A estas horas debería estar haciendo una salida larga en bici. O un triatlón pirata despedida de soltero de un amigo del club. O haciendo la maleta. Sin embargo, esta semana se me está atravesando en lo que a planes, entrenos y actividades previstas se refiere. He terminado cansado del curso y me encuentro un poco atascado. Y puede parecer una tontería, pero creo que una de las cosas que me pasa es que llevo mucho tiempo sin pasar por el confesionario-paño de lágrimas-diván de psicoanalista que para mí constituye el blog. Es como si no pudiera avanzar y continuar hasta que no haga balance y borrón y cuenta nueva. Y es que estos primeros seis meses de 2012 han estado llenos de eventos, buenos y malos. En mi vida personal, la pérdida de mi padre me ha sumido en un estado extraño, una especie de duermevela existencial, del que, a veces, me parece no haber salido. En lo deportivo, han sido mis primeros seis meses de entrenamientos pautados; han sido meses de muchas competiciones -11 en total, incluyendo dos medias maratones bien resueltas, mi primer duatlón y cuatro triatlones sprint. ¿He disfrutado de esas competiciones? Sí: me gusta la chispa de la competición, me gusta la adrenalina, me gusta el subidón post-competición. Ahora mismo, no entiendo todo esto sin competir -claro que, para que nadie se confunda, uno aprende a competir con uno mismo. Sería de locos competir en triatlón teniendo expectativas poco realistas. Está claro que esta carrera de fondo que me he planteado como un recorrido personal de autoconocimiento y autoconstrucción es una carrera que compito contra mí mismo... El inconveniente de tanta competición, lo que desde fuera se verá como competir sin ton ni son, ha sido que no he podido meterme verdaderamente en un ciclo de entrenamientos provechosos orientados a un objetivo único (un aparte: entrenarme en este primer semestre ha tenido que ser desquiciante para mi hasta ahora entrenador, me quito el sombrero por él). Claro que, ese competir sin ton ni son me ha dado la misma vida -me siento especialmente orgulloso de esos cuatro sprints en cuatro semanas seguidas. Sprints a ritmo pachangueo, pero que a mí me han servido como una especie de confirmación en esto del triatlón.
Bueno, pues aparte de competiciones, he entrenado -bastante en el agua, poco y mal en bici (por mi culpa y por la pereza que me sigue dando salir en bici yo solito por esos mundos de dios -área que debo mejorar de manera urgente), y lo justo pero de manera inteligente en carrera a pie. Aquí están los números:
agua: 131.600 metros
bici: 787 kms
pie: 697 kms
Lo de la bici entra en la categoría de sin comentarios. Claro que, quien no se consuela es porque no quiere: y esos números irrisorios de bici me dan una visión muy clara de que hay muchísimo margen para la mejora. ¿O no?
Por lo demás, mañana 1 de julio empieza el segundo semestre de 2012. La segunda parte de la temporada, las vacaciones, que pasaré casi enteras en San Rafael, Segovia. Lo más importante: cambio de entrenamientos y, sobre todo, necesidad de constancia y cabeza orientadas al gran objetivo del año. El 21 de octubre me espera mi primer medio ironman y tengo la sensación de que todo lo que haga a partir de mañana 1 de julio va a ser importante para que pueda o no terminarlo en condiciones. Todo: descanso, relajación, buen rollo interno-externo, alimentación, entrenos. Todo estará conectado y se retroalimentará, todo aportará su granito de arena -pero sin duda, no nos engañemos, seré yo el responsable único de que todo encaje. A más corto plazo, en quince días estaré haciendo el Triatlón del Canal de Castilla -mi primera prueba de distancia olímpica... Aquí lo dejo hoy, con un sentimiento interesante, una mezcla de intriga, nervios y curiosidad que constituye esta especie de página en blanco que tengo delante de mí. Seguiremos informando, ya desde San Rafael, entre pinos y a 1212 metros de altitud.
