A estas horas debería estar haciendo una salida larga en bici. O un triatlón pirata despedida de soltero de un amigo del club. O haciendo la maleta. Sin embargo, esta semana se me está atravesando en lo que a planes, entrenos y actividades previstas se refiere. He terminado cansado del curso y me encuentro un poco atascado. Y puede parecer una tontería, pero creo que una de las cosas que me pasa es que llevo mucho tiempo sin pasar por el confesionario-paño de lágrimas-diván de psicoanalista que para mí constituye el blog. Es como si no pudiera avanzar y continuar hasta que no haga balance y borrón y cuenta nueva. Y es que estos primeros seis meses de 2012 han estado llenos de eventos, buenos y malos. En mi vida personal, la pérdida de mi padre me ha sumido en un estado extraño, una especie de duermevela existencial, del que, a veces, me parece no haber salido. En lo deportivo, han sido mis primeros seis meses de entrenamientos pautados; han sido meses de muchas competiciones -11 en total, incluyendo dos medias maratones bien resueltas, mi primer duatlón y cuatro triatlones sprint. ¿He disfrutado de esas competiciones? Sí: me gusta la chispa de la competición, me gusta la adrenalina, me gusta el subidón post-competición. Ahora mismo, no entiendo todo esto sin competir -claro que, para que nadie se confunda, uno aprende a competir con uno mismo. Sería de locos competir en triatlón teniendo expectativas poco realistas. Está claro que esta carrera de fondo que me he planteado como un recorrido personal de autoconocimiento y autoconstrucción es una carrera que compito contra mí mismo... El inconveniente de tanta competición, lo que desde fuera se verá como competir sin ton ni son, ha sido que no he podido meterme verdaderamente en un ciclo de entrenamientos provechosos orientados a un objetivo único (un aparte: entrenarme en este primer semestre ha tenido que ser desquiciante para mi hasta ahora entrenador, me quito el sombrero por él). Claro que, ese competir sin ton ni son me ha dado la misma vida -me siento especialmente orgulloso de esos cuatro sprints en cuatro semanas seguidas. Sprints a ritmo pachangueo, pero que a mí me han servido como una especie de confirmación en esto del triatlón.
Bueno, pues aparte de competiciones, he entrenado -bastante en el agua, poco y mal en bici (por mi culpa y por la pereza que me sigue dando salir en bici yo solito por esos mundos de dios -área que debo mejorar de manera urgente), y lo justo pero de manera inteligente en carrera a pie. Aquí están los números:
agua: 131.600 metros
bici: 787 kms
pie: 697 kms
Lo de la bici entra en la categoría de sin comentarios. Claro que, quien no se consuela es porque no quiere: y esos números irrisorios de bici me dan una visión muy clara de que hay muchísimo margen para la mejora. ¿O no?
Por lo demás, mañana 1 de julio empieza el segundo semestre de 2012. La segunda parte de la temporada, las vacaciones, que pasaré casi enteras en San Rafael, Segovia. Lo más importante: cambio de entrenamientos y, sobre todo, necesidad de constancia y cabeza orientadas al gran objetivo del año. El 21 de octubre me espera mi primer medio ironman y tengo la sensación de que todo lo que haga a partir de mañana 1 de julio va a ser importante para que pueda o no terminarlo en condiciones. Todo: descanso, relajación, buen rollo interno-externo, alimentación, entrenos. Todo estará conectado y se retroalimentará, todo aportará su granito de arena -pero sin duda, no nos engañemos, seré yo el responsable único de que todo encaje. A más corto plazo, en quince días estaré haciendo el Triatlón del Canal de Castilla -mi primera prueba de distancia olímpica... Aquí lo dejo hoy, con un sentimiento interesante, una mezcla de intriga, nervios y curiosidad que constituye esta especie de página en blanco que tengo delante de mí. Seguiremos informando, ya desde San Rafael, entre pinos y a 1212 metros de altitud.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario