El diario de un outsider residente en los arrabales del trimundo

jueves, 21 de marzo de 2013

Triatlón y poesía

Dreams. Sueños. La suerte de mi vida. Luck. Triathlon
Como hoy es el Día Internacional de la Poesía, me apetecía quitar un poco de hierro a las entradas de mi blog y escribir algo más neutro y menos cargado de pesadez reflexiva. No sé si será posible. Me encanta reflexionar y quizás sea buen momento para hacer un alto en el camino y deshacer malentendidos. También para acabar este trimestre pesado, inauguar la primavera y darle la boleta a un invierno que se  me ha hecho increíblemente pesado y largo. Borrón y cuenta nueva, pues, después de esta entrada y después de dos días en que he hecho un parón deportivo y un poco de detox mental. El caso es que me sorprende que la gente que lee este panfletillo de intento de triatleta me acuse a veces de ser demasiado negativo. No. No van por ahí los tiros -creo que en todas las entradas intento sacar una conclusión positiva para continuar. Además, no nos engañemos, una cosa es ser negativo y otra cosa es ser realista. Tampoco escribo esto para que la gente me eche flores -tal y como comenté ayer en una red social de estas del siglo XXI, no quiero que nadie me regale los oídos -no hay razones para que nadie lo haga: hemos quedado en que soy un fatal nadador, un mediocre ciclista y un corredor aceptable. Nada para tirar cohetes y, por tanto, ninguna razón para que se me regalen los oídos. Así las cosas, quizás es momento de reconocer que la semana sigue tan mal como la pasada -motivación cero y cansancio acumulado del trimestre (cómo estoy notando los famosos recortes de nuestros gobernantes en mi horario de este curso) me llevan a pasar totalmente de los entrenos. Todo esto me va a dejar a las puertas de una situación compleja y comprometida para Elche porque, si tenemos en cuenta que en Semana Santa sólo podré hacer rodillo y no saldré a hacer bici real, la cosa va a ir muy muy justa en el sector bici ilicitano. Es lo que toca -al menos esta semana estoy un poco más decidido en cuanto a acudir finalmente a Arenales13, e incluso me he alegrado de haber entrado en las inscripciones de Fuenteálamo. Todo eso está muy bien, sí;  pero en cuanto a entrenos, necesito un cambio urgente de rumbo, de motivación y de actitud -o encuentro ese cambio o tendré que declarar sin más remedio el estado de excepción. 
Y ahí lo dejamos hoy, con un poema para celebrar los sueños y la poesía y a los poetas, porque, quién puede negarlo, el triatlón es, además de un acto de fe, un increíble ejercicio de poesía, de poetas y de sueños. Espero que os guste:

DREAMS

Hold fast to dreams
For if dreams die
Life is a broken-winged bird
That cannot fly.
Hold fast to dreams
For when dreams go
Life is a barren field
Frozen with snow.


(Langston Hughes)


Agárrate fuerte a los sueños porque, si los sueños mueren, la vida es un pájaro que, con las alas rotas, no puede volar. Agárrate fuerte a los sueños porque cuando los sueños mueren la vida es un campo estéril helado por la nieve.