sábado, 30 de junio de 2012
martes, 19 de junio de 2012
III Triatlón Ciudad de Málaga: la crónica del sprint que debió ser olímpico
Estrategias y enseñanza |
Pero bueno, la entrada de hoy se debería referir al III Triatlón de Málaga, que se celebró el sábado pasado en el entorno de la Playa de la Misericordia y que consistía en una prueba de distancia olímpica, un sprint, una prueba de relevos y un super-sprint. Tengo que decir que, para mí, correr en Málaga es como correr en casa -he perdido la cuenta de las media-maratones que he corrido allí (siempre con buenos tiempos y mejores marcas personales) y allí también corrí mi segundo maratón. Por eso el triatlón de Málaga tenía un sentido extra para mí: por un lado culminaba la gira de triatlones de primavera y, por el otro, me reencontraba con Málaga no sólo desde las zapas, sino también desde el neopreno y la bici. Yo y mi manía de buscar interpretaciones y sentidos ocultos en todo lo que hago.Uno que disfruta con el ultra-análisis.
El caso es que el triatlón no tuvo mucho de oculto, aparte de los jirones de niebla que se descolgaban a ratos por la playa. Lo demás, pura transparencia: socialización previa con la gente del club (qué buen ambiente, por cierto); neopreno, cámara de llamada muy desorganizada y bocinazo de salida. Eso sí, el recorrido de agua me pareció corto y raro: agua poco profunda y una geometría muy extraña que, a mi poco entender, estaba falta de una tercera boya que marcara la última recta diagonal. La mayoría de la gente salimos desde la segunda boya en perperdicular a la playa y, según me dijeron, la gente que intentó la diagonal fue reconducida por alguna piragua -un inciso: ¿sería posible que los jueces y personal de la organización tuvieran claros los recorridos y la normativa en los triatlones? ¿sería posible que dieran todos la misma información? En cualquier caso, salgo del agua en 13'22'' -mi parcial de natación más rápido hasta el momento (¿el más corto también?). He ido nadando con Ramón casi todo el rato y allí que nos dirigimos a T1 a buen ritmo.
Rumbo a T1. Peleándome con la manga |
Zancadas y meta |
natación, puesto 72º, 13'22'' (a 1'47'')
bici, puesto 79º, 42'15'' (a 34 km/h según mi velocímetro)
carrera, puesto 14º, 18'23'' (a 3'40'', en un recorrido falto de metros, sin duda)
¿Contento? La verdad es que sí -contento por haber hecho los cuatro sprints seguidos, así en plan quién dijo miedo. Contento también por la evolución en bici en los cuatro triatlones: 32 km/h en Marbella, 32.6 en Cartagena, 33 en Almería y 34 en Málaga. Contento de llevar ya un total de siete triatlones en el equipaje de aprendiz (Pablo, si lees esto, va por ti). Contento de disfrutar en cada uno de ellos; de estar relajado, de socializar y reirme con la gente. Contento de ver cómo la gente disfruta haciendo sus primeros triatlones (como Paco, que completó su primer olímpico el otro día después de haberse estrenado el fin de semana anterior en distancia sprint). Contento de ver cómo otros que llevan decenas de ellos y ganan trofeos continuamente (Mau, esto va por ti) disfrutan trasmitiendo pasión. Contento.
¿Alguna espina? También la hay. Explico el título de la entrada: después de sopesar muchas cosas, me quedé con ganas de haber hecho el olímpico. De haberlo hecho, hubiera cerrado la gira de 4 triatlones cumpliendo con uno de los objetivos de este año. No me atreví. No lo tuve claro. No se dieron las circunstancias. Ya no tiene solución.
martes, 12 de junio de 2012
VII Triatlón Ciudad de Almería: ¿la crónica de una confirmación?
