Laberinto de cañas en la playa de Arenales. Toca buscar la salida |
Ya estamos de vuelta de Elche. Como algunos ya sabréis, no hice el MD de ayer -no es que abandonara, es que no me levanté de la cama. Supongo que, en lenguaje técnico y en las clasificaciones figuraré como uno de los no presentados en Arenales113 2013. El mayor error fue acudir a una prueba para la que, físicamente, me encontraba sobradamente preparado (estoy hablando de terminarla) y mentalmente en un estado desastroso. Motivación CF, 0 -CD Miedos, Paranoias y Ansiedad, 8. La goleada fue histórica, de eso no puede caber ninguna duda.Antes de proseguir con esta anticrónica, una advertencia importante: no creo que tenga autoridad moral ni deportiva (Elche hubiera sido mi décimo segundo triatlón) para hacer juicios de valor sobre nada relacionado con el triatlón. Que nadie considere mis percepciones y mis opiniones como algo más que eso, meras opiniones y percepciones personales. Ni juzgo ni critico a nadie -sólo a mí mismo.
Tragicomedia en dos actos
¿Cómo se desarrollaron las cosas? Pues tras unos días de intenso debate interno deshojando margaritas, tras unos días de luchar a favor y en contra de las expectativas (las mías y las ajenas) en las redes sociales, aterrizo en Elche en la tarde del sábado. Uno de los mejores triatlones de la Península y del mundo mundial, que en 2013 ha establecido un nuevo récord de participación en 1300 triatletas. Pues lo dicho; como a las cinco de la tarde, desembarco en el paseo marítimo de Arenales en busca de mi dorsal y chip. La verdad es que parecía un emigrante español en Alemania en los años 60. Me faltaba la cara de Alfredo Landa, la maleta de cartón y el pollo colgado del manillar de la bici. Bueno, la sensación era como si hubiera llegado a Düsseldorf procedente de Villanueva del Gatillazo: entre cabras, ruedas de perfil, triatletas uniformados con ropa de compresión de todos los calibres, chiringuitos dispensando geles y complementos nutricionales, tenderetes dispensando toda suerte de gafas, prendas, neoprenos, más ruedas de perfil, aglomeraciones, caras conocidas y desconocidas; entre todo eso, digo, me planto yo con mis vaqueros y mi cazadora Dunderdon como si fuera a tomar una cerveza por Södermalm. Lo más grave es que, además de vaqueros y chupa en plan pureta moderno, llevo de la mano a mi Trek de aluminio y... prepárense para la sorpresa: sin acople. Bueno, sorpresa ninguna, porque no creo que nadie reparara ni en mi chupa, ni en mi Trek ni en la falta de acople. La sorpresa fue exclusivamente mía al entrar en ese territorio habitado por los triatletas de verdad. Los que hacen media y larga distancia. Los que no están pendientes de predicciones de oleaje porque van a nadar sí o sí. Porque van a nadar más agusto, incluso, si hay olas tremebundas que convierta el triatlón en una verdadera y heroica exhibición de actitud y de poderío de testosterona y endorfinas. La épica de este deporte, ya sabéis: cuanto más duro, mejor. Cuanto más podamos fardar, mejor. La sorpresa era predecible. Quizás no tanto el sentirme tan absolutamente fuera de sitio en medio de la triturba. No todo fueron sorpresas negativas: también charlé e hice un poquito de sociedad (cuánto me gusta hacer sociedad) con alguna de la buena gente que conozco y está metida en esto hasta las cejas. También sorpresa positiva protagonizada por la organización: gestionar tal aglomeración y rebaño de cabras debe ser muy complejo, así que enhorabuena y a seguir así...
Una vez solucionado el tema de dejar la bici en boxes, toca ir para L'Altet, la pedanía donde está el hostal base de operaciones. Deprimente pasar la tarde de un sábado en un sitio así, la verdad. Deprimente también el hostal. Una noche más en tal sitio y uno acaba cortándose las venas en la bañera de la habitación. Eso es así. El caso es que el entorno es tan poco inspirador que decido tomarme un par de cervezas para aliviar presión, a la vez que malcenamos en un bar de montaditos bravíos -la mejor cena para afrontar una competición al día siguiente, sin duda.
