El diario de un outsider residente en los arrabales del trimundo

lunes, 20 de agosto de 2012

Semanas de carga, reflexiones, retos, ritos

Retos y ritos dando forma al camino
 No sé si existen deportistas no-reflexivos, pero, de existir, a mí no me gustaría ser uno de ellos. Sí, sé que, aparte del desgaste físico de los entrenamientos, yo añado una buena dosis extra de desgaste mental de calentamiento de cabeza, de auto-interrogatorios varios y de reflexiones más o menos profundas. Lo sé, pero a mí me gusta este enfoque deportivo reflexivo intimista, que no sólo inunda las entradas de este blog, sino también mis horas de entrenamiento, mis planes y proyectos, mis competiciones. Lo he dicho más veces, creo que la actividad física y deportiva es una excelente ocasión para el auto-conocimiento y, yendo un poco más lejos, para el análisis social.
No es de extrañar, entonces, que en este verano de tantos entrenos (ya conocéis el hashtag de Twitter, #entrenosdeverano), esté teniendo tantísimos minutos para la reflexión y tantísimas experiencias para reflexionar sobre ellas. Para muestra, un botón: la semana pasada terminó con 13h15' de entrenos: con 8400 metros de natación, 216 km de bici y 29 km de carrera a pie. No está mal. También es digno de contar el bache muscular que me produjo una sesión de cuestas o la sensación de cansancio tras la piscina al empezar a incorporar palas. Carga, cansancio, recurperación, mejora. En eso consiste la cosa. Pero no quería profundizar por esos derroteros; más bien quería contaros que ayer hice mi salida en bici más larga hasta el momento, 93 kms con algo de desnivel, que no tendrían nada de especial a no ser por lo que acabo de decir: fue mi salida más larga en bici hasta el momento. Uno pasa casi 3 horas y media subido en una bici y, volviendo al principio de la entrada, tiene minutos por delante para pensar, para meditar, para preguntarse, para responderse y para dejar muchas cosas en el aire. Lo que ayer saqué en claro es que los deportistas amateur, los populares, nos enganchamos en la actividad física por sentirnos bien y por cuestiones relacionadas con llevar una vida sana y saludable. Sí: además de hacer actividad física, algunos por lo menos, indagamos y aprendemos a comer mejor, a castigarnos el cuerpo menos, a llevar una vida sin rastros de insalubridades. Una especie de lucha contra el envejecimiento y lo inevitable del paso del tiempo. Un imposible, vamos.
Todo eso es verdad, pero hay algo más: emulando al más alto, más lejos, más fuerte del ideal olímpico y que, hasta cierto punto, sólo se pueden tomar verdaderamente en serio los profesionales, los populares también estamos en esto por eso. Así, convertimos la actividad física en continuo reto -no hace falta que os explique nada, ¿verdad? Y así, correr los primeros 5 kms, o los primeros 10, o la primera carrera popular, o hacer los primeros 1000 metros seguidos en el agua, o el primer rodaje de 32 kms cuando se prepara una maratón, o el primer sprint, o el primer ultra-trail, o el primer medio ironman, o miles de cosas (cada uno sabe de sus retos particulares), el hacer cosas cada vez más difíciles y más intensas y hacerlas, además, por primera vez, está en la base de nuestra motivación. No es sólo llevar una vida saludable, es también (y mucho) este reto constante: porque no ganaremos podios ni medallas, no seremos profesionales, pero siempre tenemos, afortunadamente, la oportunidad de ganarnos a nosotros mismos. De mejorar, en definitiva.
Y claro, algunos de estos retos, en su ejecución, constituyen ritos. Retos. Ritos. Sólo una vocal de diferencia y tantísima conexión entre las dos palabras. Los eventos deportivos, las carreras, populares o no, han sido analizadas como ritos desde el punto de vista antropológico. Ya he atacado por ahí en varias entradas de este blog -sin embargo, de lo que me di cuenta ayer superando la frontera de los 90 kms a bordo de mi Trek, es que algunos entrenos (y, por supuesto, muchos eventos y carreras) constituyen verdaderos ritos de paso para los que completamos el reto personal. En este sentido, con entrenos exigentes como nunca, en medio de un terreno lleno de cuestas y toboganes, este verano me está suponiendo una importante fuente de ritos de paso deportivos interesantes: mi primer olímpico, mis semanas de más de 13 horas de entrenamiento, mis meses de 50 horas, mi primera salida de más de 90 kms en bici. Todo son ritos de paso en mi vida deportiva, y hoy me quedo con el de ayer, entre águilas y paisajes sobriamente castellanos, fui consciente de que estaba pasando a otra dimensión en la bicicleta. Modesta como la anterior, pero es otro territorio. Sin duda.

2 comentarios:

  1. MAdre mía que de volumne estás haciendo!!
    Asíme gusta. Yo por ahora, para el mismo objetivo que tú si paso del 50% de lo que tu estás haciendo ya me considero feliz.
    Máquina!

    ResponderEliminar
  2. Me imagino a las águilas en su vuelo disfrutando de tu ritmo, e intuyendo la profundidad con la que disfrutas del paisaje y de esa soledad acompañada de ese tú, que como dices en tu entrada, solo aflora en la hondura del silencio.

    ResponderEliminar