El diario de un outsider residente en los arrabales del trimundo

martes, 21 de junio de 2011

IV Triatlón Ciudad de Almería: la crónica de una confirmación

Escribir la crónica de un primer triatlón en un blog que lleva por nombre Triatloneando es harto difícil. Tantos meses llevando el dichoso nombrecito del blog a cuestas, tantos meses acarreando dudas, tantos meses mejorando la natación, imaginándome en las más peregrinas situaciones al salir del agua o al montar en bici o al abandonar por cualquier circunstancia; tantos meses de elucubrar para acabar así, escribiendo la crónica de mi primer triatlón. Por fin, mi primer triatlón. Desde ayer domingo a la 1.10 de la tarde, hora peninsular y aproximada, llevo en un estado de euforia postcompetición que no sé si tiene demasiada explicación: si uno se siente así al acabar un sprint en 1h11'14'', ¿qué no sentirá al acabar un Ironman? De todos modos, quienes me habéis tratado y/o leído en los últimos meses sabréis cuánto significaba esto para mi proyecto deportivo. Así que este es el resumen: tanto marear la perdiz durante tantos meses para luego acabar disfrutando como un chiquillo con una bolsa de caramelos. Y es que, independientemente del tiempo, que como punto de partida de mi historial en triatlón tampoco es demasiado malo, el disfrute y la satisfacción que ayer experimenté al terminar todo, se quedan fuera de lo que puedo describir aquí. Tendréis que hacer caso a los testigos presenciales que aseguran que mi cara era un poema ilustrador de lo que la alegría y la satisfacción pueden hacer por una cara... Y si ese es el resumen de mis sentimientos de euforia, aquí comenzaría la crónica:

Entrando en boxes: tierra de nadie
Ni más ni menos que entrando en boxes. Podría contar todo lo que me pasó por la cabeza el sábado por la tarde, la recogida del dorsal, la charla técnica donde conocí a algunos de los miembros de Cualquiera puede hacerlo, las consultas compulsivas para conocer la predicción de viento, la visita nocturna al paseo marítimo para comprobar in situ la mala leche del oleaje de poniente... Pero no, mejor empezar aquí: la entrada en boxes en un triatlón, mucho más si es el primero, es como la situación liminar en un rito de paso. No estás ni en un lado ni en otro, ni en el bien (el éxito) ni en el mal (el pinchazo posible); no eres runner, ni ciclista ni nadador; ni tampoco finisher ni tan siquiera tú mismo; eso de tener que organizar tus cosas en soledad, colgar tu bici, colocar tus zapas, tu casco y tus gafas en esa tierra de nadie donde sólo los triatletas tienen permitida la entrada, impone. Impone tanto que esta podría ser una imagen que recuerda al marrano entrando en el matadero, también podría ser una imagen mucho más épica y heróica. Quedémonos con esta última versión, mucho más elegante: el aspirante a héroe entrando, con sus armas, en tierra de nadie...

Triatletas al agua!
A riesgo de saltarme muchos minutos interesantes, muchas conversaciones, muchas manos de crema protectora, muchos nervios (y muchas dudas sobre las posibilidades de usar neopreno) e incluso saltándome la salida y llegada del triatlón super sprint, me paso a la segunda foto. Entre ese laberinto imposible de brazos y piernas que nadan o lo intentan, debía estar yo. Un laberinto de piernas y brazos, neoprenos y monos de triatlón, gafas y gorros de natación que, a mi amiga Carmen, le recuerdan a una mezcla de delfines y gaviotas. Bonita imagen para este momento en que acababa de sonar el bocinazo de salida; y lo que recuerdo de esta temida parte (el Agua, ese monstruo que en mis agobios particulares siempre estaba ahí para provocar mi fracaso en el triatlón) es que se hizo mucho más fácil de lo que pensaba. Fácil e incluso disfrutable, si obviamos la manta de palos, manotazos y patadas que se pueden recibir a lo largo de 750 metros. Pero bueno, nada importan los golpes si de momento ves la enorme masa de la primera boya; nada importan las patadas cuando, para tu sorpresa, ves la segunda boya mucho antes de lo que esperas... Ligera maniobra para esquivar el último espigón y, sorpresa de las sorpresas, nos plantamos en la playa.

