El reloj-cronómetro que falta en la pisci de Los Cantos |
Después de la tempestad, llegó la calma. Después de la Media de Madrid, mi entrenador dijo: "hágase la semana regenerativa". Y la semana regenerativa se hizo. Aprovechando mis identidades múltiples, tocaba estar en Madrid: yo, aprendiz de triatleta; yo, aprendiz de huérfano; yo, aprendiz de hijo ejemplar que da cariño a su madre; yo, el eterno aprendiz de nadador que no progresa; yo, de vuelta en Alcorcón, en plenas raíces, pasando la Semana Santa y regenerando músculos y articulaciones, que, sinceramente, habían quedado un poco resentidas en la Media. En fin: una semana tranquila en lo deportivo, un punto borrascosa en lo emocional y en lo climático. Como el trainer me puso tan sólo tres días de piscina y uno solo de carrera, aquí el menda le hizo caso y no salí a correr por Polvoranca ni un solo día. Realmente la reconversión hacia el triatlón está hacieno mella en mis fueros runners más profundos: imaginaos, no salir a correr por mi parque Polvoranca, el que me ha visto crecer como deportista y el que me ha fortalecido las piernas a base de ligeros toboganes. Pues eso, que tocaba pasar sin pena ni gloria por esta semana: al final, me saqué de la manga un entreno más de agua, aprovechando las buenas vibraciones que me da la piscina de Los Cantos (una antigua piscina de barrio reconvertida en complejo deportivo high-tech y en spa suburbano -eso sí, ya podrían haber puesto un reloj de natación al hacer la reforma). Por completar la entrada un poquito y que no se queden los lectores con la intriga, detallaré las cuatro sesiones, 7700 metros en total con sensaciones encontradas: el lunes, 1500 metros variados en plan soltar piernas; el miércoles, 2000 metros con series variadas a unos tiempos ridículos (400m en 8'30; 100m entre 1'54'' y 2'11''; 200m a 4'32'', y 50m entre 54'' y 1'); el viernes, 2500m, incluyendo más pseudoseries (5x 400 entre 8'47'' y 9'35''); y el sábado, 1700m piratas variados por aquello de despedirme de los delfines de la piscina. Quienes leáis esto diréis que cómo soy capaz de escribir la palabra series para referirme a esos tiempos. Quién dijo miedo, ¿no? Lo de las sensaciones encontradas está, obviamente, relacionado con esos malos tiempos y, por otra parte, con el ligero descenso de número de brazadas y mejores sensaciones que estoy, poco a poco, experimentando. La vida del aprendiz de triatleta es dura, sin duda. Y si no se nada bien, mucho más dura -oigo replicar al coro... Bueno, para terminar la semana, viaje desde Madrid y regreso, ayer por la tarde, a un Paseo Marítimo repleto de gente y de obstáculos variados, humanos y animales: 10k a 4'38'' que me supieron a gloria. Sería por lo de la Semana Santa.
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