El diario de un outsider residente en los arrabales del trimundo

martes, 26 de julio de 2011

Actualizando: entrenar sin ton ni son y disfrutar porque sí

Julio está siendo un mes raro en muchos aspectos. Cuidar de dos padres octogenarios y reflexionar a diario sobre la naturaleza de la vida, sobre lo que somos al hacernos mayores y sobre el paso del tiempo están condicionando sobremanera mis semivacaciones. Y claro, al final, acabo preguntándome si realmente triatlonear y tener una vida paralela de ratos de entrenamiento, de ilusiones y de planes triatléticos tiene realmente sentido. Pero claro, al final, como siempre, acabo concluyendo que sí: menos mal que se inventó el deporte -menos mal que cada uno tiene sus vías de escape. Si no, nada sería posible. Nada sería soportable.
Por eso, este mes estoy metiendo horas de entrenamiento un tanto sin ton ni son. He vuelto a descubrir y a utilizar el entrenamiento como eso, como una vía de escape y de higiene mental -por todo esto, los entrenamientos que hago no tienen demasiado sentido. No es que sea yo muy dado a la planificación en los entrenamientos: sí, me sé cierta teoría; sí, he intentando ceñirme a planes y a ciclos de 3 semanas carga-1 semana carga cuando me he preparado maratones o medias maratones. Sí, soy consciente de que la planificación es la base para el progreso en este negocio. Sí. Pero desde luego, desde que triatloneo más en serio me es difícil planificar: intento seguir metiendo muchas horas de carrera a pie e intento progresar en el agua a través de muchas horas de piscina. Así, sin ton ni son. Y, además, como están las cosas este mes de julio, la bicicleta casi ni tocarla (no tengo la cabeza con la claridad necesaria para la carretera), y la carrera a pie y el agua en esa misma línea, sin ton ni son, en plan meter horas por meter y, más que nada, por conservar la salud mental. Así las cosas, la semana pasada me salieron 8 horas 56 minutos de entrenos en diez sesiones:
Run: 5 sesiones para 51 kms
Swim: 4 sesiones para 8800 metros
Bike: 1 sesion para 29 kms
Y no digo que no haya una lógica detrás de todos esos metros y kilómetros, probablemente la hay (la sesión de casi 15 kms de cuestas y toboganes del domingo pasado tiene que tener una lógica y algún efecto positivo, si no, apaga y vámonos); pero no puedo engañar a nadie: ni ciclos, ni semanas de carga ni de descarga, ni planificación. Simplemente, horas que me han sacado de la tristeza que me produce contemplar los estragos del paso del tiempo, horas que me han hecho disfrutar porque sí.

jueves, 21 de julio de 2011

Siempre hay una primera vez... (Progresos en el agua, 2ª parte)

El otro dia terminaba la última entrada reflexionando, más o menos, sobre las continuas oportunidades que nos brinda el deporte de hacer cosas, de alcanzar nuevas sensaciones, nuevos límites, por primera vez. Estas semanas de semivacaciones (qué diablo querré decir con esa palabreja) en la sierra de Madrid me están dando oportunidades nuevas para experimentar: por ejemplo, ayer, por primera vez en este verano y en mi vida, recorrí con mi Trek los paisajes de los veranos de siempre. Bajo la atenta mirada de La Maliciosa y de Siete Picos (cómo iba a ser de otra manera), comprobé que una salida rutinaria por las carreteras de la comarca, 28 kms de nada, dan para hacer muchas piernas: lo digo por los 432 metros de desnivel positivo que salieron.
Pero bueno, no quería hablar yo hoy de la bici, sino del agua. La semana pasada nadé, por primera vez 8400 metros en cuatro sesiones. Esta semana voy por el mismo camino y hoy, por primera vez, he hecho un entreno de 2300 metros en la piscina. La verdad que, por un lado, sigo insatisfecho con mi manera de nadar, con mis tiempos. Por otro, hago balance y creo que en dos años he cogido mucho fondo, he bajado 5 minutos en 1000 metros, he mejorado algo la técnica y, sobre todo, soy más consciente de mi forma de nadar. Como, en definitiva, una imagen vale más que mil palabras, y como este blog también es una especie de portfolio de mi evolución y aprendizaje como triatleta, terminamos la entrada con un vídeo que el socorrista de mi piscina de este verano me grabó el martes pasado.
Ana, mi amiga y monitora de confianza, ya me ha hecho un análisis pormenorizado de la situación: digamos que tengo que estirar más la brazada, que tengo que coger más agua en la parte acuática de la brazada y no llevar los brazos tan por fuera, tengo que recobrar el brazo más estirado y luego doblarlo... En fin, muchas cosas; lo importante es que, a la espera de más análisis profesionales y más consejos, estoy manos a la obra y dispuesto a seguir mejorando. Otra cosa importante, estoy seguro de que habrá un día en que, por primera vez, diga: joder, qué bien nado por fin.

