El tiempo nos pone en nuestro lugar |
La decisión, el abandono, tiene mucho de egoísmo: no quiero regalar más tiempo a actividades y a cuestiones que no me llevan a ningún sitio. En estos momentos de crisis, casi todos estamos priorizando gastos. Yo, en las últimas semanas, me he dado cuenta de la cantidad de minutos y horas que he malgastado y restado a otras cuestiones que también tienen importancia en mi vida. Ahora mismo, con 44 años, creo que es momento de reaccionar y eliminar del menú todas aquellas cosas que no son productivas. Tengo tanto, tanto que hacer en la vida que, siendo realistas, prepararme con constancia para cosas que sólo me van a demostrar lo malo que soy es una pérdida de tiempo. Prefiero dedicar más tiempo a la lectura, a viajar, a aprender idiomas, a aprender sobre cocina, a hacer fotografías.
Hace pocos días leí un artículo sobre lo que significa la palabra 'postureo'. Creo que esa lectura, y la constatación de que postureo es, más o menos, no ser capaz de realizar nada sin publicarlo en las redes sociales -una especie de vivir de cara a la galería de facebook o de twitter o de un blog. Buscando la aprobación o la envidia (sana o insana) de los demás. El mundo en el siglo XXI tiene mucho de eso: de vivir de manera exhibicionista para demostrar todo lo que somos capaces de realizar. Una cuestión de demostrar nuestro estatus -hilando, hilando, me di cuenta de que mucho de lo que he hecho en estos años, aun sin yo quererlo, puede ir por esa línea. Hilando, hilando, me doy cuenta de que mucho de lo que está pasando en el deporte popular en los últimos años va también por esos derroteros: sin duda, muchas de los movimientos recientes en el triatlón (masificación, multiplicación de clubes, popularización de la media y la larga distancia en detrimento de la corta) van sin duda también por ahí. Parece como si la gente hiciera deporte sólo para demostrar, no ya a sí mismos, sino a la galería lo que son (somos) capaces de hacer. También, por supuesto, para demostrar al resto lo que somos capaces de comprar. Entre quien lea esto (si es que alguien llega hasta este punto), habrá quien piense que todo esto son perogrulladas y que hace falta ser inocente para caer del guindo de manera tan estrepitosa a estas alturas de la vida: el mundo es desigualdad desde hace mucho, y casi todas las actividades humanas han visto su manera de estratificar y demostrar el estatus... Sí, sí: pero aun así, no quiero nunca más sorprenderme pensando que hago cosas para ser más que nadie, para estar en el grupo de cabeza, para ser del colectivo guay de turno, para contarlas en un blog. No. Quiero hacer las cosas para sentirme a gusto conmigo mismo. Para sentirme especial, pero no mejor que nadie...
Por eso vuelvo a mi persona inicial -yo, corredor. El mismo que creó este blog en 2009 y lo llamó "Maratoneando: de Almería a Donosti" al iniciar la preparación de Maradonosti 2009. El mismo que se entrenaba solo y, por cierto, con bastante buenos resultados en carreras populares... Vuelvo a eso y espero no salir escaldado -el secreto estará en mantenerme al margen de presiones y de huir de la inquisición y las sectas que tanto abundan en triatlón y que, por lo que veo, también existen en la carrera a pie. Quiero correr sin angustias -ya he dicho, como hacía antes... Sin minimalismos, paleodietas, integrismos, pontífices, modas y negocios. Sin técnica de carrera, sin adornos, sin historias, sin negocios, sin gastar mucho dinero. Por placer, como antes. Porque, como decía Frank Shorter: "No existe una técnica correcta para correr. Correr es un deporte intuitivo y de sentido común: usted no debería preocuparse por la forma en que lo hace". Y lo demás son florituras y quebraderos de cabeza que dejo también para los aguerridos y creyentes. Correr, luego existir. Sin más: sin lesionarse por hacer ejercicios de técnica de carrera mal hechos, sin hacerme callos en los pies por llevar zapatillas pensadas para convertir el running en un quebradero de cabeza más (y de paso en otra vía para el negocio)... En fin, mejor no seguir por esa ruta...
Bueno, muy bien: ese es el futuro. Pero, ¿por qué cerrar el blog? Lo podía continuar y llamar, por ejemplo, RunRuneando. Muy original la idea, ¿verdad?. Último juas juas en off en el blog. No. Pero bueno, a quienes os gusta leer esto, os debo quizá una disculpa. También una recomendación: si os gusta leer, leed literatura de verdad. No a un pseudo-Murakami. También hay algo de egoísmo en finiquitar el blog: ya he dicho que no estoy para perder tiempo, pero es que además estos últimos meses me han hecho ver que no tiene sentido escribir un diario y hacerlo público: los diarios pertenecen a la esfera privada. Me explico: he escrito este blog con tanto, tanto cariño y con tanta, tanta sinceridad que, al final, desde la idea inicial de un blog intimista hemos acabado montados en una atracción de feria muy morbosa por la sangría interna que mostraba. Dicho de otras maneras, he escrito como si escribiera para mí o para amigos muy cercanos. Cosas que ya están escritas, cosas que no tienen solución, eso da igual ya; pero mejor no seguir. Igual que dejo el triatlón para los jóvenes, los aguerridos, los creyentes y los crédulos, dejo la literatura para los escritores. Y los consejos técnicos de entrenamiento, nutrición y vida sana, para los expertos o pseudo-expertos, que de todo hay.
El escribir de esa manera tan sincera ha acabado siendo una forma más de postureo. Al menos, imagino ahora con horror, de esa manera habrá sido contemplado el blog por mucha de la gente que me conoce poco. Los que me conozcáis más, sabréis que es que yo soy así de transparente. Pero bueno, tiempo de dejar de serlo. Quizás deba hacerlo con una última constatación de esas tan transparentes, una de las que me ha ayudado a ver que tenía que abandonar lo del tri y lo de este blog, no sólo por motivos deportivos sino también por razones sociales y afectivas. El blog ha sido claro a la hora de poner sobre la mesa que los últimos doce meses han sido los peores de mi vida. Pero no por escribir de ello, no por ponerlo encima de la mesa, he recibido muchos abrazos de consuelo por parte del mundo triatlético, ni del bloguero, ni de las redes sociales. Esto no es una queja, simplemente otra revelación más: no por hacer un deporte, ni por tener algunos lectores en un blog, ni por tener muchos seguidores en twitter o "amigos" en facebook se tienen más amigos de verdad. Suena a tontería, pero el darme cuenta de que muy, muy poca gente conectada al triatlón me ha ayudado a pasar estos meses amargos me ha decidido a la hora de poner tierra de por medio y de huir de un territorio que, en mi caso, he encontrado gélido, hostil y poco cariñoso. Sin duda, el andar tan poco conectado en el mundillo es culpa mía, pero siento que es hora de huir del invierno y de pasar a la primavera.
Pues ya está, perdonen ustedes mi monserga. Excuse my rant. No suelo ser capaz de dedicarme de lleno a una actividad si tengo asuntos previos pendientes; y creo que darle el carpetazo definitivo al proyecto triatloneando pendía encima de mí como una losa (gélida, hostil y poco cariñosa, como son todas las losas, como he encontrado el triatlón en estos meses, más frío que el agua de una ría).Agradeceros de corazón a quienes habéis estado ahí acompañando en este imposible y a quienes habéis comprendido lo que pasaba. A personas que, como la inspiradora del título de esta entrada, seguramente veían que estábamos ya llegando al final y, afortunadamente, tocando fondo. Abrazos.