La gente discute si el triatlón se ha convertido en una gran fiesta o en un gran circo. El domingo pasado, los 500 triatletas, aprendices de triatleta y aspirantes variados que nos dimos cita en El Toyo fuimos la prueba palpable de que algo grande está pasando en la popularización definitiva del triatlón en nuestro país. Puntos positivos, muchos: gran ambiente, mucho entusiasmo, mucha gente realizando su primer triatlón. Puntos negativos: muchos también -me temo que la mezcla de negocio y masificación está dando lugar a pequeños problemas en las competiciones para los que el triatlón no está ideado. Ojo, que no es culpa sólo de las organizaciones de las pruebas; creo que la fiebre está que nos ha entrado a muchos en el mundo occidental viene a tambalear de alguna manera el planteamiento y los cimientos del deporte en sí. Así, recorridos de bici a varias vueltas en los que cohabitan verdaderas máquinas del triatlón con abundantes triatletas del montón y con, incluso, bicicletas de montaña tienen como resultado caídas como las que se produjeron el domingo pasado. Otro tema que vengo observando: por fomentar la participación y favorecer a los deportistas de otras povincias, las pruebas se colocan a unas horas que se escapan de toda lógica deportiva: el domingo volvimos a terminar la carrera a pie pasadas la una de la tarde. Otra cuestión más: falta de agua en la segunda vuelta a pie. Con la que estaba cayendo... Insisto que esto no es atacar a la organización de este triatlón; en absoluto -lo que vengo a decir es que, viendo estos pequeños detalles que se repiten en todos los triatlones en los que estoy participando este año, quizás el modelo organizativo de carreras populares que tan bien viene funcionado en carrera a pie no sea trasladable 100 por 100 al triatlón. Y lo dice un eterno aprendiz que se incluye, sin duda, en el grupo que ha venido a masificar el tema. No me siento un estorbo, pero sí parte del problema.
En todo caso, no quería meterme yo en estos berenjenales tan complicados. Lo que quería compartir es que disfruté mucho mi sexto triatlón -el Tri de Almería vino a suponer una especie de confirmación en esta historia en que me he embarcado. Ahora hace justo un año de mi estreno también en Almería y, aunque no me noto ni mucho más rápido ni mucho más fuerte ni mucho más de hierro, me noto que disfruto mucho más y que he cogido una relativa soltura en el funcionamiento de las pruebas y los entrenos de triatlón. Un año en que, de alguna manera, me he reconvertido -he dejado mis viejas aspiraciones de seguir corriendo cuatro días a la semana porque yo soy runner, y he seguido intentando mejorar en bici y en el agua. Con meses de reconversión a mis espaldas me planté en El Toyo sin apenas nervios y dispuesto a disfrutar -ese era mi mantra: disfruta, disfruta, disfruta. Porque sí, porque me gusta hacer triatlón y porque, ahora mismo, una prueba de triatlón me da unos chutes de endorfinas que no puedo comparar con ninguna otra actividad física. En todo caso, se volvió a producir el milagro -por duplicado esta vez porque, después del temporal de poniente que habíamos tenido, el mar calmo que nos esperaba el domingo fue un verdadero milagro. Aparte de eso, nadamos y no nos ahogamos, intenté hacer una bici decente y no me salió mal, y corrí hasta reventar. La única novedad es que mi parcial de bici fue, en cuanto a puestos y media, sensiblemente mejor de lo que venía haciendo hasta ahora: según mi velocímetro la bici me salió a 33 km/h (en un recorrido que pasaba de los 21 kms). Las cosas sucedieron, como no podía ser de otra manera, tras el MOOOOOOOC inicial; me sentí muy cómodo en el agua y recibí menos palos de los que me esperaba al compartir la salida con más de 300 participantes; realicé la primera transición (que incluía un recorrido incómodo de más de 400 metros) con cierta soltura y me incorporé a la bici con ganas de probar a ir más rápido -como acabo de decir no me salió mal (2'30'' más rápido que el mismo recorrido en el duatlón de marzo); la tercera parte fue la repetición de la historia de siempre: pies para qué os quiero y a intentar adelantar puestos todo lo posible. La verdad es que me sigue maravillando poder correr a 3'54'' tras bajarme de la bici... Quizás en eso reside el chute de endorfina que comentaba antes. Al final, entro en meta en 1h23'37'', puesto 178º (de 337 llegados) y 31º de mi categoría. Los parciales fueron los siguientes:
agua: 20'57'', puesto 257 (incluyendo la transición de 400m)
bici: 43'08'', puesto 209 (según mi velocímetro, a 33 km/h)
pie: 19'32'', puesto 51 (a 3'54'' x km)
La novedad, como decía antes, es haber hecho un mejor parcial en bici que en el agua. Hasta ahora había sido tan malo en una cosa como en la otra. Buen avance porque, como ya me he dado cuenta otras veces, donde verdaderamente se sacan buenos tiempos en un triatlón es en la bicicleta.