lunes, 18 de julio de 2011

II Noche de Miaccum: crónica de una noche mágica

¿Alguna vez habéis corrido una carrera con dos camisetas? Pues yo sí: por primera vez en mi vida, corrí la II Noche de Miaccum, carrera popular nocturna, con dos camisetas. Un claro síntoma de que iba a ser, estaba ya siendo, una noche especial y con cierta magia. Quizás la magia reside en los ojos con los que uno se empeña en ver las cosas, quizás el espíritu de las ruinas romanas tuvo algo que ver, quizás fue la luna llena que no nos alumbró nada porque se empeño en salir por encima del Cerro del Telégrafo justo al terminar la carrera, o quizás fue mi status de cuidador geriátrico que se vino arriba por participar en un evento deportivo con tanta gente popular de los pata negra... Y bueno, lo de las dos camisetas tiene su explicación: como no llevaba mochila ni nada y dieron las camisetas técnicas (muy chulas, por cierto) en la recogida de dorsales, no tuve otra alternativa que ponérmela debajo de la que ya llevaba.
Y, claro, la magia de la noche no se limitó a llevar dos camisetas (qué magia tan pobre, os oigo pensar al leer esto). La magia de la noche tuvo muchos ingredientes -por ejemplo, el conocer a Recuerdo Arroyo y a su pareja Jeff, que se pararon en su coche para preguntarme cómo se iba hacia la salida cuando yo iba andando hacia allá y, ya puestos, me llevaron. Resulta que Recuerdo es un pedazo de corredora que ha ganado varias veces la San Silvestre Vallecana y que es conocidísima, por sociable, por encantadora y por buena corredora, en todo el circuito de carreras populares de la Meseta... Ahí que estuvimos charlando y calentando juntos un rato, que me bastó para poder ver la pasión con la que se toma esto del correr. También, gracias a Recuerdo y a Jeff, conocí a otro popular, Paco: un tío de 62 años que sigue corriendo a diario y que ha debido correr tropecientos Mapomas y yo qué sé más. Conocer a esta gente antes de una carrera es pura magia deportiva. La verdad que se veía el buen ambiente antes de la salida -que si un escenario con baile, que si un concurso de disfraces de temática romana (no nos olvidemos que Miaccum es un yacimiento romano recientemente puesto en valor en Collado Mediano), que si un chiringuito, que si puestos de artesanía -de todo un poco... También unos 400 runners que nos dedicábamos a describirnos mutuamente  los tramos complicados de la carrera y a mostrárnoslos en la medida de lo posible: un trozo de calzada romana con unas zanjas-trialeras-gradas naturales muy puñeteras, prados bacheados, en fin, cosas básicas que había que saber antes de la salida.
Yo, como me suele pasar siempre, acudí a la carerra con muy pocas ganas de correr. Juas juas juas: las paradojas del aprendiz de triatleta. Lo de siempre -pocos ánimos, que de repente se multiplican al oir el pistoletazo de salida... Y ahí continuó la magia de la noche -pistoletazo de salida y ahí que voy, tonto el último, como un galgo y con ganas de correr de verdad. La carrera, la verdad, es complicada: el desnivel es escaso (ciento y pico metros) pero el terreno es mágicamente complicado, máxime cuando es una carrera nocturna y a partir del