Se me hace raro escribir esta no-crónica; sobre todo porque, por primera vez en mi vida deportiva, he abandonado en una competición. Se me hace raro también escribirla tan pronto, pero creo que la escritura tiene un tanto de terapia y, después de publicar esta entrada, todo me quedará más claro.
Empezando por el principio, el triatlón es un deporte donde la natación en aguas abiertas juega un papel básico -el principio de toda prueba que se precie, exceptuando unos cuantos triatlones en ríos, lagos, canales o piscinas, se desarrolla en el mar y está expuesto a las consiguientes complicaciones meteorológicas. Y, claro, lo que tenía que pasar alguna vez, llegó hoy: justo al comienzo de mi segunda temporada de triatlones y en uno de esos triatlones míticos por donde todo pata negra debe pasar. Fuente Álamo, el triatlón de los triatletas, se celebraba hoy y aquí el aprendiz de triatleta llevaba tiempo con él en el calendario, en el tuétano y en el cerebelo, y, claro, también en los entrenamientos. Pero volviendo a lo que tenía que pasar alguna vez, aquí estamos: yo, aprendiz de triatleta, el viento y un oleaje mediterráneo que, para mis aprensiones y temores, se había concentrado en el litoral de Mazarrón. El caso es que desde que desembarcamos en Mazarrón no vi la cosa clara: fresco excesivo, lluvia primaveral, viento y, como acabo de decir, un oleaje que no me inspiraba ninguna confianza. El desenlace os lo podéis imaginar: no lo veo, no lo veo, no lo veo claro -eso es lo que me he dicho una y otra vez antes del bocinazo de salida de los grupos de edad. Y tan poco claro lo he visto que, tras 30 metros de hacer como que me enfrentaba al temporal, he metido marcha atrás y con mi grácil estilo de braza me he vuelto para la playa. Así, como quien no quiere la cosa.
La decepción conmigo mismo, la rabia, el no saber qué pensar ni de mí mismo ni del triatlón se han apoderado de mi cabeza: yo, tan racional, tan pensador, tan dispuesto a dar consejos sobre cómo enfrentarse a un primer triatlón o incluso a un oleaje como el que me ha arruinado el estreno de la temporada; yo, tan volcado en aprender para progresar como triatleta, tan volcado en sacar enseñanzas positivas de todas mis andanzas deportivas, yo, ahora mismo, soy incapaz de rescatar algo que entre dentro de lo positivo. De sacar algo, de aprender algo de lo de hoy, saco lo siguiente: he conocido un lado mío que no conocía y que no me gusta (el cobarde, el pusilánime, el poco animoso, el incapaz de tener fuerza mental suficiente para enfrentarse a unos minutos engorrosos con los que la mayoría ha podido). Y, por supuesto, me he venido de Fuente Álamo con muchas, muchas dudas: ¿tengo madera para esto? A estas alturas de la noche me inclino a pensar que quizás debería invertir mis energías en otra cosa (en la carrera, como antes), pero no en el triatlón.
En fin: por salvar algo del día, rescataré el estupendo día que hemos echado en buena compañía Alicia, Francisco, Ramón, Pepe, Simón y yo. Buen ambiente y mucha ilusión puesta en el asador. Buena gente. Y, además de eso, siguiendo con el rescate, me quedo con la cara de satisfacción de Ramón tras lograr completar su primer tri, con los ánimos del increíble Pepe (gracias, si no es por ti ni tan siquiera me tiro al agua) y por verlo disfrutar en competición tras meses de arrastrar una lesión.
Aquí nos quedamos esta noche: tocados, muy tocados, y con muchas dudas sobre cómo seguirá todo esto.
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David, no seas tan duro contigo mismo. Está claro que el mar impone mucho, pero no sabes cuánto hasta que no te enfrentas a algo así. Tómalo como una experiencia de la que aprender y que te ayude a superate. Te podría enumerar una lista de buenos triatletas (y nadadores) a los que le ha pasado lo mismo alguna vez, aunque prefiero no poner nombres aquí.
ResponderEliminarVenga, vente arriba para la próxima y no te agobies, que con esto hay que tener paciencia.
Un saludo
Antonio
buenas, Antonio: se agradece el comentario. parece que tengo la digestión ya medio hecha. la decepción conmigo mismo va dando paso a la rabia y a la necesidad de inscribirme en otro triatlón. no sé. tiraremos para adelante. pero me da rabia no haber aprovechado una de las grandes oportunidades de aprendizaje para un triatleta: nadar con muchas olas en un triatlón donde iba con mucha gente conocida y donde había acudido lleno de ganas y de energía. en fin. un saludo.
ResponderEliminarNo pasa ná hombre, un mal día lo tiene cualquiera y si el clima no animaba pues nada. Tu palante hacia la próxima.
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