El diario de un outsider residente en los arrabales del trimundo

viernes, 5 de abril de 2013

Y ahora, ¿qué?

Mantén la calma y continúa
Si tuviera que resumir con una sola palabra lo que ha pasado en mis dos últimas semanas de intento de triatleta, sin duda, escogería encrucijada. Muchas malas sensaciones, muchas presiones, mucho perder el tiempo con devaneos estúpidos, mucho descentre, mucho mirarme el ombligo, mucho esperar algo que me haga o no me haga reaccionar, mucho plantearme si el triatlón es o no es lo que quiero. Mucho meditar sobre si realmente este deporte tan exigente es lo mío y me hace feliz. Lo que he aprendido en estas dos semanas es que no me han faltado apoyos e ideas y sugerencias y ánimos y empujones y tirones de orejas de gente a la que debo importar. La verdad es que estoy agradecido. Pero bueno, en estos territorios virtuales hay que tener mucho cuidado con lo que se transmite y con lo que se entiende y con lo que se percibe: posiblemente mucha de la gente que me conoce poco habrá llegado a pensar que soy un aprendiz de gurú llorón en busca del beneplácito y los aplausos de la galería. Quienes me conozcan bien sabrán que lo que me está pasando estas dos semanas es bastante diferente a eso. Bastante más complejo también lo es.
Las circunstancias personales, familiares y laborales de los últimos meses no han favorecido mucho tener una mente clara y lúcida, libre de interferencias para dedicarme en cuerpo y alma al tri. Y el diagnóstico al que he llegado, tras mucho darle vueltas, es una combinación explosiva de males deportivos que me han hecho o me están haciendo plantearme si seguir o no seguir con este negocio del triatloneo. Factores intrínsecos objetivos y subjetivos como cansancio acumulado rayando en el sobreentrenamiento, falta de descanso, falta de motivación, preocupaciones familiares se han aliado con factores externos como el excesivo ambiente competitivo del triatlón o mis circunstancias laborales de este curso. Sin duda, el gran protagonista de mi falta de motivación y uno de los desencadenantes de toda esta grandísima movida mental ha sido mi estancamiento en el agua -cuando echas toda la carne en el asador y pones todas tus ilusiones para mejorar en natación y todos los diagnósticos de gente con mucha experiencia en esto del triatlón apuntan a lo mismo (que con mis metros semanales y mis resultados debo tener carencias técnicas importantísimas o que, directamente, estoy perdiendo el tiempo si no consigo bajar de ritmos superiores a 2'10''/100 en distancias superiores a 300m) acabas por perder no ya la paciencia, sino la ilusión e, incluso, la autoestima. Esto de la autoestima es aun más grave. Porque, que conste que me solidarizo con aquellas personas que están hartas de leer los lloros habituales que circulan en la rumorología y literatura popular y cibernética del triatlón, relativos a faltas de entrenamientos y otros menesteres (ya sabéis: no puedo entrenar, no voy bien, no estoy preparado, mis medias son horrorosas, tal y cual). Sí, lo entiendo: pero esto no es un lloro, esto es una constatación desesperada -se ve uno reducido a piltrafilla humana cuando uno ya ni corre con orgullo o con gusto porque sobreanaliza y nota que talonea en exceso o no lleva los brazos bien; se ve uno reducido a piltrafilla humana triatlética cuando, colmo de los colmos y algo que nunca me había pasado en la vida, en los primeros diez metros de un 300 en piscina de 25m, sufre un ataque de ansiedad como si estuviera cruzando el Estrecho). En fin, que no: que uno no se ve. No me veo.Y, por un lado, quisiera tantas ideas y sugerencias y ayudas como letras tiene esta entrada -pero, al tiempo, uno se da cuenta de que esto es una cuestión entre la mente y las piernas y los brazos de uno mismo. Aquí el único que tiene que decidir soy yo. Y aunque el imán de la nevera me dice que mantenga la calma y que continúe, no tengo nada claro que vaya a tener ni la presencia de ánimo ni la autoestima ni la fortaleza mental ni la frialdad y calma necesarias como para hacer Elche-Arenales el domingo 14 de abril, dentro de nueve días. Si habéis llegado hasta el final de esta entrada un tanto bochornosa, os recompenso con un par de consejos en los que, posiblemente, ya hayáis reparado: tened cuidado con el sobreentrenamiento y con el balance de la vida deportiva y la vida emocional (sin descanso adecuado y sin un balance deportivo-emocional adecuado seréis carne de cañón para acabar sintiéndoos piltrafilla humana); igual de importante el segundo consejo: tened cuidado con las redes sociales, con la presión de la masa y del grupo... Quién me lo iba a decir a mí: tanto que valoraba la dimensión social del triatlón y ahora me da por pensar que es un peligro.

1 comentario:

  1. Otra entrada profunda.

    De los dos consejos me ha gustado el segundo, estoy totalmente de acuerdo contigo. Debemos ser precabidos con las redes, con la gente que prácticamente no conocemos, pero que, queramo o no, están ahí por algo y lo que tenemos que quedar es con lo positivo que nos aportan.

    Anoche vi una entrevista a Manolo Sarriá, el largo del Duo Sacapuntas, lleva 30 años organizando la media maratón de Málaga y de los 30 minutos de entrevista me quedo con una cosa. Aconsejaba al corredor popular de que disfrutara de la carrera, que dejáramos nuestros pulsómetros, gps y demás cosas en casa, que ese día saliéramos a disfrutar de una carrera popular, que para ganar ya está la élite. Debíamos de empaparnos del entorno por donde pasamos, mirar a nuestro alrededor, no estar siempre pendiente de nuestra media por km o nuestro ritmo cardíaco. Que sintamos la gente que se asoma a ver a esos locos que se pegan madrugones los fines de semana, pagan por correr y sacrifican incluso a la familia y amigos por el deporte.

    Así que como te he comentado en twitter, descansa, siéntete bien pero sobre todo disfruta con lo que haces, debe ser un efecto placebo y no todo lo contrario.

    Y para Elche ya verás como cuando llegues a meta, volverás a pensar que a merecido la pena y mucho.

    Yo también pasé momentos muy malos, dije que nunca correría una media maratón más. Fue justo hace un año al regreso de la de Málaga. Descansé, me desconecté del running, hice otras cosas, volví a empezar y desde entonces tengo claro que si corro, monto en bici y voy a alguna carrera es para que cuando llegue a la meta, aunque fuera el último, llegue con una sonrisa, vea a mis niños animarme junto a mi mujer, alegrarme de que mis compañeros han logrado sus objetivos y de tomarnos unas merecidas cervezas y planificar la siguiente.

    Un abrazo y a por ellos. Fran.

    ResponderEliminar