martes, 29 de junio de 2010
Turning point -haciendo las maletas
Dos semanas sin asomarme por aquí. Dos semanas en las que ha dado tiempo a que entre el verano y en las que casi ha terminado el curso. Cómo pasan las semanas, los meses, para qué hablar de los días. De todos modos, aunque ha entrado el verano, tampoco es que las sensaciones sean del todo veraniegas: tan sólo un par de baños en el mar a estas alturas de junio es síntoma de que algo raro pasa... Y, deportivamente hablando, nada especialmente reseñable: dos semanas de 54 kms de carrera a pie y de 1600 metros de piscina. Dos semanas sin tocar la bici.
Bueno, de todos modos, el calendario está ahí y según escribo esta entrada tengo la cabeza en mil sitios y en mil cosas a la vez. Tengo que organizar el equipaje y todo lo necesario para pasar dos meses fuera de Almería. El ritual de todos los años. Vacaciones básicamente familiares con alguna escapada lejos de la familia. Este verano, cambio de escenario incluido: después de casi todos los veranos de mi vida en la sierra de Madrid, nos vamos a Segovia... Bueno, y a pasar una semana en Londres en agosto, de ahí la foto de arriba.
En Segovia aterrizaré el jueves con mi Trek y mi equipaje para dos meses. Complicado esto del equipaje de un aprendiz de triatleta. Claro, hay que incluir la ropa normal, los libros, los gadgets (los i-pods varios, los cargadores, el portátil, la cámara...), pero también hay que incluir los aperos de la natación, los aperos de la carrera a pie, y claro, ahora también, todo lo necesario para el ciclismo. La bomba de pie, el aceite, el casco, los culottes, los maillots...
Importante también incluir algunos planes y proyectos en el equipaje: eso quizás sea lo más complicado de elegir. De momento se me ocurren varias cosillas que voy a meter en la maleta de los planes:
1. Correr por las carreteras y cañadas de Segovia. Con sus toboganes volveré a Almería comiéndome el paseo marítimo.
2. Seguir cogiéndole el punto a la bici de carretera. Estrenar mi nuevo super casco MET con un recorrido bonito: ¿Torrecaballeros-Turégano?
3. Empezar a cogerle el punto a las subidas en bici: ¿seré capaz de subir el Puerto de Navacerrada? No creo, pero pensarlo es, al menos, un principio de proyecto...
4. Seguir nadando. En la piscina cubierta de Segovia o donde sea. Curioso que el domingo en Cabo de Gata me decidí a respirar de forma alterna por la izquierda y por la derecha (no sólo por la derecha) y, surprise surprise, salió bien. Ese cambio cualitativo se merece continuar los entrenamientos en verano.
5. Correr en Londres en agosto: varias rutas en torno al río -Tower Bridge-Battersea, Tower Bridge-Greenwich. Lo que sea para ver Londres desde las zapatillas.
6. Empezar, el lunes 16 de agosto, la preparación para el Maratón de Málaga.
El resto de planes y proyectos, los que no son deportivos, están ya guardados en la maleta.
lunes, 14 de junio de 2010
Viva la carrera a pie!
Un junio que no parece junio -acabo de bajar del trabajo con la bici y la ropa veraniega y no veáis la sensación de fresco y la humedad que hace... Pues eso: un junio que no parece junio y un aprendiz de triatleta que no se parece en nada a un aprendiz de triatleta. (Lo mejor de todo es que las apariencias engañan, por lo menos a veces...)
¿Por qué digo lo del dichoso aprendiz de triatleta? Pues porque la semana que terminó ayer no tuvo nada de triatlón: y ahí es donde entra el título de esta entrada... La semana pasada descansé lunes, martes y miércoles; corrí jueves (12 kms), viernes (12 kms), sábado (12 kms) y domingo (18 kms). Viva la carrera a pie! Ni fui a la piscina ni salí en bici (aparte del urbanbiking para ir a trabajar). ¿Nuevo bajonazo triatlético? No sé. Creo que no. De todos modos, entre la vida social que me inundó (y casi me sobrepasó) toda la semana, el poniente (la tan manida excusa del poniente, diréis), la inquietud porque no salían los tribunales de oposición (la amenaza de que me tocara ser vocal pendiendo sobre mí como un hacha que me iba a amputar el mes de julio), la mala alimentación ligada a la susodicha vida social, la correción de exámenes y un sinfín de excusas variadas, pues... Vamos, que, entre pitos y flautas, decidí correr: ya de hacer algo, hacer algo bien (mis clásicos cuatro entrenos de carrera) y dejarme de historias y episodios deportivos estresantes. Y sí, ya lo sé: cuando tengo poco tiempo (y pocas ganas) ya de hacer algo debería dedicarme a lo que peor llevo (el agua, la bici) -pero cuando uno tiene ADN de runner pues lo tiene.
Lo bueno de esto es que hay muchas semanas por ahí delante de uno para poder no sólo correr, sino correr, nadar y salir en bicicleta. ¿Esta que acaba de empezar?