Todo va cobrando forma. Temores y sombras que se van proyectando en la lona blanca de mi cabeza. Las previsiones de oleaje en Arenales del Sol a las 8 de la mañana, hora de mi salida, dan una altura de 1 metro. Intento visualizarme llegando a la primera boya -al fin y al cabo, he comprobado in situ que no están a una distancia tan imponente de la orilla -es algo enteramente asumible y factible, me repito una y otra vez delante de la horchata que me he tomado, de las cervezas y, por supuesto, de los montaditos. Lo de las olas es más peliagudo. Pienso y repienso. Doy vueltas y más vueltas y así sigo, dándole vueltas al mar, a las olas y a la temperatura del agua, desde que me meto en la cama a las 10 y media. Duermo algo, por fin; pero antes de las 3 estoy despierto para no volver a dormirme. Estoy a bordo de una verdadera tormenta -las olas las estoy produciendo yo con la sugestión y con los miedos. Qué malo es pasar miedo. Qué malo es, sobre todo, el miedo por la noche. Qué malo es cuando eres consciente de que estás sufriendo un verdadero ataque de pánico cuando deberías estar durmiendo plácidamente. Vueltas y más vueltas -intento ser racional, intento visualizarme por enésima vez. Pero no hay suerte. Al final, cerca de la hora de levantarme, cuando el hostal empieza a sonar y resonar por todos lados con triatletas que se preparan para acudir a Arenales en heroica procesión, yo tomo la decisión -no voy a levantarme. No me veo descansado y, sobre todo, no puedo ir a hacer un triatlón con semejante estado de ansiedad. Tomo la decisión y siento un profundo alivio -creo que he gastado tantas kilocalorías esta noche como si hubiera hecho el MD; quizás me equivoque en el cálculo, pero ¿cuántas neuronas habré quemado? Me quedo dormido y mi única preocupación ahora es recuperar mi bici. Sacarla de boxes y salir de la provincia de Alicante lo antes posible. El resto es imaginable. Despedida de boxes y de los Arenales del Sol a la francesa y con un sabor en la boca como a chicle de esos que, a fuerza de mascar, han perdido todo el sabor.
Vuelta a casa
Lo que más me ha sorprendido de toda esta movida es lo fácil que ha resultado sacar conclusiones y escribir esta entrada tan difícil. La primera conclusión es que tengo que tomar una serie de decisiones (algunas están tomadas ya) que me ayuden a salir de este bloqueo absurdo. He pasado en cuatro meses de estar contento con lo que hacía, de concebirme como un triatleta, a una situación de parálisis en que el triatlón me produce dolor. Me duele lo que no soy, me duele lo que no sé hacer, me duele lo que no hago y, colmo de los colmos, me duele incluso lo que hago porque creo que lo hago mal. Esto es, emocionalmente, una ruina e incluso he barajado la posibilidad de necesitar ayuda psicológica profesional. Sin duda hay muchas cosas que influyen en cómo me siento (tener una madre de 90 años que, poco a poco, va teniendo más y más complicaciones en su vida diaria es algo que tiene mucho que ver en la escena general), pero muchas de las razones están relacionadas directamente con mi práctica deportiva (falta de progreso en el agua, sobreentrenamiento, excesiva competitividad, excesiva exposición al grupo, falta de autonomía y de entrenar por placer).Vuelvo a la seguridad de casa y me pregunto. Tantas preguntas surgen que parece que me hago una entrevista. ¿Qué ha pasado en mi vida, en mis entrenos, en estos últimos meses para acabar así? ¿Cómo las ilusiones de meses, de años de partirme los cuernos por intentar nadar un poquito mejor, pueden acabar en un ataque de ansiedad ahogado por las sábanas y por la luz de seguridad de la habitación de un hostal de tránsito?
Conclusión: hacia la salida
Creo en la actividad física -me es imprescindible. Me gusta nadar, me gusta montar en bici, me gusta correr -me gusta hacer triatlón. Tengo que librarme de lo que no me gusta -la presión del grupo, el falso compañerismo, las falsas amistades de las redes sociales, las presiones de un deporte grupal convertido en feria de la testosterona, de la competitividad, de la imagen pública, del negocio, del postureo y de los eslóganes fáciles. Me urge volver a ser el que yo era hace unos meses, el que llevaba siendo desde que empecé un proyecto ilusionante como era hacer triatlón y con el que la gente que me quiere me veía ilusionado y lleno de energía. Me urge volver a retomar el deporte como manera de esquivar los miedos y bofetones que nos sirve la vida en bandeja. Me urge volver al convencimiento de que hacer triatlón implica llevar una vida sana, proactiva y comprometida con el medio ambiente. Me urge ser yo mismo otra vez y salir de dinámicas pesimistas. Me urge encontrar la salida. Seguir con el guión de competiciones es lo menos importante ahora. Lo más importante es recuperar mi cabeza de hace unos meses. Y, aunque ahora mismo el GPS está buscando señal, creo que no voy a permitir que la salida pase por dejar de montar en bici, dejar de nadar o dejar de correr. Espero haberme expresado con claridad.
Según iba leyendo este gran post, pensando en qué contestarte, iba también leyendo todo lo que te quería escribir, así que sólo me queda decirte, que busques donde haya que buscar para recuperar todo lo que sentías por el triatlón hace unos meses, y para que el triatlón te haga sentir lo que te hacia sentir antes.
