El diario de un outsider residente en los arrabales del trimundo

jueves, 27 de junio de 2013

Tocata y fuga para resucitar un blog

Explicaciones
"Aunque no le debo a nadie explicaciones, sé que me gustaría explicarme. Acabar de ordenar la caja de los puzzles; empuñar el teclado por montura y desgranar una a una las causas, los misterios, los cambios de rutina. Aunque es probable que nadie las espere, yo mismo me las debo. Explicaciones a bordo del sillín, luchando contra el viento, tramando nuevas huellas o buscando el ritual de las bocinas. Adecuar el orden a las causas, prescribirme un horario, investigar problemas y calcular promedios. Aunque es posible que la razón sea tan simple que queme en la pantalla, sé que me gustaría contaros. Retomar la conversación en mitad de los éxitos, obviar incertidumbres y apagar aristas, fracasos y polígonos. Volver a contar, gozoso, que tras alcanzar la primera, sólo queda seguir explcándose la posición certera de las boyas. Volver. Retomar. Celebrar las tenues líneas y el prodigio primero de los ritmos. Aunque no le debo a nadie nada, sé que cualquiera de estos días saldrán encadenadas las palabras de lucha" -esto lo escribí en Facebook el otro día; me encanta escribir; me encanta el triatlón. Desde mi última entrada del pasado 20 de mayo he recibido algunos comentarios de gente que quería seguir leyendo Triatloneando. Llevo más de un mes echándolo de menos yo también (seguro que más que nadie). Así que, tras mucho darle vueltas, he decidido seguir con esto. No hay mucha actividad triatlética que contar (sobre eso volveré luego), pero aquí estoy. No quería que un cúmulo de malas prácticas e ilegalidades en la organización de una prueba (el Bilbao Triathlon de este año) diera al traste con una actividad, la escritura reflexiva,  que me gusta y me ayuda a salir de los hoyos más profundos. Ademas, no quería ser menos que Virginia Berasategui: yo también quiero dar la cara.
Bilbao Triathlon 2013 y Virginia Berasategui 
En más de un mes desde el tan traído y tan llevado Bilbao Triathlon de este año, la prueba de marras, el triatlón de los triatlones bien organizados para súper triatletas preparados, el dichosito tri que por poco no cuesta alguna muerte en el agua o a bordo de alguna tiritona; en más de un mes, decía, he leído tantas y tantas tonterías justificando lo injustificable que no voy a seguir haciéndome polvo la garganta. No voy a desgañitarme más ni voy a buscarme otra traqueitis que derive en gastroenteritis, como la que agarré en la mítica ría. El resumen es tonto por lo simple: la organización y los jueces cometieron una fragrante ilegalidad. Las pruebas están en internet: la estación meteorológica de Abusu documenta una temperatura del agua próxima a la hora de salida del agua del triatlón de 12,1ºC y una temperatura del aire máxima ese día de 11,5ºC. No hay que decir más; todos a estas alturas conocemos ya el reglamento de la ITU. Todos hemos visto cómo ha sido Diario del Triatlón el que ha provocado que, por ejemplo, en el tri de Zarautz este año se tomara más en serio el tema del agua. Todos hemos leído tonterías y explicaciones del género tonto relacionadas con "esto es Bilbao", "aquí llueve", "somos expertos conocedores de la ría" y demás sandeces. Todos hemos leído también las provocadoras declaraciones de Virginia Berasategui; esa gran bocazas que, en cuestión de un mes, ha ascendido aun más a los altares del panteón vasco para unos y, para otros, ha descendido a los infiernos más bochornosos. No insistiré en el tema, pero la Berasategui se permitía hace quince días decir que las críticas a la organización provenían de gente que no estábamos preparados para semejante prueba de dureza. Dicho así, sólo le faltó decir que si no llevabas sangre de Sabino Arana en el cuerpo, para qué molestarse en inscribirse. Ni intentarlo. Lo que no sabíamos es que la Berasategui iba hasta las trancas de EPO; aquel día no sabíamos que la preparación a la que aludía no era sangre con el RH de Sabino sino sangre dopada. En fin. Qué morro, ¿no? Resulta que la empresa de su ex y de su padre hacen un negocio de la leche a costa, en gran parte, de triatletas populares del montón (como yo) que tenemos que retirarnos por la ilegalidad con que se celebra la prueba. Resulta que los 300 retirados (que figuramos, claro está, como no presentados) fuimos triatletas estupendos para pagar y financiar la fiesta de la niña que se retiraba, pero no para ser tenidos en cuenta a la hora de autorizar o no el sector agua. En fin. No digo más; simplemente que la Berasategui me parece una farsante y que, posiblemente, se ha dopado a lo largo de gran parte de su trayectoria. Una verguenza. Y del Bilbao Triathlon, ¿qué decir? Pues nada, que yo no volveré. Y si lees estas líneas -piénsatelo dos veces (o tres), antes de financiar semejante tinglao. Lo siento; tengo mucho respeto y admiración por algunos deportistas vascos, pero mi menda no compite en Euskadi en lo que me reste de vida deportiva. Eso lo han conseguido todos los comentarios leídos en twitter y en facebook a cuenta de la magnífica organización de la prueba y animando a la txapelduna ilustre. Conmigo que no cuenten.
