Retos y ritos dando forma al camino |
No sé si existen deportistas
no-reflexivos, pero, de
existir, a mí no me gustaría ser uno de ellos. Sí, sé que, aparte
del desgaste físico de los entrenamientos, yo añado una buena dosis
extra de desgaste mental de calentamiento de cabeza, de
auto-interrogatorios varios y de reflexiones más o menos profundas.
Lo sé, pero a mí me gusta este enfoque deportivo reflexivo
intimista, que no sólo inunda las entradas de este blog, sino
también mis horas de entrenamiento, mis planes y proyectos, mis
competiciones. Lo he dicho más veces, creo que la actividad física
y deportiva es una excelente ocasión para el auto-conocimiento y,
yendo un poco más lejos, para el análisis social.
No es
de extrañar, entonces, que en este verano de tantos entrenos (ya
conocéis el hashtag de
Twitter, #entrenosdeverano), esté teniendo tantísimos minutos para
la reflexión y tantísimas experiencias para reflexionar sobre
ellas. Para muestra, un botón: la semana pasada terminó con 13h15'
de entrenos: con 8400 metros de natación, 216 km de bici y 29 km de
carrera a pie. No está mal. También es digno de contar el bache
muscular que me produjo una sesión de cuestas o la sensación de
cansancio tras la piscina al empezar a incorporar palas. Carga,
cansancio, recurperación, mejora. En eso consiste la cosa. Pero no
quería profundizar por esos derroteros; más bien quería contaros
que ayer hice mi salida en bici más larga hasta el momento, 93 kms
con algo de desnivel, que no tendrían nada de especial a no ser por
lo que acabo de decir: fue mi salida más larga en bici
hasta el momento. Uno pasa casi
3 horas y media subido en una bici y, volviendo al principio de la
entrada, tiene minutos por delante para pensar, para meditar, para
preguntarse, para responderse y para dejar muchas cosas en el aire.
Lo que ayer saqué en claro es que los deportistas amateur,
los populares, nos
enganchamos en la actividad física por sentirnos bien y por
cuestiones relacionadas con llevar una vida sana y saludable. Sí:
además de hacer actividad física, algunos por lo menos, indagamos y
aprendemos a comer mejor, a castigarnos el cuerpo menos, a llevar una
vida sin rastros de insalubridades. Una especie de lucha contra el
envejecimiento y lo inevitable del paso del tiempo. Un imposible,
vamos.
Todo
eso es verdad, pero hay algo más: emulando al más alto,
más lejos, más fuerte del
ideal olímpico y que, hasta cierto punto, sólo se pueden tomar
verdaderamente en serio los profesionales, los populares también
estamos en esto por eso. Así, convertimos la actividad física en
continuo reto -no hace falta que os explique nada, ¿verdad? Y así,
correr los primeros 5 kms, o los primeros 10, o la primera carrera
popular, o hacer los primeros 1000 metros seguidos en el agua, o el
primer rodaje de 32 kms cuando se prepara una maratón, o el primer
sprint, o el primer
ultra-trail, o el primer medio ironman, o miles de cosas (cada uno
sabe de sus retos particulares), el hacer cosas cada vez más
difíciles y más intensas y hacerlas, además, por primera vez, está
en la base de nuestra motivación. No es sólo llevar una vida
saludable, es también (y mucho) este reto constante: porque no
ganaremos podios ni medallas, no seremos profesionales, pero siempre
tenemos, afortunadamente, la oportunidad de ganarnos a nosotros
mismos. De mejorar, en definitiva.
Y
claro, algunos de estos retos, en su ejecución, constituyen ritos.
Retos. Ritos. Sólo una vocal de diferencia y tantísima conexión
entre las dos palabras. Los eventos deportivos, las carreras,
populares o no, han sido analizadas como ritos desde el punto de
vista antropológico. Ya he atacado por ahí en varias entradas de
este blog -sin embargo, de lo que me di cuenta ayer superando la
frontera de los 90 kms a bordo de mi Trek, es que algunos entrenos
(y, por supuesto, muchos eventos y carreras) constituyen verdaderos
ritos de paso para los que completamos el reto personal. En este
sentido, con entrenos exigentes como nunca, en medio de un terreno
lleno de cuestas y toboganes, este verano me está suponiendo una
importante fuente de ritos de paso deportivos interesantes: mi primer
olímpico, mis semanas de más de 13 horas de entrenamiento, mis
meses de 50 horas, mi primera salida de más de 90 kms en bici. Todo
son ritos de paso en mi vida deportiva, y hoy me quedo con el de
ayer, entre águilas y paisajes sobriamente castellanos, fui
consciente de que estaba pasando a otra dimensión en la bicicleta.
Modesta como la anterior, pero es otro territorio. Sin duda.