ResponderEliminarReflexión la tienes toda, capacidad también....desconecta y vuelve a conectar cnd estés preparado y el entorno sea favorable.
Ánimo y adelante!!! Quiero verte en Bilbao, campeón!!!
Aitzi.
Lo leo y releo y sé que tienes la solución y lo sabes. Cuando se llega al límite ya solo queda volver a empezar, así que tienes el horizonte por delante. Tu lo has dicho todo; "me urge volver al convencimiento de que el triatlón implica llevar una vida sana, proactiva y comprometida con el medio ambiente". Pues adelante. Suerte!
ResponderEliminarCuando recogia la bici me comentaron dos triatletas señalando una bici que su compañero no lo habia hecho al final. No se si eras tu.
ResponderEliminarCuando prepare todo por la mañana en el box vi que la persona de al lado no habia aparecido y ya era tarde. Me extraño.
Mi bici no es una cabra ni llevo acoples. Hago los triatlones porque me gusta, estoy en un club donde casi todos son mejores que yo, pero no me importa. Los hago por mi y me da igual el tiempo que haga, solo compito contra mi mismo.
Creo que esta vez no te ganaste, pero seguro que volveras a disfrutar sin preocuparte por lo demas. Disfrutalo, sin mas.
Por cierto yo era el 599, creo que tu eras el 600 o 601.
Animo y nos vemos en el proximo.
Hola David, la verdad que no se muy bien cómo he llegado a tu blog, pero me ha impactado tu crónica.
ResponderEliminarTe cuento, he hecho un triatlón sprint en mi vida y ayer fue mi segunda experiencia en arenales, debutando en media distancia, a pesar de aconsejarme que era una locura debutar tan pronto.
Lo hice con un neopreno de decathlon y una bici prestada de un compañero (sin acoples por supuesto), y allí me encontré, en la salida con mi grupo de edad (20-24) y los élite!!!. No me importó nada, ni los colegas, compañeros de club, ni el entorno (había demasiados "pro" disfrazados). Tenía claro que este iba a ser mi reto para este año, entrené mucho pero eso sí, disfrutando cada uno de los entrenamientos y sin obligaciones. Al final hice 4:48h, pero eso es secundario, el proceso y el disfrute de haberme superado a mí mismo no me lo quita nadie.
Te aconsejo que no hagas caso del entorno lejano, valora realmente las personas que te quieren y te hablan de verdad, y disfruta con lo que haces. Tengo un profesor que siempre nos dice lo mismo: "ten claro que en triatlón nunca vas a ganar, disfruta y gánate a ti mismo". Es una gran realidad y verdad. Anímate.
Pues gracias por vuestros comentarios. Qué más deciros a tod@s, que estoy en proceso de animarme y de tirar p'alante. Creo que, retocando varias cosillas, saldré adelante. Ninguna meta me da tanto subidón como la de un tri -así que ayer, que iba a ser el tri número 12, me dio mucha rabia no poder hacerlo. Los tiempos son secundarios: yo eso lo tengo asumido ya; pero la cabeza es la que mueve las piernas, el corazón y los brazos. Enhorabuena a Javier y a Pablo; y sí, Pablo: efectivamente yo era el 600. Número redondo. Lástima que no lo llevara a buen puerto. ¿Tú tenías una trek madone roja?
ResponderEliminarExacto David. La Madone era mia y si te fijaste no llevaba acople.
ResponderEliminarAnimo y espero que todo se solucione.
Espero que nos podamos ver en un proximo triatlon y lo disfrutemos juntos.
Un saludo.
David, la culpa fue mía por decirte la aplicación del oleaje para el móvil, como pudiste comprobar, en ningún momento llegaron olas de tal calibre!!!
ResponderEliminarNo soy yo quien para dar consejos, y menos en el agua, salí a los 45 minutos, a mi también me acojona, y por eso no me atrevo a dar pies por miedo a fundirme por ahí dentro y no tener donde plantarme. Pero la tensión me la quité bailando antes de que sonara el bocinazo. Cuanta razón tienes respecto al Tripostureo, pero imagino que como es la moda, y lo que mola....... Yo flipé con esos boxes que estarían valorados en mas de 3 o 4 millones de euros, con ruedas y bicis a diestro y siniestro como si las regalaran. Y con respecto a las redes sociales, pues es lo que toca igualmente, figureo, mucho dorar la píldora, hachazos, puñaladas, palmaditas, tocamientos de huevos, etc,etc.....
Pablo, eramos otro compañero y yo los que te comentamos lo de David!!
David, toma impulso y vuelve con mas fuerza, y a propósito, lo habría entendido en tu Tri nº 13, pero no en el 12!!
Un Abrazo David.