SERTRI Málaga 2013
En la última entrada decía que no sabía si iba a competir más en triatlón. El 2 de junio pasado hice el SERTRI Málaga, un sprint que disfruté y al que acudí sin apenas entrenar, viviendo de las rentas del entreno acumulado para Elche y Bilbao. En fin. Nada reseñable. Dos minutos menos que en septiembre pasado en la misma prueba. Poco más. Me gusta competir en Málaga. Poco más. Me inscribí en el SERTRI Cartagena pero no acudí por falta de ganas y motivación -suena el despertador y dices, ¿pero qué frivolidad es esta? Irme a hacer un triatlón con mi madre enfermísima. No. No. No. Por lo demás, me inscribí en el Triatlón de Almería, pero no pagué a tiempo por complicaciones mentales y preocupaciones relacionadas también con mi madre enfermísima. Mal. Mal. Mal. Le escribí un correo al presidente de mi hasta ahora club de triatlón y propietario de la empresa organizadora. No. No. No. Imposible hacer una facilísima excepción y pagar un día después de plazo. Apechuga. Apechuga. Apechuga. De todo y de todos se aprende. No hay mal que por bien no venga: el día del triatlón estaba con una gastroenteritis interesante, últimos coletazos del medio constipado que cogí en la susodicha y mítica ría.
Gente. Mi gente. La gente
Tras Bilbao Triathlon cerré mi cuenta de Twitter. Me di cuenta de que me había flipado muchísimo con los tweets. Me había dado cuenta de que creía tener un millón de amigos, como el cantante brasileño aquel. El síndrome Roberto Carlos se me curó de la noche a la mañana. Cuento con poca gente en esto; es tontería engañarse con el facebook, con el twitter y con los falsos halagos. Aquí eres el rey de la pista si pones que entrenas del orden de 12 horas semanales o más. Con menos, pierdes el prestigio en las redes sociales. Si dejas de entrenar o pasas un bache de los gordos, directamente pasas a no existir. Salvo para unos pocos, claro está. Mi gente. Con esto no critico a nadie; simplemente constato que la mayoría de amistades de las redes sociales no lo son. Y de eso no tiene la culpa nadie. Quizás tan sólo la nomenclatura de facebook: amigos.  
El triatlón y yo
A raíz de mis comentarios tras el susodicho evento y madre de todos los triatlones del mundo mundial, alguien me comentó que para la gente externa mis comentarios de crítica a la organización se leían como una pataleta por ser un mal nadador que apenas había entrenado y que iba con muchas dudas a Bilbao. Juas. Juas. Juas. Risas en off. Posiblemente esa imagen es la que di. Pero quien me conoce bien sabe que a mí lo que me pasa es que soy realista y exigente. No pinto las cosas de color rosa en un trimundo en que se vive por encima de nuestras posibilidades de colorido rosa. Nado a más de 2 el 100 en fondo, ¿y qué? ¿Poco entrenar? Entrenamientos de 12, 13 y 14 horas semanales. Un dislate de imagen pública la que di por ser un personaje exigente y realista que busca encontrar la piedra filosofal de la mejora. Juas juas juas.