primer cuarto de hora se ve poco, por no decir nada  (no se ve gota, se diría en Amería) -en fin, una carrera ideal para soltar adrenalina y para ir con el corazón en un puño (por no decirlo de manera más cruda) pensando en un posible hostiazo o traspiés o resbalón o tropezón en una trialera, en una piedra, en un boquete... Quizás la organización se podría plantear recomendar zapas de trail para la próxima e insistir un poco más en el tema de los frontales: no vale cualquier frontal para un recorrido nocturno como este; el que yo llevaba, por ejemplo, era, más que nada, testimonial, y el hecho de que no me cayera ni tuviera ningún percance, más que algún tropezón sin importancia, lo atribuyo a la magia de los dioses que todavía deben habitar en los restos de la posada romana de Miaccum. Un percance en esta carrera nocturna y se acabó la temporada, eso es lo que iba pensando en voz alta otro integrante del equipo mágico, Carlos, un corredor con el que coincidí en la salida y con el que corrí casi toda la carrera. Tanto es así que entramos en la meta de la mano y juntos en honor del compañerismo deportivo, según lo llamó él. La verdad que ha sido en esta carrera, cosas de la magia, donde más he podido comprobar que las situaciones límite que nos propone a veces el deporte favorecen este tipo de vínculos estrechos que, una vez que la carrera termina, se desactivan tan naturalmente como el deporte los creó. Estas relaciones tan estrechas que duran unos minutos me recuerdan a la cercanía emocional que se establece en las cumbres de las montañas -llegas a un 3000 y hablas y te abrazas con los que hay ahí como si los conocieras de toda la vida. Llegas a meta en Miaccum, sano y salvo y sin romperte la crisma, y te da por entrar de la mano en plan compañerismo... Bueno, interrumpo las reflexiones y me dirijo hacia la meta; precisamente llegando a meta el panorama era bellísimo: la noche, las luces, la luna que acababa de salir... Y, sobre todo, la meta: bendita meta. Al final: 44'19'' para casi 10 kilómetros y medio. 4'15'' de promedio y puesto 18 de la general (de un total de 368 llegados a meta) y de la categoría emperadores. En fin, pa' habernos matao. Nada mal el resultado, buena carrera, que, por las fechas,  me vendrá bien como entrenamiento para el sprint de Medina de Rioseco, si finalmente me inscribo. No quiero cerrar la crónica sin hablar del mágico montadito de chorizo a la brasa que te daban al entrar en meta: montadito que muchos participantes despreciaban (qué talibanes de la dieta nos volvemos a veces los deportistas...). Yo opté por dar buena cuenta de él. Como le dije a Recuerdo, si no me ha matao una de esas zanjas, que me mate el montadito de chorizo. 
Por lo demás, la semana pasada terminó con 7 horas 43 minutos de actividad física (excluyendo pesas y abdos): 5 sesiones de carrera a pie para 51,6 kms y 4 sesiones de piscina para 8.400 metros. En mi vida había nadado tantos metros en una semana. Tampoco nunca había quedado en el puesto 18 de una carrera. Lo que aprende uno con el deporte: siempre hay primeras veces para todo; parece mentira lo que damos de sí. En fin, reitero: pa'habernos matao.