Saliendo del agua: no me lo creo
Y plantarse en la  playa es plantarse en esta impagable tercera foto. No me lo creo, no puedo creerme ese gesto tan natural para salir del agua y, simultáneamente, agarrarme el tirador de la cremallera del neopreno. Tanto darle vueltas a esto del triatlón, tanta lectura, tanta página de internet, para, al final, darme cuenta de que estamos diseñados genéticamente para participar en un triatlón, para ponernos un neopreno, para hacer una transición. Y ahí que estamos, en mi primera T1, me voy para boxes, me quito mal que bien el neopreno, me pongo el casco, me pongo las zapas, agarro la bici y a rodar se ha dicho. Calor, mucho calor (a quién se le ocurriría la feliz idea de poner un triatlón a esta hora tan mala, 12 del mediodía). Calor y más calor y viento de levante. Primera vuelta al circuito: sin coches en la carretera, sin semáforos es fácil poner la media en 32 km/h. Claro que los que ya vienen de vuelta deben de ir, fácilmente, a 38 km/h o más. Da vértigo verlos. Da vértigo pensar que yo todavía freno en las rotondas... 
Esa conducción prudente: gracias, Carlos
Segunda vuelta al circuito; he ido casi todo el tiempo solo, sin chupar rueda, sin ir en ningún grupo mágico. Sensaciones que, sin duda, tendré que experimentar en futuros triatlones. Termina el sector bici y así nos encajamos en la siguiente foto.

Entrando en T2 casi en plan pro
Me gusta esta foto. La miro y me asombro; volvemos a lo de antes: parece que las transiciones hubieran sido una asignatura del cole o del instituto. Ahí voy yo, bici en mano, entrando en la T2 y encaminándome a la hora de la verdad. La carrera a pie es mi territorio y lo más difícil ya lo tengo hecho. Lo más difícil ha pasado ya. O no; es casi la una del mediodía, un día de levante veraniego y con unos 29 grados. Tremenda la tesitura. ¿Podré correr como yo quiero? Cuelgo la bici, me pongo las otras zapas, me quito el casco y me pongo a ello. A correr. Tonto el último. Pero, estas piernas no las reconozco como mías. Qué sed. Qué calor. Cómo deslumbra el pavimento del paseo marítimo. Cojo dos botellas en el avituallamiento; me echo una por encima y bebo de la otra. Intento coger ritmo. Sensaciones horrorosas. Esto pinta regular nada más. Me doy cuenta de que, con el agua, se me ha roto el dorsal que se empieza a salir del cinturón porta dorsales. Tanto invento, tanto invento, y al final... donde estén los alfileres... Me agobia correr así: me da por pensar que voy a perder el dorsal y me van a descalificar. Juas juas. Tendría gracia, ¿no? La cosa es que poco a poco voy cogiendo ritmo; lo intento por lo menos; me anima mucha gente; gente que conozco, gente que reconozco, gente que oigo y que no sé quiénes son. Intento concentrarme en lo mío. El ritmo, ritmo, ritmo de tantas carreras a pie. Lo malo es que cada 30 segundos me tengo que echar mano al dorsal; vaya posición tan poco cómoda para correr, ¿no? Supongo que parece que me ha dado flato...

Mi buff y yo, a toda mecha
Terminamos... Vamos entrando en meta. Pero no quiero poner la típica foto de meta -me gusta esta porque resume mi vida deportiva: soy yo corriendo con mi buff, el de todas las carreras; soy yo, con el mar al fondo y dejando atrás el arco de salida del sector natación que aparece también al fondo. Soy yo, intentando ir a toda mecha hacia adelante. No sale en la foto la bicicleta: ahí también hay un significado oculto. No hay duda de que me hace falta meter muchas horas de bici para progresar en esto; la prueba está en los parciales de este mi primer triatlón:
Tiempo total: 1h 11'14'', puesto 165 y 25 de mi categoría
Natación: 14'57'', promedio de 1'59'' x 100m, entro el 191
Bicicleta: 37'20'', promedio de 32,14 km/h, entro el 208 del parcial bicicleta, me pongo el 203 en el parcial natación+bicicleta (pierdo12 puestos)
Carrera: 18'57'', promedio de 3'47'' x km, entro el 56 del parcial de carrera, el 165 de la prueba (gano 38 puestos)
Como se puede ver, contra todos mis pronósticos, no fue la natación lo peor. En la bicicleta me fue aun peor, perdiendo 12 puestos sobre el parcial del agua. Luego, con la carrera recupero 38 puestos. Por algo este es el blog de un runner convencido y aspirante a triatleta. Por algo sigo siendo fiel al buff... Me quedan muchas horas de sillín para continuar con este proyecto que acaba de empezar. Aquí lo dejamos por hoy. Gracias a Marisol, Simón y Carlos por las fotos. Gracias a quienes hayáis leído este relato de la ceremonia de mi rito de paso, mi confirmación como triatleta. Ya era hora!

3 comentarios:

  1. Enhorabuena! Estas hecho un TRIATLETA, ni mas ni menos! Me alegro la hayas disfrutado y que tan buena haya sido tu primera experiencia.
    Un abrazo
    Guille

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  2. Gracias Guillermo. Si es que, el que la sigue la consigue -y con lo que he tardado yo en seguirla, no veas... La verdad que estoy muuuuuy contento de haber subido este primer escalón. Ahora empieza lo bueno.

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  3. ¡Pero qué sorpresa acabo de llevarme!
    Me encanta.
    Un saludo.
    Marili

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