mi fuerza de voluntad y mis ganas de entrenar. Porque sí, la verdad es que el verano ha sido duro por circunstancias personales y familiares; pero no me puedo quejar en el sector entrenos (mis #entrenosdeverano, hashtag de Twitter que habrán acabado aborreciendo mis amigos en las redes sociales): ahí se quedan mi primer olímpico en el Canal de Castilla, la SG-500 y AV-500 y sus águilas, la piscina de El Espinar, los toboganes de la vertiente segoviana del Guadarrama, la piscina de Eriksdalsbadet en Estocolmo, mis semanas de más de 13 horas de actividad física, mis primeras salidas en bici superando los 90 kms, el Djurgården a primera hora de la mañana o de la tarde o bajo una tormenta de verano, mi incursión con neopreno en el Mällaren, mis calentamientos de cabeza sobre qué tendrá el triatlón que nos da tan fuerte... (Y así, a manera de aparte, os dejo caer una pregunta derivada de esas disquisiciones: ¿tiene el triatlón más de rabieta testaruda, de placer, de cabezonería o de búsqueda del límite imposible de cada uno?)
Pero bueno, esta entrada pretende ser breve; pretende más bien ser el telón sobre la obra del verano. Y los telones no son pajas mentales ni nada por el estilo -así que vayamos (como si fuéramos a los créditos de una película) a los números y pasemos página. En este verano en el que he metido más volumen de bici y natación que nunca (y bastante menos de carrera a pie que otros veranos) he completado un total de 97 horas y 46 minutos de entrenamiento (sin contar entrenos de fuerza y estiramientos) para lo siguientes totales:
58650 metros de agua (más 1500 metros del triatlón olímpico)
1291.5 kms de bici (más 40 kms del olímpico)
284 kms de carrera a pie (más 10 kms del olímpico)
Los números son meros números y, después de todo, habrá mucha gente a la que estos le parezcan mediocres. Pero bueno, me siento orgulloso de ellos y los siento como un logro personal de este verano -es como si hubiera subido un peldaño en mi historia de triatleta; aprendiz de triatleta, por supuesto. Pero es que, además, las sensaciones han sido buenas: por eso, la operación retorno ha sido un poco como volver del primer verano en que he entrenado verdaderamente como un triatleta -he cogido mucha soltura en la bicicleta y me siento bastante cómodo en el agua. Aunque esta historia continúa (estoy, creo, a punto de entrar en la etapa más crítica para la preparación del medio de Cabo de Gata), hoy cerramos aquí, echando el telón sobre las vacaciones y sobre el trabajo bien hecho.
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