miércoles, 20 de marzo de 2013

IX Duatlón de Pulpí: entre el desánimo y las ganas de seguir

No Country For Old Men
Me va a sorprender la entrada de la primavera en pleno apogeo de mis comeduras de tarro y mis tonterías. La semana pasada, aunque esto lo sabe tan poca gente que ni yo mismo llegué a enterarme, estuve a punto de colgar los trastos de matar del triatlón. Haciendo balance de horas, metrajes, brazadas, gastos, zancadas, revoluciones por minuto y pedaladas, me dio por pensar que todo esto no merecía la pena. En una semana en que nadé casi 10000 metros y reflexioné sobre lo estancado que me veo en el agua (ese ritmo de crucero al que me he abonado, que me sirve tanto para hacer 300m como 1500; ese ritmo vertiginoso de 2'15''/100 me dio mucho juego para deprimir a todas las neuronas que se me pusieran a tiro), en una semana así, digo, no me fue difícil llegar a la conclusión de que soy demasiado mayor ya para estos juegos. Incluso, en estos días bajos, he llegado a pensar que no me apetece nada hacer Elche para volver a constatar lo que ya me sé de memoria.
El caso es que el domingo tocaba hacer el duatlón de Pulpí: un duatlón con cierta tradición que había oído nombrar y renombrar y que, al planificar la temporada, decidí incluir en mi calendario. Sólo había hecho un duatlón hasta el domingo y, tal y como constaté en Pulpí, si el triatlón no es país para viejos, el duatlón es ya territorio para gente realmente entrenada y recién bajada de otros planetas. No Country For Old Men, revisited. En otras palabras, un intento de triatleta como yo no puede ir a un duatlón a ponerse las pilas de autoestima y a comerse el mundo. No. Como mucho se lo puede tomar como un entreno de calidad -juas. En cualquier caso, no tenía yo el ánimo demasiado boyante el fin de semana y, esta vez, el madrugón a las 6.45 de la mañana de un domingo en una semana con mucho trabajo me sentó, verdaderamente, a cuerno quemado. Pulpí está a 120 kms de Almería -tocaba conducir y, además, tocaba comprobar, a la llegada, que estaba medio lloviendo y con el asfalto regular. Aun así, el duatlón me gustó: no sé qué tienen los pistoletazos o los bocinazos de salida que me curan todas las penas y me camuflan las dudas. Pulpí, además, tiene el encanto de las pruebas sencillas -con todo el sabor que tenían las carreras populares poco masificadas de hace unos cuantos años. Me recordaba un poco, en la sencillez y austeridad, al tri del Canal de Castilla.
Bueno, ¿cómo salió el duatlón? Pues, curioso: terminé con buenas sensaciones. 1h06'45''. Sensaciones de haber corrido bastante bien y de haber hecho una bici medio digna. Al ver las clasificaciones, que han salido hoy, veo las cosas desde una perspectiva más realista: puesto 73º de 120 llegados -furgón de cola power. En efecto, no corrí mal: la primera carrera a 3'51'' y la segunda a 3'49'' (nada mal para una carrera, bastante regular para un duatlón). La bici, que según mi cuentakilómetros me salió a 33.2 km/h, es un aspecto bastante mejorable. Sin duda.
Bueno, pues ese fue el duatlón de Pulpí: creo que, de no haberlo hecho, estaría más cerca que nunca de dejar todo esto. El bocinazo me devolvió un poco las ganas de continuar y me ayudó a ver el sentido de todas estas cenas a deshora, estas comidas a deshora, estas prisas por ir a la piscina, estas cábalas por ajustar los entrenamientos en la semana laboral o esta inquietud porque el agua o el viento no me dejan cumplir los entrenamientos. En todo caso, de aquí en adelante hay cuestiones y frentes que debo afrontar y mejorar si quiero conservar mi salud mental en esta historia:
-dejar las culpas y comeduras de tarro si, en determinadas semanas, no se puede entrenar al cien por cien por cuestiones laborales, afectivas o meteorológicas
-tener más fortaleza mental y más autocontrol para no dejarme engullir por estos ciclos de desánimo que van surgiendo en mi cabeza periódicamente
-dar más caña a la bici; aunque he mejorado mucho, sobre todo en posición, en manejo y en seguridad, creo que es ahora cuando empieza la hora de la verdad en bici
-mejorar tiempos en natación es una auténtica prioridad: no quiero nadar a 1'20''; pero creo que, después de tantos metros, tantas piscinas, tantos años ya, nadar a 2'15'' es una anomalía. Sin duda es un ritmo de principiante y el no ser capaz de remontar y mejorar es una de las principales fuentes de pensamientos negativos en mi desarrollo como triatleta. Algo falla en el agua, no hay duda.
Nos quedamos aquí hoy; yo, un poco más aliviado tras haber ordenado las ideas.Y, sobre todo, un poco más lejos de querer dejarlo. Saludos.