lunes, 11 de julio de 2011

Y esta semana... carrera: II Noche de Miaccum

Entrando ya en la segunda semana en la sierra de Madrid, convendría hacer balance de la primera, que terminó con 8 horas 10' de entrenamientos: cuatro sesiones de piscina para 7600 metros y cinco sesiones de carrera a pie para 55,6 kms -todo ello sin contar las sesiones diarias de estiramientos, abdominales y pesas que no meto en Movescount. Por cierto, cada vez me gusta más Movescount de Suunto para almacenar entrenos: la nueva herramienta de resumen que han puesto es genial y te permite comparar semanas por intensidades, horas, actividades y todo lo que a uno se le ocurra. Pero bueno, ya estoy yéndome por las ramas -se trataba de hacer balance y a eso voy: contento de estar haciendo cuestas y de estar corriendo a ritmos relativamente buenos con muchísima facilidad. Hace unos años, los primeros días que entrenaba por aquí, recién llegado de Almería, me costaba unos cuantos días de rodajes a pulsaciones exageradas: este año, cosas de la edad o del entreno acumulado, estoy con las pulsaciones super controladas y, lo que es mejor, disfrutando tela marinera del terreno. Dentro del terreno incluyo tanto los caminos de tierra, como el paisaje, como la altura, como los pinos y el resto de vegetación, que, este año tras un invierno de muchas lluvias, está pletórica. Bueno, buen balance para la carrera -además hacía varias semanas que, entre unas cosas y otras, no llegaba a ese kilometraje. Kilometraje que, por otro lado, antes de triatlonear, era el normal en todas mis semanas: in illo tempore en que uno era feliz haciendo tan sólo cuatro sesiones de carrera a pie, sin más... Qué sencillo era todo, parece mentira.
Siguiendo con el balance, entramos en el capítulo agua: balance agridulce esta vez. Afortunado por haber encontrado una buena piscina cubierta a tan sólo 7 kms de aquí; un poco contrariado porque no acabo de despegar. Sí, he bajado mi tiempo en 1000m en 46'' en tres meses; he mejorado un poco la técnica, pero... Pero algo debe pasar cuando no consigo dar el salto definitivo, bajar de los 1'50'' y tantos en 100m, de los 22' y pico en 1000m. Supongo que tengo que tener paciencia y tengo que seguir metiendo metros -y, la verdad, metros meto. La semana pasada, 7600. Hoy, sin ir más lejos, 2100 metros -creo que la sesión de más distancia que he hecho nunca en el agua: muy cómodo, con mucho fondo, pero muy lento...
Seguimos haciendo balance: bicicleta, suspenso. Como siga así, me queda la asignatura completa para septiembre. No encuentro el momento culotte, esa sensación de querer vestirte y ponerte las Sidi y tirar p'alante: carretera y manta... No lo encuentro porque me intimida sobremanera el tráfico de la zona: supongo que es cuestión de romper el hielo y empezar a aprovecharme de lo que hay por aquí -cuestas interesantes, puertos con renombre, vistas preciosas... Todo ello, aderezado con muchos coches...
Por lo demás, supongo que ya es hora de que hable del título de la entrada: el sábado toca carrera nocturna por las dehesas de Collado. Se trata de promocionar el yacimiento romano que descubrieron hace unos pocos años y que han puesto en valor. Miaccum era la población romana que existió en la dehesa y, alrededor de la posada y termas que han excavado, haremos la carrera. Frontal necesario para disfrutar de unos caminos agradables pero con un terreno muy apropiado para romperse la crisma. Como uno de los objetivos de la carrera (aparte de hacer negocio, como la mayor parte de eventos deportivos organizados en los últimos años) es la promoción y celebración del yacimiento, los disfraces en plan romano son bienvenidos... Aquí el aprendiz de triatleta pasa de disfraces y hará la carrera en plan indumentaria runner de siempre. Ahí nos quedamos hoy.

