Cuánto tiempo sin dar la cara por aquí. No será por falta de ebullición mental. Tampoco por falta de entrenos, que la semana pasada terminó la historia en 11 horas y media, cosa que no me pasaba desde, si no recuerdo mal, el verano de 2010 en Segovia. La ebullición mental seguro que está relacionada con mi caótico no-comienzo de temporada tri. Después del gatillazo de Fuente Álamo, se cae del calendario la siguiente prueba prevista, el olímpico de Los Alcázares, que ha sido cancelado con las inscripciones ya hechas y por causas todavía no aclaradas. ¿Qué decir? Pues que si no fuera yo de natural optimista, entre el temporal de leveche de Mazarrón y la suspensión del olímpico, pensaría que estoy gafado o que el mal fario me persigue.
¿Qué más decir? Pues eso, como dice el título y canta Elvis Costello, accidents will happen: a pesar de la planificación, de escoger pruebas desde el mes de enero, de entrenar con tesón para terminarlas lo mejor posible (dentro de mis posibilidades de proto-triatleta), las cosas se pueden torcer y hay que saber lidiar con los imprevistos. Quien intente sacar alguna moraleja deportiva de este blog, la acaba de leer: la vida deportiva (como la vida ordinaria) está llena de accidentes que nos hacen variar el rumbo y sacar las cartas que llevemos en la manga. Yo no tenía muchas de estas cartas, pero buscando buscando, he encontrado un triatlón sprint, el Ciudad de Marbella del 27 de mayo, que viene a suplir a Fuente Álamo; y, rebuscando en el calendario, me he encontrado con el olímpico de Málaga del 17 de junio, sustituto probable del olímpico de Los Alcázares. En el fondo, no hay mal que por bien no venga -miremos el lado positivo de las cosas, always look on the bright side of life (más canciones): más tiempo para entrenar para mi primer olímpico.
Segunda moraleja deportiva de la entrada: manténganse ustedes positivos, optimistas y en el lado del disfrute. Si no, no merece la pena.
Y me da la sensación de que me está fallando este pilar básico: si me comparo conmigo hace un año, no hay ni punto de comparación de disfrute. El año pasado era un pardillo que disfrutaba y tenía una visión idealista de mi posible desarrollo triatlético -ahora, con entrenador, con club de triatlón, con entrenos planificados, con calendario buscado y rebuscado, con mucha gente conocida en el mundillo, no estoy disfrutando ni la mitad. He perdido la inocente candidez del año pasado y, sin duda, estoy pasando por unos meses muy difíciles en los que la sombra de mi padre no me deja ni un minuto. Sé que debo motivarme y seguir pero, francamente, me está costando -tanto es así que llevo dos días de descanso pirata que, más que el cuerpo, me pedía la mente.
Prometo volver pronto por aquí -adelanto que las próximas entradas tendrán que ver con temas de psicología deportiva y de nutrición, dos temas a los que estoy dando un montón de vueltas desde hace tiempo y en los que espero tener algo que aportar. Desinflados y con el calendario trastocado nos quedamos hoy.
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