Otra persona, esta vez alguien que, paradójicamente, debería conocerme porque me había entrenado, me comentó que lo mismo este bache me permitía  darme cuenta de que no me gustaba realmente el triatlón. Más risas en off. Curiosamente, cinco minutos antes, tuve unos de esos encuentros providenciales que he tenido a lo largo de este mes largo sin pasar por aquí: Guillermo me cuenta en el paseo marítimo que acaba de leer mi blog y que está impresionado y que le encanta cómo escribo y que... No doy crédito y empiezo a hilar y atar cabos. Tengo que seguir, a toda costa, con mi proyecto Triatloneando, pese a quien pese (posiblemtente es bochornoso para algunos pros y semipros de esos tan abundantes y sobrados, posiblemente, digo, sea bochornoso que este blog lleve el nombre del sagrado deporte de los elegidos: juas juas juas; más risas en off). Y sigo porque, como me dijo Guillermo, a mí me gusta montar en bici y nadar, además de correr. Dudar tanto de todo, para que luego en un pispás, un extraño te diga por el paseo marítimo: he leído, te he comprendido, qué difícil lo tuyo porque a ti lo que te pasa es que te gusta montar en bici y nadar. Otro encuentro, este hace muy pocos días, me regala otra frase para enmarcar: con qué facilidad nadas... Mucha gente me lo ha recordado a lo largo de este mes (gracias porque realmente necesitaba que me lo recordarais): a ti te gusta el triatlón y eso se nota porque derrochas pasión escribiendo sobre ese deporte. Pues sí. Que nos quiten lo bailao. Me gusta el triatlón; pero, claro, es como decir que a alguien le gusta la salsa de tomate: ¿te gusta toda la salsa? ¿con orégano o sin él? ¿te conformas con el ketchup? Me gusta mi enfoque del triatlón, para eso es el mío: paso de circo; y creo que esto se ha convertido en un circonegocio. No quiero ser circonegocio. Paso de figuras, paso de rollos, paso de creerme que no existen los límites del cuerpo. Ese es uno de los grandes problemas: un rollito en plan machada entre unos colegas en Hawaii se convierte en la Biblia del deporte. El primer ironman de la historia lo completan unos amigos en unos tiempos que lo mismo provocaban ahora hasta risa (o no pasaban los tiempos de corte correspondientes). Ahora un ironman hay que completarlo en 8 horitas de nada. Y hay que correr el maratón en 2h42'. No me lo creo. Perdonen que no me levante. Igual que la Berasategui, irán hasta arriba la mayoría. Preparados para la vida moderna. Mentira todo. Porque el cuerpo tiene límites. Porque doparse no es triatlón (igual que no es triatlón nadar con el agua a 12 grados, le pese a quien le pese). Perdonen que no me levante.
Incertidumbre
Se ha terminado el curso. Un curso con mucho trabajo. Muchos alumnos. Resultados muy desiguales. Malísimos en algunas clases. Hago examen de conciencia. No he sido todo lo buen profesor que puedo ser. No estoy siendo yo estos últimos meses. Ver a mi madre desmoronarse y oirla deteriorarse progresivamente por teléfono me ha sumido en una profunda incertidumbre, inactividad y bloqueo absolutos. Me voy con ella; a pasar el verano. No sé lo que nos espera. Parece mentira que, acostumbrado a entrenar lo que sea -sí, he hecho sesiones de nado de 3000m, he andado en bici 110 kms, he corrido tiradas largas de 32 kms, he completado maratones, he ascendido no sé cuántos picos de más de 3000m; acostumbrado a todo eso y expuesto a la literatura triatlética de las redes sociales (donde mis gestas se quedan en nada comparadas con las de otros aguerridos triatletas) no sea capaz de enfrentarme a uno de los hechos más simples de la vida.
Explicaciones: la temporada que no fue temporada
Con tanta incertidumbre y con lo que tiene que venir, no es de extrañar que no esté entrenando casi nada. Esta temporada, preparada con ilusión y mimo, se ha convertido en la no-temporada. No es de extrañar. Ver a una madre precipitarse hacia el abismo descentra a cualquiera -quizás no sólo a un popular trapero como yo. He leído de todo en estos últimos dos meses. Me he abierto en canal. He sido exigente conmigo mismo cuando no podía exigirme nada. Lo he intentado dar todo. He querido. No he podido ni estoy pudiendo. Todo el mundo ha contribuido con su opinión: me he expuesto demasiado y más. He aceptado todo y más: cómo se te ocurre hacer Bilbao, no metas la mano así, métela asá, no hagas MD, madura con distancias cortas, disfruta, no pienses tanto, haz sólo sprints, haz algún olímpico, haz sólo MD, tú eres diésel, haz mucha técnica, no hagas técnica, nada muchos días, nada sólo dos días, coge confianza en el agua, no tienes confianza en el agua, con qué facilidad nadas. Por eso en parte, porque nadie ha dado en el clavo, me he planteado esta entrada. No: no soy un triatleta de mollera débil. Soy un triatleta que está pasando una situación personal que no es compatible con el triatlón. Me apetecía ponerlo sobre la mesa. Me apetecía volver a mi blog. Me apetecía ordenarlo todo. Iremos viendo. Un abrazo.