miércoles, 6 de julio de 2011

Verano en los paisajes de todos los veranos

Instalado ya en Collado, mi pueblo de vacaciones desde siempre, intento seguir con esto de triatlonear. Y digo intento porque, cuando uno sale de sus rutinas cotidianas, de sus itinerarios de siempre, las cosas se complican un poco. Y es que sí, estoy de vacaciones, pero también estoy con mis padres octogenarios. Y claro, tampoco es que esté cuidando de ellos en plan geriátrico, pero sí estoy al cuidado de muchas cosas como la intendencia y las compras. En fin: esto es un poco una recreación de eso de la realidad y el deseo, que convierte estos días en una curiosa mezlca de training camp y de residencia de la 3ª edad.
Pero que nadie se alarme, desde luego, parar de entrenar no he parado. Desde que llegué el sábado pasado he corrido cuatro días y he nadado dos. Lo de correr por el monte que aparece en la foto de arriba, el Cerro del Castillo, tiene su miga -me encanta porque creo que no hay nada como correr por una pista de tierra entre pinos. Me gusta también porque ese monte me ha visto crecer como corredor. Pero digo que tiene su miga porque correr por la sierra de Madrid tiene sus desniveles y sus cuestas. Sin planear mucha pretemporada, sólo con salir a correr por aquí, tiene uno resuelto mucho entreno de calidad: que si la altura (que tampoco es para tanto, unos 1100 metros, pero algo es algo), que si las cuestas, que si el calor. En resumen, buen entrenamiento para volver del verano en buenísima forma.
En cuanto a la piscina, he localizado la nueva piscina cubierta de Collado Villalba, centro acuático según pone en la fachada del edificio y centro municipal de natación según pone en el ticket. De acuerdo con esas denominaciones tan pijas, el precio es carísimo... Pero la verdad que ha sido una sorpresa estupenda porque me veía todo el verano nadando en una piscina descubierta sorteando niños de campamento tirándose a bomba.
Termino con la bici, la asignatura pendiente, de momento, de estos días de calentamiento: cómo echo de menos las carreteras tranquilas del verano pasado en Segovia. El tráfico en la sierra de Madrid es, por decir algo, intimidante todos los días y a todas horas. Tengo ya decidido y estudiado un buen itinerario base pero, como todavía no me he atrevido a sortear coches, mejor lo describo en otra entrada.
Una última reflexión antes de cerrar el chiringuito por hoy: vacaciones y continuar entrenando de manera normal. ¿Buen planteamiento? La cosa es que he pensado si debía darme una semana entera de descanso -de momento ni el cuerpo ni la mente me piden ese descanso. Así que les haré caso. Hay que escuchar al cuerpo y a la mente. ¿O no?

viernes, 1 de julio de 2011

Equipaje

Qué difícil es hacer maletas! Más difícil aun si te dedicas al deporte. Más, si cabe, si intentas hacer triatlón: gadgets varios, lecturas, ropa y zapas de correr y de bici, aperos de natación. En fin, un lío: que si pulsómetro, artilugios, i-pod, culottes, maillots, bici, tabla, gafas, gorros, neopreno, zapas... Todo ello pensando en el verano ibérico, pero también en la escapada de agosto; así que hay que incluir prendas para clima más frío: ya puestos, por si las moscas, el chubasquero de running y qué sé yo...
Además de mis aperos triatléticos, me llevo en el equipaje un mes de junio muy complicado; un mes del que únicamente puedo salvar mi primer sprint. Sí, lo demás de junio, mejor olvidarlo. De entrenos tampoco nada reseñable, más bien flojito: 30 horas 19 minutos. 200 kms de bici. 141 kms de running y 19700 m de agua. Nada para tirar cohetes.
Bueno, mirando un poco hacia delante, también me llevo en la maleta varios planes: triatlonear por la sierra de Madrid, correr por Londres otra vez y, si se puede, descansar mentalmente. Me llevo también dos planes concretos -en el primero ya estoy inscrito: se trata de la II Noche de Miaccum, una carrera noctura de 10 kms por las dehesas de Collado Mediano que tendrá lugar el sábado 16 de julio. La carrera tiene buena pinta, aunque el rollito de disfraces romanos y parafernalia similar no me gusta nada. Yo para esto del correr soy ortodoxo a tope y pienso que, sinceramente, los disfraces para carnavales... El segundo plan está todavía dando vueltas por mi cabeza, pero creo que, en cuanto salgan las inscripciones, me inscribiré: se trata del Triatlón del Canal de Castilla, que tendrá lugar el 13 de agosto en Medina de Rioseco, Valladolid. Es un sprint y se nada en la dársena del Canal de Castilla -como he leído que en ediciones anteriores el agua estaba helada y se usaba neopreno, por eso he decidido también incluirlo en mi equipaje. Bueno, siguiente entrada desde Collado Mediano.