Del triatlón del domingo destacaría, fuera de lo estrictamente deportivo (o quizás conectado con ello) otras cosas: el componente social del que ya he hablado en otras ocasiones. Disfruté mucho hablando con la gente; gente que he ido conociendo a través de este blog o a través del club. Disfruté mucho viendo disfrutar a otra gente; por ejemplo, gente que hacía su primer triatlón sprint, muchos: ahí estaban Simón, Nuria, Juanjo, Pepe Segura, Emilio, Paco... Muchos más, seguro (enhorabuena a todos). Disfruté mucho, también, con los ánimos del público: por eso, en esta entrada del blog del aprendiz de triatleta, no se me pueden olvidar Lola y su familia, que fueron a animarme (gracias desde aquí a su padre por su estupendo reportaje fotográfico) y que disfrutan con esta fiesta o este circo en que, entre unos y otros, hemos convertido el triatlón. Gracias por estar ahí: público, lectores, triatletas expertos, aprendices y novatos. Yo, aunque Pablo me asegurara en un rato de cháchara final que debo quitarme ya la etiqueta de aprendiz, aunque este triatlón haya sido una especie de confirmación oficial después de un año en esto, sigo aprendiendo...
En todo caso, no quería meterme yo en estos berenjenales tan complicados. Lo que quería compartir es que disfruté mucho mi sexto triatlón -el Tri de Almería vino a suponer una especie de confirmación en esta historia en que me he embarcado. Ahora hace justo un año de mi estreno también en Almería y, aunque no me noto ni mucho más rápido ni mucho más fuerte ni mucho más de hierro, me noto que disfruto mucho más y que he cogido una relativa soltura en el funcionamiento de las pruebas y los entrenos de triatlón. Un año en que, de alguna manera, me he reconvertido -he dejado mis viejas aspiraciones de seguir corriendo cuatro días a la semana porque yo soy runner, y he seguido intentando mejorar en bici y en el agua. Con meses de reconversión a mis espaldas me planté en El Toyo sin apenas nervios y dispuesto a disfrutar -ese era mi mantra: disfruta, disfruta, disfruta. Porque sí, porque me gusta hacer triatlón y porque, ahora mismo, una prueba de triatlón me da unos chutes de endorfinas que no puedo comparar con ninguna otra actividad física. En todo caso, se volvió a producir el milagro -por duplicado esta vez porque, después del temporal de poniente que habíamos tenido, el mar calmo que nos esperaba el domingo fue un verdadero milagro. Aparte de eso, nadamos y no nos ahogamos, intenté hacer una bici decente y no me salió mal, y corrí hasta reventar. La única novedad es que mi parcial de bici fue, en cuanto a puestos y media, sensiblemente mejor de lo que venía haciendo hasta ahora: según mi velocímetro la bici me salió a 33 km/h (en un recorrido que pasaba de los 21 kms). Las cosas sucedieron, como no podía ser de otra manera, tras el MOOOOOOOC inicial; me sentí muy cómodo en el agua y recibí menos palos de los que me esperaba al compartir la salida con más de 300 participantes; realicé la primera transición (que incluía un recorrido incómodo de más de 400 metros) con cierta soltura y me incorporé a la bici con ganas de probar a ir más rápido -como acabo de decir no me salió mal (2'30'' más rápido que el mismo recorrido en el duatlón de marzo); la tercera parte fue la repetición de la historia de siempre: pies para qué os quiero y a intentar adelantar puestos todo lo posible. La verdad es que me sigue maravillando poder correr a 3'54'' tras bajarme de la bici... Quizás en eso reside el chute de endorfina que comentaba antes. Al final, entro en meta en 1h23'37'', puesto 178º (de 337 llegados) y 31º de mi categoría. Los parciales fueron los siguientes:
agua: 20'57'', puesto 257 (incluyendo la transición de 400m)
bici: 43'08'', puesto 209 (según mi velocímetro, a 33 km/h)
pie: 19'32'', puesto 51 (a 3'54'' x km)
La novedad, como decía antes, es haber hecho un mejor parcial en bici que en el agua. Hasta ahora había sido tan malo en una cosa como en la otra. Buen avance porque, como ya me he dado cuenta otras veces, donde verdaderamente se sacan buenos tiempos en un triatlón es en la bicicleta.