miércoles, 13 de marzo de 2013

Trierrores y mucho viento

Viento, viento, y más viento. No country for old men
A pesar de las tensiones y corrientes imperantes en el planeta trimundo, soy de los que cree que existe una versión popular del triatlón y de los triatletas. Si no fuera así, poco pintaría yo con este blog y con este calendario 2013 y con estas ilusiones a la espalda. Lo que pasa es que en estos días un poco bajos en que estoy más cansado de la cuenta y en que el viento y la lluvia no me están dejando cumplir de manera adecuada con los entrenos, uno se acaba preguntando si, después de todo, esto es posible: ¿existe realmente el triatlón popular? ¿es realmente triatlón lo que hace alguien que, como yo, no baja de 2'10''/100 en un 300 (imaginaos ya en un 400 o en un 1000 o en un 1500) en el agua? ¿es realmente triatleta quien recurre al rodillo cuando sopla el viento por encima de los 40 km/h? A veces quiero responder que sí a todo. A veces, sin embargo, me da por pensar que esta historia no es como la de las carreras populares -hay mucho negocio, mucha prueba, mucho club, mucho interés, mucha industria, mucho entrenador de por medio, sí. Pero me da la sensación de que la triburbuja esta puede estallarnos en las manos, en las aletas, en las zapas, o en los manillares, o en los acoples, en cualquier momento. El número de federados ha aumentado de manera espectacular en las últimas dos o tres temporadas; la duda está en cuántos aguantaremos la presión de este mundo.
A mí hay semanas que me resulta fácil mantenerme a flote. Otras en que me agarro con uñas y dientes a cualquier destello de luz (esas buenas sensaciones en agua, ese ocasional entenderse bien con los pedales, ese momento en que he corrido tan bien como solía correr cuando sólo corría). Otras semanas, sin embargo, me da por pensar que no estoy ni en el lugar ni en el momento adecuados. No country for old men. Aun así, con mi equipaje de dudas, recuerdo los mandamientos del triatleta malo o del triatleta principiante: no te dejes deslumbrar por lo que hacen otros, no te compares con nadie, disfruta y punto, no te dejes deslumbrar por material ni por suplementos, no gastes más de lo necesario, no te saltes etapas, recuerda que estás en esto porque te gusta. Sí, esa es la clave.
Estoy en esto porque me gusta. Y aunque me resulte difícil aguantar el tirón muchas semanas (porque, no nos engañemos, no hay peor deporte que el triatlón para la autoestima en muchas ocasiones), aunque sea difícil sobrevivir en un mundo en que se corre el peligro de invertir un porcentaje importante del tiempo y del dinero de uno principalmente para nada (entrenos, competiciones, viajes, fisio, material), aunque sea una disciplina más mantener la cabeza fría en un mundo en que se te recuerda constantemente que si no eres de los mejores poco pintas, aquí sigo -ilusionado (o medio ilusionado) por no dar mi brazo a torcer. Con la inocencia un tanto perdida, pero con cierta ilusión, me he inscrito esta semana en el IX Duatlón de Pulpí (para el domingo que viene) y en el tri de Fuenteálamo. Entre esas inscripciones y el libro de Swimsmooth (del que ya hablaré con más calma) tenemos que seguir tirando #palante. Un saludo.

