El diario de un outsider residente en los arrabales del trimundo

sábado, 6 de octubre de 2012

Stand-by

Nada más que decir, stand-by
Quedan dieciséis días para mi primer medio ironman y llevo unos cuantos sin entrenar -de hecho llevo oficialmente, públicamente, en standby desde el jueves por la noche, que conseguí, a trancas y barrancas, hacer 2600 metros en la piscina. Tengo laringotraqueitis y estoy con ibuprofeno y antibióticos -no estoy como para morirme ni estar en la cama pero tengo mal cuerpo y, desde luego, no estoy para entrenar. El caso es que llevaba desde el olímpico de La Manga nada más que tirando del carro, flojo y, probablemente, incubando algo -la combinación de entrenos y trabajo me ha resultado dura desde que empezó septiembre, pero ya lo de esta semana ha sido sentirme verdaderamente sin fuerzas para nada. Aunque he llegado a hacer un rodaje largo de 18 kms corriendo y hice lo de la piscina el jueves en un arranque de valentía de esa que supone desafiar todas las llamadas de tu cuerpo, la cosa no ha dado más de sí. No sé si ha sido una bajada de defensas relacionada con la prolongada carga de entrenamientos (¿principio de sobreentrenamiento?), pero me inclino más por achacárselo a las clases -con los recortes, tengo clases de treinta y muchos alumnos, en las que intentar ser un buen profe se convierte en una tarea extenuante para el cerebro y para la voz. Y no, no estoy para morirme: de hecho estoy aquí desgranando penas entre infusiones, klínex, estornudos, toses y canciones de Bob Dylan (qué discazo es Tempest). Penas con blog son menos  penas. Lo peor de todo es que no debería sentirme mal: varias voces expertas (incluyendo a mi entrenador y al médico) me han dicho que me relaje y descanse hasta el lunes y que, al haber estado entrenando bien desde julio, el trabajo está hecho y no tendré problemas en Cabo de Gata. Es más, un descansito así puede venir bien para supercompensar y regenerar músculos, cuerpo y mente. Yo quiero creerme todo eso, de hecho me lo creo; sin embargo, tengo también mucha preocupación -la última vez que tomé antibióticos me quedé hecho polvo unos cuantos días tras terminar el tratamiento y no quiero volver a pasar por eso otra vez, y justo a las puertas de mi primer media distancia... Sería una lástima que toda la preparación se vaya al traste por este bache -pero seamos optimistas y tiremos de confianza: probablemente eso no va a pasar y estos días no me matarán, me harán más fuerte, juas. En todo caso, mi reflexión seria del día es que los deportistas populares somos los peores enfermos del mundo y los que menos queremos descansar y atender las llamadas de alerta del cuerpo -nos gusta entrenar, nos gusta hacer las cosas de la mejor manera posible y acabamos autoexigiéndonos lo indecible. Acabamos con un medio parón forzoso como este y nos corroen los remordimientos y las culpas. Como si pasar una mañana de sábado sin montar en bici, contemplando el mundo desde la ventana y tomando té pai mu tan, fuera poco menos que un delito. Pero bueno, no queda otra: tranquilidad y buenos alimentos y salvar los muebles o los restos del naufragio en cuanto que me encuentre bien. Así, en modo standby infusión, nos quedamos hoy.

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