Del triatlón del domingo destacaría, fuera de lo estrictamente deportivo (o quizás conectado con ello) otras cosas: el componente social del que ya he hablado en otras ocasiones. Disfruté mucho hablando con la gente; gente que he ido conociendo a través de este blog o a través del club. Disfruté mucho viendo disfrutar a otra gente; por ejemplo, gente que hacía su primer triatlón sprint, muchos: ahí estaban Simón, Nuria, Juanjo, Pepe Segura, Emilio, Paco... Muchos más, seguro (enhorabuena a todos). Disfruté mucho, también, con los ánimos del público: por eso, en esta entrada del blog del aprendiz de triatleta, no se me pueden olvidar Lola y su familia, que fueron a animarme (gracias desde aquí a su padre por su estupendo reportaje fotográfico) y que disfrutan con esta fiesta o este circo en que, entre unos y otros, hemos convertido el triatlón. Gracias por estar ahí: público, lectores, triatletas expertos, aprendices y novatos. Yo, aunque Pablo me asegurara en un rato de cháchara final que debo quitarme ya la etiqueta de aprendiz, aunque este triatlón haya sido una especie de confirmación oficial después de un año en esto, sigo aprendiendo...
martes, 5 de junio de 2012
VII Triatlón Ciudad de Cartagena: la crónica de un fenómeno social apasionante
El domingo tocaba hacer el Triatlón de Cartagena -y si algo le quedó claro al aprendiz de triatleta fueron estas dos cosas: hacer triatlón es algo apasionante, no encuentro otra actividad física que me dé tanto subidón ni me energice tanto; quizás por eso, porque realmente es un deporte que engancha, se está convirtiendo en un fenómeno de masas. Y ese es el segundo tema que constaté: para satisfacción de muchos y para irritación de otros, este deporte, que hasta hace poco era para una minoría de elegidos e iniciados, se ha convertido en un verdadero fenómeno social. Así, la mañana de ayer en Cartagena con toda la parafernalia incluida en el circuito SERTRI, fue una sucesión de pruebas de distintas distancias (flash, super-sprint, relevos, triatlón de la mujer) que intentan popularizar el triatlón, difundirlo y hacerlo más asequible a quienes potencialmente están interesados. También confirmé otras cosas: por ejemplo, que la dimensión social en este deporte tiene una gran importancia (que si clubes que han brotado por todos sitios, que si palos y contacto físico en el agua, que si grupos en el recorrido de bici, que si tertulia post-carrera) -pareciera que el triatlón está pensado para la socialización. Otra cosilla que confirmé: nos da igual ocho que ochenta. Que si retrasan las salidas, que si terminamos triatlones a 32ºC, que si no hay bebida isotónica, que si el asfalto del recorrido está para matarse, que si los oficiales y personal de la organización no informan como es debido... Nada importa: somos felices participando y terminando. No hay más, parece.
El caso es que al final de la mañana y con una serie de retrasos debidos a la actividad del puerto de Cartagena, tuvo lugar la salida de mi segundo sprint de esta temporada.Un recorrido que me sorprendió como, de momento, el más bonito de los triatlones que he hecho. Nadar en el puerto de Cartagena me pareció un lujo. Y el recorrido de la carrera a pie por la muralla también me pareció bastante bonito.
En cualquier caso, creo que andábamos por el principio -bocinazo de salida y a nadar. Nada raro, aparte de la belleza del puerto y de la cantidad de triatletas reconcentrados que íbamos hacia la primera boya. Boya que, por los comentarios de la gente que había participado en años anteriores, estaba a más de 300 metros de la salida, lo que, para algunos, daba como resultado un recorrido de agua de unos 900m. Giro hacia la derecha y hacia la segunda boya. Me encuentro bien y no me despego del grupo en que iba desde el principio. Mucho contacto físico y tiramos hacia la segunda boya. Sin novedad en el frente. Giro hacia la izquierda otra vez y una tercera boya que se hace esperar. Cuando me doy cuenta me he desviado demasiado a la izquierda y tengo que rectificar. En todo caso, ahí que llego a la rampa de acceso al muelle y toca tirar, sin alfombra y evitando resbalarme demasiado, para T1.