domingo, 3 de marzo de 2013

V Trail Cabo de Gata-Níjar: a vueltas con los ritos

Terminando el rito anual.
Cuando uno plantea una carrera como un rito de paso anual hacia la primavera y, además, la convierte en una cita con la memoria de su padre, con la memoria de sus músculos y con las arenas que nos van llevando por el mar de la vida, las cosas tienen que salir, por fuerza, bien. El Trail de Cabo de Gata es una de esas carreras que repites, año tras año, porque tiene un recorrido de una belleza paisajística excepcional; también porque el campo del Cabo de Gata está, en estas fechas, pletórico de vida y verde y flores y,  justo cuando uno está harto ya de invierno y de humedades y de vientos de  poniente fríos, se aferra a esta fecha del calendario aunque sólo sea por decir que la primavera está llegando y seguimos, un año más, haciendo deporte y compitiendo y esforzándonos y entrenando y perdiendo la cabeza por estas cosas. La carrera se ha cargado de más significado para mí porque, dentro de tres días, hara un año de la muerte de mi padre. Con semejante paisaje mental (un poco barroco, lo reconozco) me plantaba esta mañana en Rodalquilar: mañana fresca y nublada con un poco de viento de levante que ha dado la bienvenida a los aproximadamente 350 participantes de esta edición. El Trail se ha consolidado en el calendario de carreras del sureste y, a pesar de los 30 euros de inscripción, tiene bastante aceptación. La organización es buena, aunque este año ha habido una cosa que no me ha gustado nada: coches circulando sin control (a mi paso he coincidido con dos, uno de ellos sin ningún respeto a los participantes) por la zona de Los Albaricoques. Detalles así desmerecen un poco la imagen de la prueba.
Con semejante paisaje mental y después de calentar muy poco y de socializar bastante más (cómo me gusta charlar en las carreras: antes, durante y después), toca adentrarse en los paisajes protagonistas del circuito. Tras unos primeros kilómetros que se pueden asemejar a una carrera de montaña, el resto del trail se desarrolla por un terreno nada técnico, entre cortijos, pitas y flores -este año han tocado las amapolas; parece que las varicas de San José se están retrasando esta vez.. Hago el primer kilómetro a 4'; el resto es harina de otro costal: toca una subida bastante pesada por una vereda en la que, quieras o no quieras, te atascas, tanto por el desnivel como por el tapón de corredores. A partir del kilómetro 5, la cosa vuelve a parecerse a una carrera más normal: tan sólo hay que dosificarse por el kilometraje y tener un poco de cuidado con el terreno de piedra suelta o rambla. Me instalo en un ritmo más o menos aceptable: voy sin GPS y, además de hacer todo tipo de cábalas sobre ritmos y tiempos (me pregunto si podré hacer mejor tiempo que el año pasado: me lo pregunto y me da rabia la opción de no hacerlo puesto que, después de todo, esta carrera es una especie de homenaje), pienso en mi padre y también en las molestias que llevo en el aductor derecho, que noto en cuanto que tengo que hacer alguna subida, bajada o giro repentino para evitar piedras. Voy un tramo con un corredor de Alicante, otro tramo con un corredor de Jaén que ha traído un ejército de animadores que para mí lo quisiera. Vamos charlando. Intento disfrutar con el paisaje y un retazo de olor a jara me invita a centrarme en las sensaciones de otros años. Sin embargo, entre los nublados, el aductor y la presión del tiempo, noto que, en esta carrera en que nada podía salir mal, hay algo que está fallando: las sensaciones. No voy a gusto -no es cuestión de cardio, es cuestión un poco mental y un poco de piernas. Una mezcla rara. Entre los kilómetros 17 y 21, toca el tramo de unos 4 kms de rambla. que, será por las lluvias recientes, no me resulta tan pesado como otras veces. Me centro en correr bien por los tramos más llanos y en decidir en qué momento tomarme el gel que llevo: avituallamiento del kilómetro 21 y gel para adentro (por cierto: qué poco civismo y qué guarra es alguna gente -¿cómo se pueden tirar los geles por el campo así, más cuando se ha advertido que corremos por un parque natural?). Quedan 8 kms de terreno fácil con algunos repechos que, al final del recorrido, pueden jugar malas pasadas. El corredor de Jaén se queda en Los Escullos y, al relevo, aparece el amigo Christian, con el que, bromas y tiras-y-aflojas de por medio, me mantengo hasta el final. Parece que el aductor se ha calmado un poco: seguimos sumando. Todas las piedras suman: todas las veredas, todas las matas, todos los senderistas que pasamos restan metros para el final. El Pozo de los Frailes y paso hacia los últimos 3 kms: últimos repechos por pista cómoda. Parece que vamos centrados en correr a buen ritmo. Por fin, túnel bajo la carretera y acceso a la rambla de San José: me acuerdo de los boxes del MD, me acuerdo de otras ediciones y, viendo el reloj, me pongo a correr como si se acabara el mundo y como si en el mar se encontrara la misma esencia de la vida.. Veo que puedo, y quiero, hacer aproximadamente el tiempo del año pasado. Meta y, al final, 2h11'05'', justo 10 segundos menos que el año pasado y a ritmo de 4'35''. Peores sensaciones, mucho peores: eso sí. Puesto 30º y 6º de mi categoría, para una carrera de 28,6k y 492m de desnivel positivo. La sensación de los deberes hechos, del deber cumplido, de la cita con mi sangre y con mi memoria muscular llevada, relativamente, a buen puerto a pesar de las malas sensaciones.
Tras la carrera, la paella organizada por la organización y más socialización: charla, impresiones, risas. Sin duda, una de las mejores cosas que lleva aparejado esto del deporte popular es la cantidad de gente maja con la que te vas encontrando en el camino. Gente del triatlón, gente del Tri-UAL, gente de otras carreras, gente de Twitter -allí hemos estado todos, formando parte del rito otro año más.