Continuar aprendiendo |
¿Cuánta de la magia que se esfuma acaba volviendo? ¿Cuántas predicciones meteorológicas se acaban equivocando? ¿Cuántos castillos-temporadas se conquistan teniendo paciencia y esperando? Vuelvo por el blog como si no aprendiera -vuelvo por el blog justo en la víspera del tri de Fuenteálamo: el segundo en mi calendario de 2013 y en el que, en 2012, me retiré por el temporal y el oleaje. ¿Volvemos a las andadas? Aquí me tenéis exponiendo mis debilidades de nuevo al público y, como si no hubiera tenido suficiente con Elche, arriesgándome a ciber-gafarme. No aprendemos, no.
Aunque bueno, en los últimos doce días sí he aprendido cosas. De hecho, creo que, en este día pre-Fuenteálamo, tengo necesidad de escribir una entrada por eso, porque me apetece compartir lo aprendido para que lo aproveche gente que se inicia en esto o gente que, ya iniciada, a veces se pregunta cómo funciona esto de una vida de largo recorrido en el deporte popular.
La primera moraleja: No por mucho correr se llega antes a los sitios. Sin duda, disfrutar y consolidar etapas son dos grandes ayudantes a la hora de lograr metas, cumplir retos, conquistar desafíos. En mi caso, el reto del fin del mundo (por el que, en parte, sigue existiendo este blog) consiste en realizar un triatlón distancia Ironman para celebrar mi 50º cumpleaños, para lo que quedan todavía muchas temporadas (bueno, según se mire no tantas). Mi objetivo este año era consolidar la media distancia. Creo que soy un fondista nato, pero: ¿se puede aspirar a consolidar ese tipo de distancia en una tercera temporada de tri? ¿no debo antes solucionar otras cosas como por ejemplo mi malísima natación? A mi alrededor veo gente que se salta etapas, que debutan en triatlón con medias distancias, que hacen un Ironman sin haber nadado en la vida en el mar... Son decisiones personales, pero creo que, a no ser que seas un portento físico y deportivo, el saltarse etapas suele ser fuente de problemas.
Segunda moraleja: El deporte crea damnificados físicos y mentales. El deporte es fuente de salud, de inspiración moral y psicológica, de valores, de belleza, de tantas y tantas cosas positivas. Sin embargo, en este 2013 miro a mi alrededor y constato que hay bastantes casos de personas que están o bien lesionadas o bien con algún problema de ánimo relacionado con el deporte. Lo que me lleva a pensar que el carro de entrenamiento de alta intensidad al que nos hemos subido una gran parte de populares exige un cuidado extra de mente y cuerpo. Sin buena alimentación, sin buenos estiramientos, sin buenas precauciones, sin una vida mentalmente ordenada, esto acaba por reventar por algún lado.
Tercera moraleja: No somos deportistas profesionales. De alguna manera, esto se deriva de lo anterior -el caso es que uno ve vídeos super motivadores en Youtube: que si mi vida está hecha de entrenos, que si impossible is nothing, que si Jan Frodeno somos todos, que si para arriba y para abajo. Al final, si no te tomas todo ese material con cautela, la inspiración se acaba volviendo en tu contra. No. No somos profesionales. Tenemos mucho mérito; casi tanto como ellos (a veces diría que más), pero no somos pros. Y, lo que es más importante, hay muchas cosas que (al menos para mí) sí son imposibles -aun con esfuerzo, aun con trabajo duro, aún con sudor.
Cuarta moraleja: Existen límites, por suerte o por desgracia. Esto es así: y esta es la moraleja lógica derivada de la anterior. Claro que existen límites. Hay todo un colectivo de deportistas populares por ahí que andan desafiando al límite; buscan el limite como si, de alguna forma, no existiera. Como si no existiera, juas. Me río yo. Cada uno debe conocerse a sí mismo -creo que esto es uno de los grandes regalos de practicar deporte con asiduidad. A través del deporte uno se conoce y también conoce sus límites, lo que le funciona y lo que no, lo que se puede mejorar y lo que no. Reconocer miedos, límites, limitaciones puede ser un inicio hacia la mejora. Por desgracia, hay habilidades, tiempos, ritmos que, llegado un punto, no mejoran más -esto es importante asumirlo. Esa es una premisa que hay que entender y saber llevar en este negocio.
Sexta moraleja. Las travesías del desierto se hacen en solitario. Por desgracia, recuperar la ilusión perdida, orientarse en una actividad fascinante que por un momento ha pasado a dejarte frío, encontrarse a uno mismo es algo que uno debe hacer solo. No hay consejos. No hay ayudas. No hay modelos. Creo que yo voy encontrando mi propia ruta. Creo que, tras unas semanas en que los entrenos no significaban más que pereza para mí, voy encontrando mi sitio de nuevo en el asfalto. En los días post-Elche he tenido entrenos memorables: algunos compartidos, otros en soledad. Correr con lluvia anoche o hacer el domingo pasado mi ruta de bici más larga hasta el momento (107 kms) por parajes verdaderamente bellos han contribuido a que recupere sensaciones mentales y a que me quede sorprendido por lo que disfruto con todo esto.
Séptima moraleja: La cabeza y las emociones son tan importantes como el cuerpo (o más). En el deporte hablamos mucho de entrenar el cuerpo, de hacer series, de nuestro VO2max, de nuestras pulsaciones por minuto, de kilocalorías, de watios, de cadencia, de potencia, de platos y piñones, de revoluciones por minuto, de músculos, de pesos y cargas, de brazadas y técnica, de mejores marcas personales, de disparos de salida y chips que pitan al entrar en meta, de ayudas ergogénicas, de hidratos y proteínas, de exigencia de oxígeno en la recuperación post-ejercicio. Tantas y tantas cosas. Pero qué poco nos atrevemos a hablar de emociones, entreno mental y miedos. Y, paradójicamente, somos emociones tanto como somos fuerza y cuerpo. Sin emociones, sin un estado mental adecuado, no somos nada. Sin superar miedos, sin cuidar nuestra motivación y nuestro estado emocional con tanto mimo como nuestros músculos no somos nada. Y eso no se puede negar. Yo, al menos, no lo puedo negar.
Bueno; pues un triatleta del club me preguntaba ayer que en qué fase estaba. Creo que estas moralejas que he escrito resumen muy bien la fase en que estoy. Dispuesto a seguir y dispuesto a seguir siendo yo mismo y dispuesto, sobre todo, a seguir aprendiendo. Y sobre todo con varios convencimientos en la mochila:. ser yo mismo y ser independiente es una premisa irrenunciable en mi planteamiento deportivo. Tan importante como este otro principio: jamás voy a hacer algo en el deporte que no me apetezca de verdad. Tan importante como esta intución: el pánico y el miedo tienen cura siempre que estemos con las emociones y estado mental adecuados. Manos a la obra. A otra cosa.
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