Esta vez el neopreno sale a la primera. Me pongo calcetines y zapas con cierta soltura y tiro con la bici para la salida de boxes. Ahí me doy cuenta de que me falta el dorsal. Tiro para atras -una T1 graciosa tirando para desastrosa. Me planto por fin en la línea de salida y una oficial me dice que desmonte y monte más para adelante. Despacito y buena letra. Remonto. Retomo y adelante. Empieza el sector bici. Un recorrido a tres vueltas por un itinerario mayormente llano y lleno de unos baches tremendos. Veo por lo menos un pinchazo y dos caídas. El recorrido también tiene un pedazo de repecho de unos 500 metros que se puede subir a plato pero que hace que la media baje un poco. Claro que luego la bajada, con una curva final que se me antojó un poco peligrosa, hacía que la media volviera a subir. Repetimos por tres veces y tiro para boxes otra vez. Veo que he hecho un promedio de 32.6 km/h. No está mal: vamos mejorando, juas!
T2 y, esta vez sin problemas ni olvidos, me pongo las zapas y salgo a correr. Piernas de madera o de piedra, directamente y rumbo a lo desconocido. Sorpresón del día: el recorrido (a dos vueltas) tiene un pedazo de repecho poco después de la salida con el que no contaba. Subo como puedo y me echo toda el agua que puedo en el avituallamiento. Hace calor. Murallas de Carlos III. Estructuras defensivas y un carril bici que casi nadie sigue (la mayoría atrochando por el césped, qué mal ¿no?). Vuelta a empezar, con repecho incluido. Más agua. Adelanto a gente y me crezco un poco. Quiero llegar a meta lo antes posible y con zancadas vistosas -que se note que uno es un triatleta muy mediocre pero un runner de provecho. Meta. No quedan camisestas de mi talla. No queda bebida isotónica. Un pedazo de triatlón así, con 500 participantes entre unas y otras modalidades, debería estar más controlado en estos detalles -pero, como decía al principio, nos da igual. Lo importante es que repetimos el milagro: nadamos y no nos ahogamos, hacemos la bici y no nos matamos, corremos y no reventamos. Por todo eso, disfrutamos y somos felices.
Al final, 1h14'45'', puesto 146º de 245 llegados y 23º de mi categoría. El tiempo es muy similar al del domingo anterior en Marbella, aunque hago mejor agua y mejor bici aquí y confirmo que el recorrido de la carrera a pie de Marbella estaba acortado. Contento, aunque sea difícil de creer, con estos parciales:
-agua, 16'04'' (puesto 184º, a 2'09'' de promedio)
-bici, 38'29'' (puesto 187º, a 31.29 km/h, incluyendo la transición)
-carrera a pie 20'20'' (puesto 30º, a 4'04'')
Las mismas conclusiones que en Marbella: voy flojito en bici y en el agua. Voy bien en carrera a pie. Voy disfrutando en las tres cosas, que, al fin y al cabo, es lo que, por lo menos a estas alturas de mi aprendizaje, me importa. Gran triatlón el de Cartagena, buena actuación de algunos de los compañeros del TriAlmería, buena charleta con algún histórico del triatlón almeriense (el gran Ilde, al que hasta el domingo sólo conocía de oídas), buen ambiente tri y mucha pasión. Destaco la ilusión del primer triatlón de Simón que debutó en distancia super-sprint y que ya no podrá dedicarse a hacer las fotos que tan bien hacía. ¡A disfrutar!
El caso es que al final de la mañana y con una serie de retrasos debidos a la actividad del puerto de Cartagena, tuvo lugar la salida de mi segundo sprint de esta temporada.Un recorrido que me sorprendió como, de momento, el más bonito de los triatlones que he hecho. Nadar en el puerto de Cartagena me pareció un lujo. Y el recorrido de la carrera a pie por la muralla también me pareció bastante bonito.
En cualquier caso, creo que andábamos por el principio -bocinazo de salida y a nadar. Nada raro, aparte de la belleza del puerto y de la cantidad de triatletas reconcentrados que íbamos hacia la primera boya. Boya que, por los comentarios de la gente que había participado en años anteriores, estaba a más de 300 metros de la salida, lo que, para algunos, daba como resultado un recorrido de agua de unos 900m. Giro hacia la derecha y hacia la segunda boya. Me encuentro bien y no me despego del grupo en que iba desde el principio. Mucho contacto físico y tiramos hacia la segunda boya. Sin novedad en el frente. Giro hacia la izquierda otra vez y una tercera boya que se hace esperar. Cuando me doy cuenta me he desviado demasiado a la izquierda y tengo que rectificar. En todo caso, ahí que llego a la rampa de acceso al muelle y toca tirar, sin alfombra y evitando resbalarme demasiado, para T1.