¿Por qué digo lo del dichoso aprendiz de triatleta? Pues porque la semana que terminó ayer no tuvo nada de triatlón: y ahí es donde entra el título de esta entrada... La semana pasada descansé lunes, martes y miércoles; corrí jueves (12 kms), viernes (12 kms), sábado (12 kms) y domingo (18 kms). Viva la carrera a pie! Ni fui a la piscina ni salí en bici (aparte del urbanbiking para ir a trabajar). ¿Nuevo bajonazo triatlético? No sé. Creo que no. De todos modos, entre la vida social que me inundó (y casi me sobrepasó) toda la semana, el poniente (la tan manida excusa del poniente, diréis), la inquietud porque no salían los tribunales de oposición (la amenaza de que me tocara ser vocal pendiendo sobre mí como un hacha que me iba a amputar el mes de julio), la mala alimentación ligada a la susodicha vida social, la correción de exámenes y un sinfín de excusas variadas, pues... Vamos, que, entre pitos y flautas, decidí correr: ya de hacer algo, hacer algo bien (mis clásicos cuatro entrenos de carrera) y dejarme de historias y episodios deportivos estresantes. Y sí, ya lo sé: cuando tengo poco tiempo (y pocas ganas) ya de hacer algo debería dedicarme a lo que peor llevo (el agua, la bici) -pero cuando uno tiene ADN de runner pues lo tiene.
Lo bueno de esto es que hay muchas semanas por ahí delante de uno para poder no sólo correr, sino correr, nadar y salir en bicicleta. ¿Esta que acaba de empezar?
viernes, 11 de junio de 2010
Murakami, el viento de Poniente y la maldita pereza
El otro día me terminé el libro de Murakami, 'De qué hablo cuando hablo de correr'. No había leído nada de él y tenía muchas ganas de leerme esta especie de ensayo-libro de memorias-diario de corredor. Mi amiga Mela me lo había recomendado hace unos meses, pero tuve que esperar hasta la edición española. Bueno, desde aquí os recomiendo el libro. Me ha parecido muy estimulante y me ha encantado cómo el autor presenta ese cruce entre su vida diaria normal y su vida deportiva. Cómo, cuando uno se hace corredor y triatleta, eso tiene consecuencias para tus otras vidas y tus otras tareas diarias. Lo que hace Murakami es comparar su vida como novelista con su vida como deportista y nos plantea cómo el deporte le ayuda a ser mejor novelista: las habilidades necesarias como corredor (talento, constancia, resistencia, fuerza de voluntad) son también necesarias para otras esferas de la vida como la escritura (probablemente para la mayoría de ocupaciones, ¿no?). También habla de otras cuestiones que todos los corredores de fondo nos hemos planteado alguna vez: ¿para qué corremos? Para sentirnos en forma, para competir contra nosotros mismos, para demostrarnos cosas a nosotros mismos, para engañar al tiempo... ¿En qué pensamos mientras corremos? ¿Hasta qué punto hacemos cosas que se salen de lo normal?
Me he sentido muy identificado con Murakami, por sus ideas y por su trayectoria: su inicio tardío en el deporte, su falta de habilidad para deportes de coordinación, sus ideas sobre el fondo y el ultrafondo como territorios para conocernos mejor, su entrada natural en el triatlón. La sorpresa ha sido, precisamente, todas las historias que cuenta sobre el triatlón: las dificultades con la bicicleta de carretera (pedales automáticos, tráfico y demás), las dificultades con la natación (hay mucha gente que nada bien pero que es incapaz de enseñar a nadar a los demás), su ritmo anual de maratón en otoño y triatlón en verano... En fin, un libro muy recomendable que tiene mucho que decir a cualquier persona que corra o que se esté planteando correr.
Por lo demás, la disciplina y fuerzas de voluntad de las que habla Murakami están brillando por su ausencia últimamente: corro, nado, ando en bici, pero sin ningún plan ni ningún ritmo. No consigo coger un ritmo regular de entrenamientos. Luego me pongo, me pongo y las cifras no están del todo mal, pero no hay ritmo. La semana pasada terminó así:
Carrera: 4 sesiones (52 kms)
Bici: 1 sesión (38 kms)
Agua:2 sesiones (3200 m)
Habrá quien piense que 7 sesiones en una semana no están mal; habrá quien piense que son pocas. Lo que yo pienso es que estuvieron mal distribuidas en la semana y que me cuesta mucho coger un buen ritmo de entrenamiento: entre el trabajo y la ausencia (todavía) de planes para el verano, me está invadiendo una pereza estupenda. La bajada de temperaturas y el viento de Poniente no están ayudando mucho: esto es junio pero parece otro mes.
Así que esta semana va también mal, mal. Lunes, martes y miércoles me los tomé de descanso. Ayer conseguí tener buenas sensaciones haciendo una tirada de 12 kms. A estas alturas de semana, viernes ya, intentaré recomponerme. Con lo sencillo que hubiera sido apuntarme a la Media Maratón del Puerto de la Ragua para este domingo... Como veis, sigo necesitando vidilla.
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