El diario de un outsider residente en los arrabales del trimundo

martes, 19 de febrero de 2013

Arisco con mis ilusiones. Desmontando mitos: una entrada un tanto tonta

A veces entrenar es, más que fuerza de voluntad, un destello de agallas, un acto de fe, un que les-den-por-donde-más-les-duela, un acto de rebeldia, un sentirse tan tan tan especial, un porque-yo-lo-valgo, un acto de amor hacia uno mismo y hacia las ilusiones. A veces, vencer a la pereza o esquivar la protesta de las piernas es lo mejor que le puede pasar a uno. Eso, más o menos, me pasó ayer por la tarde -después de la paliza de bici de la mañana, tenía todas las papeletas para echar en el olvido una sesión de carrera necesaria a dos semanas del Trail de Cabo de Gata, ya sabéis, la puesta de largo de la primavera. Menos mal que le eché un poco de estómago y fe: al final, 15k, incluyendo cuestas y un recorrido urbano por la ciudad de Almería por avenidas y lugares que en mi vida había recorrido a bordo de unas zapas. Eso es lo bueno que tiene esto del deporte, no me canso de decirlo: la oportunidad que te brinda de hacer cosas por primera vez.
Con este tono tan vital, os preguntaréis que qué pasa con el título de la entrada de hoy. Después de todo, tras terminar ayer una semana de 13 horas de entrenos, con 8500m agua, 169k de  bici, 36k de carrera a pie y su ratito de gym, me tendría que sentir con las pilas cargadas. Más cuando la semana fue un tira y afloja contra las obligaciones, el trabajo, la falta de tiempo y la duda metódica.
Sin embargo, tanto destello de agallas a veces se convierte en sobredosis, y el acúmulo de actos de fe de la semana te acaba dando un bofetón en la cara; un bofetón con forma de interrogante del que salen, en un momento, todas las preguntas chungas del Pepito Grillo que todos llevamos dentro: ¿para qué haces esto? ¿para qué tanto esfuerzo? ¿no te das cuenta de que eres un manta? ¿no te das cuenta de que en la vida vas a nadar bien? ¿no te das cuenta de que estás echando  una media de 2 horas diarias de tu vida en algo que no te va a llevar a ningún sitio? ¿no te das cuenta de que no cuadras en el ambiente imperante en clubes, grupos, grupetas, cámaras de llamada y líneas de salida? ¿es que no estás harto de que tanta gente esté haciendo negocio con esto y tú estés participando en el dispendio con la que está cayendo en el país? ¿no te harta ser parte de esa férrea estructura jerárquica de estrellas, máquinas, cracks, pingüinos y mantas? ¿tienes todavía edad de jugar a esos juegos de estrategia y egolatría?
Y sí: uno se guarda al Pepito Grillo en el bolsillo, echa la vista atrás y recuerda que está en esto por superación, por gusto, por crecimiento personal. Y se acuerda de que, alguna vez hasta ha servido de inspiración a algunos otros deportistas populares; y sí, todo vuelve a cuadrar. Precariamente pero cuadra. Y me acuerdo de mi enfoque reflexivo y sus ecos en esta magnífica entrada de Manu Sánchez: "Pensamientos en largas horas de entrenos" , y encajan todas las cosas que el Pepito Grillo malo ha pasado por alto: mi evolución personal, mi disciplina, mi fuerza de voluntad, mis proyectos, mi crecimiento, mi progreso. Y, sobre todo, algo que decía Manu también en esa entrada: en el deporte de fondo y en el triatlón, "nadie te puede quitar nada porque lo que consigues es gracias a ti y a tu esfuerzo". Y esa es la realidad: en días como hoy me doy cuenta de que los ataques de agallas me han traído hasta aquí y que en esto, casi siempre, uno se lo guisa y uno se lo come, solo como la una. Hay que mantener la mente fría, el corazón caliente y ser consciente de que, igual que nadie te puede quitar nada, tampoco nadie te lo regalará. Perdonen la bruma de escepticismo personal y social que me invade hoy. Perdonen que no me levante pero el mundillo, los mundillos, el de Pepito Grillo y el del resto,  me tienen un poco aburrido. ¿Viva el individualismo?

1 comentario:

  1. Tu mismo te has respondido, haces esto por superación a ti mismo, por orgullo y satisfacción personal. Y porque da gusto saber de que eres capaz, y que demonios, saber que tampoco todo el mundo es capaz de llegar a tu nivel.

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