A por la bici, que llegamos tarde |
T2 y, esta vez sin problemas ni olvidos, me pongo las zapas y salgo a correr. Piernas de madera o de piedra, directamente y rumbo a lo desconocido. Sorpresón del día: el recorrido (a dos vueltas) tiene un pedazo de repecho poco después de la salida con el que no contaba. Subo como puedo y me echo toda el agua que puedo en el avituallamiento. Hace calor. Murallas de Carlos III. Estructuras defensivas y un carril bici que casi nadie sigue (la mayoría atrochando por el césped, qué mal ¿no?). Vuelta a empezar, con repecho incluido. Más agua. Adelanto a gente y me crezco un poco. Quiero llegar a meta lo antes posible y con zancadas vistosas -que se note que uno es un triatleta muy mediocre pero un runner de provecho. Meta. No quedan camisestas de mi talla. No queda bebida isotónica. Un pedazo de triatlón así, con 500 participantes entre unas y otras modalidades, debería estar más controlado en estos detalles -pero, como decía al principio, nos da igual. Lo importante es que repetimos el milagro: nadamos y no nos ahogamos, hacemos la bici y no nos matamos, corremos y no reventamos. Por todo eso, disfrutamos y somos felices.
Al final, 1h14'45'', puesto 146º de 245 llegados y 23º de mi categoría. El tiempo es muy similar al del domingo anterior en Marbella, aunque hago mejor agua y mejor bici aquí y confirmo que el recorrido de la carrera a pie de Marbella estaba acortado. Contento, aunque sea difícil de creer, con estos parciales:
-agua, 16'04'' (puesto 184º, a 2'09'' de promedio)
-bici, 38'29'' (puesto 187º, a 31.29 km/h, incluyendo la transición)
-carrera a pie 20'20'' (puesto 30º, a 4'04'')
Las mismas conclusiones que en Marbella: voy flojito en bici y en el agua. Voy bien en carrera a pie. Voy disfrutando en las tres cosas, que, al fin y al cabo, es lo que, por lo menos a estas alturas de mi aprendizaje, me importa. Gran triatlón el de Cartagena, buena actuación de algunos de los compañeros del TriAlmería, buena charleta con algún histórico del triatlón almeriense (el gran Ilde, al que hasta el domingo sólo conocía de oídas), buen ambiente tri y mucha pasión. Destaco la ilusión del primer triatlón de Simón que debutó en distancia super-sprint y que ya no podrá dedicarse a hacer las fotos que tan bien hacía. ¡A disfrutar!
Más contento que si hubiera ganado |
viernes, 1 de junio de 2012
Próxima estación: VII Triatlón Ciudad de Cartagena
Pues sí, amigos y amigas: la próxima parada en el calendario del aprendiz de triatleta toca en Cartagena. El domingo, si nada lo impide, haré mi segundo tri de la temporada. Esta entrada va a ser, por una vez, brevísima, pero necesitaba comentarme a mí mismo por dónde van mis tiros: después de una semana de entrenos regenerativos y cogidos con palillos (de los que destaco 2000m de carrera a pie a 3'37'' el miércoles y un gustosísimo entreno compartido en el mar con compis del TriAlmería), me apetece desconectar y entrar en modo stand-by para afrontar Cartagena relajado. ¿Expectativas? ¿Estrategia? Ningunas: simplemente terminar con buenas sensaciones como el domingo pasado en Marbella y añadir uno más al baúl de los recuerdos y de la experiencia. Mi plan de hacer cuatro triatlones en cuatro semanas seguidas no tiene ningún fundamento deportivo ni fisiológico y raya en el terreno del competir por competir (si no entra, directamente en el legendario género tonto).. De todos modos, el fundamento mental que yo le encuentro a esos cuatro tris es seguir con el aprendizaje y cerrar, lo antes posible, esta fase I en mi trayectoria de aprendiz. Ahora mismo no sé lo que me pide el cuerpo, pero lo que me pide la cabeza es hacer triatlones. No hay más.
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